Espacios públicos y tejido social
Laura Castillo García
(Vocera del Movimiento Antorchista en el Estado de México)
Llegó el fin de año y, por tanto, las tan anheladas vacaciones no solo para niños y jóvenes, sino también para millones de adultos que durante 365 días han dejado sus músculos, vista y energía, todo, en las cuatro paredes de una fábrica, oficina o en cualquier otro oficio que, con su labor diaria, les proporciona los medios económicos para reponer sus fuerzas y al otro día regresar a sus centros de trabajo para volver a generar el dinero suficiente que les permita seguir viviendo, aunque sea con limitaciones y preocupaciones.
Los gobiernos están obligados a brindar espacios dignos a sus gobernados, no solo para que vean que los recursos públicos se invierten para su beneficio, sino porque son indispensables para que la gente tenga esparcimiento que la aleje de los pequeños y grandes problemas cotidianos, para que tenga salud mental y ello ayude a que se recomponga el tejido social, que incluye relaciones, normas, valores e instituciones que conectan a las personas en una sociedad y que actualmente está destruido por las modernas enfermedades sociales como el alcoholismo, la drogadicción, la delincuencia, la violencia en general y de género, etcétera.
El objetivo fundamental de los espacios públicos en una sociedad es muy bien entendido por los gobiernos municipales encabezados por luchadores sociales emanados del Movimiento Antorchista Nacional, cuyo ejemplo máximo se encuentra en el territorio cuna del antorchismo nacional: el municipio de Tecomatlán, Puebla. De ser un pueblo marginado, con calles de tierra y apenas con una escuela primaria para que se educaran sus niños, ahora se ha convertido en un oasis en el desierto, no solo porque cuenta con todos los servicios, sino porque sus niños y jóvenes —y los de estados vecinos como Oaxaca y Guerrero— ahora pueden cursar todos los niveles académicos, incluidas ingenierías en el Instituto Tecnológico de Tecomatlán. Además, cuenta con un teatro digno de una gran ciudad y un auditorio donde los tecomatecos se reúnen no solo para tratar asuntos del municipio, sino también para presenciar grandes obras de teatro. En las escuelas de Tecomatlán, de todos los niveles, se fomenta el arte y el deporte. Aún más: además de tener clínica y hospital para una población de poco más de 7 mil habitantes, sus espacios públicos no solo son dignos, sino hermosos: tienen parque infantil, plaza principal con bellos jardines; canchas de basquetbol y voleibol, parque de béisbol y alberca semiolímpica. Todo eso está muy bien cuidado por el Ayuntamiento de Tecomatlán, para el cual es fundamental tener un municipio bello y funcional, siempre al servicio de la gente.
Esa misma mística aplicaron, durante 21 años, los gobiernos municipales de Chimalhuacán, los cuales fueron encabezados por militantes del antorchismo nacional, integrantes del Proyecto Nuevo Chimalhuacán. Durante esos 21 años de gobiernos antorchistas, estos se preocuparon no solo por rehabilitar espacios públicos existentes a los que no se les había dado mantenimiento, sino que se construyeron más, en mayor número y con mejor calidad. Esto se hizo a lo largo y ancho del municipio. También se preocuparon por construir grandes obras deportivas, culturales y recreativas como las unidades deportivas El Tepalcate —con canchas, gimnasio, natación, etcétera—; la de La Laguna, que mantiene talleres, deportes variados, un estadio y alberca semiolímpica; y la de El Chimalhuache, que alberga la alberca olímpica Noé Hernández.
Entre los espacios culturales se encuentra la Plaza de la Identidad, ubicada en el corazón del municipio, en la que se localiza el gran teatro Nezahualcóyotl Acolmixtli y una magnífica fuente danzarina inaugurada en 2015. Antes de esa gran obra, el gobierno municipal encabezado por el antorchista Telésforo García Carreón inauguró el Paseo Chimalli (frontera con el municipio de Nezahualcóyotl), en el que emerge orgullosa la escultura monumental del gran artista mexicano Enrique Carbajal, mejor conocido como Sebastián: el Guerrero Chimalli, el cual vino a darle identidad a los habitantes de esta ciudad. Unos años después, en 2018, el gobierno local encabezado por Jesús Tolentino Román Bojórquez inauguró el Planetario Digital, primero en su tipo en todo el Estado de México, cuyo objetivo fundamental era la “difusión y divulgación de la ciencia y la tecnología”. Además, la alcaldesa Rosalba Pineda Ramírez fundó el Museo Chimaltonalli, en el que los visitantes pueden conocer los elementos históricos, culturales y artísticos del municipio de Chimalhuacán. Su acervo está conformado por más de 770 objetos antiguos, donados por familias del municipio. También es un foro para la proyección de artistas locales e internacionales; ella, la antorchista Rosalba Pineda, se dio a la tarea de recopilar todos los objetos antiguos que ahí se exhiben y que son orgullo de los residentes de este municipio.
Seguramente omito mencionar algunas otras acciones culturales y deportivas, obra de los gobiernos emanados del Proyecto Nuevo Chimalhuacán, pero antes de terminar la presente colaboración quiero dejar sentada mi indignación por la situación en que toda esa infraestructura cultural se encuentra en estos momentos.
Desgraciadamente, hay un fenómeno negativo, muy negativo, que se extiende por todo México: cuando llegan al poder gobiernos de otro partido político que no valoran los esfuerzos realizados por sus antecesores, miran con recelo lo hecho anteriormente y, por tanto, ya no les hacen caso, no las promueven y, lo que es peor, las abandonan y ya no destinan recursos económicos para sostenerlas ni siquiera para mantenerlas.
Este es el caso de Chimalhuacán: a cuatro años del arribo de Xóchitl Flores Jiménez al poder municipal, muchos de esos maravillosos espacios públicos y de infraestructura cultural están abandonados. Fue cerrado el museo de sitio construido en la base del monumental Guerrero Chimalli; la gente ya no puede subir al mirador porque el elevador está descompuesto desde hace cuatro años y la administración municipal no ha querido repararlo; está descompuesta la fuente danzarina instalada en el Paseo Chimalli y, las pocas veces que la prenden, apenas suelta unos chorros débiles que nada tienen que ver con el agua que bailaba al ritmo de la música programada; los jardines del paseo están descuidados, pues a los árboles y arbustos no se les da mantenimiento. El Planetario Digital ha dejado de dar funciones y ya no es una herramienta difusora de la ciencia; ya no existe la granja en la que los niños se divertían y se educaban con animales. La fuente danzarina ubicada en la Plaza de la Identidad está en las mismas condiciones de abandono que la del Guerrero Chimalli, porque el gobierno municipal no invierte en ella; ya no funciona el proyector gigante que transmitía imágenes sobre el agua y que fue la alegría de chicos y grandes. El agua del lago artificial ubicado en la Unidad Deportiva El Chimalhuache está verde, lo que también denota falta de mantenimiento.
Esos son los casos más escandalosos de falta de mantenimiento a grandes obras realizadas por los gobiernos del Nuevo Chimalhuacán, las cuales costaron mucho dinero, pero que dieron mucha diversión y tranquilidad a los chimalhuacanos. No obstante, el gobierno municipal morenista encabezado por Xóchitl Flores Jiménez sigue despreciándolas y, por tanto, dejando sin sana diversión a los chimalhuacanos, quienes cada vez ven más reducidos sus ingresos, pero que por esas difíciles circunstancias económicas necesitan más que nadie tener espacios públicos para recrearse y limpiar la mente de los problemas cotidianos que enfrentan. Van dos trienios en los que los chimalhuacanos le brindan sus votos a Morena, pero deben reflexionar que los apoyos que reciben en tarjetas solo les alcanzan para sobrevivir, pero no para darles salud mental a sus hijos.




