EMERGENCIAS Y URGENCIAS 19
- Daniel Valdez García
- 24 enero, 2025
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24 de enero de 2025
Sacerdote Daniel Valdez García
Queridos hermanos y hermanas,
Hoy reflexionemos sobre un poderoso pasaje del Evangelio según San Marcos 3, 13-19. En este, Jesús asciende al monte para elegir a quienes cambiarán el mundo. Llama a doce personas, no por su perfección, sino por su disposición a ser amigos fieles y apóstoles valientes, enviados para predicar con convicción y poder.
Al seleccionar a los Doce, Jesús establece los cimientos de la Iglesia, tan vitales como las doce tribus para Israel. Nos enseña que la verdadera grandeza no se halla en la perfección, sino en la disposición de servir y amar. Los llamados tienen una profunda intimidad con Jesús, esencia que genera una misión urgente y natural. Jesús no buscaba grandeza, sino corazones decididos, cada uno diverso y único.
Al elegir a los Doce, Jesús estableció el fundamento de la Iglesia, tan esencial como las doce tribus lo fueron para Israel. Esto nos enseña que la verdadera grandeza no está en la perfección, sino en la disposición a servir y amar. La esencia de los llamados es su profunda intimidad con Jesús, la cual genera una misión tan urgente como natural. Él no buscó grandezas, sino corazones resueltos, cada uno diverso y único.
Con esta decimonovena reflexión sobre “Emergencias y Urgencias,” rindo homenaje a los profesionales de la medicina, pilares invisibles de nuestra sociedad moderna. Tres principios guían su vocación: dedicación, respeto y empatía. Aunque muchas veces sobrecargados y subestimados, son verdaderos siervos al estilo de Jesús. Médicos, profesores y sacerdotes compartimos el honor de ser vocaciones esenciales; sin un profundo sentido de entrega, sería difícil asumir tal responsabilidad.
El camino del médico está lleno de desafíos y emociones. Enfrentan el dolor y la pérdida con valentía, una realidad poco comprendida. A pesar de no estar preparados para la muerte de su primer paciente, continúan adelante, dedicando interminables horas a su formación con recompensas materiales que no siempre reflejan su sacrificio. Las exigencias de la especialización y guardias nocturnas afectan su salud y bienestar. Sin embargo, cada médico representa un logro viviente, una vocación floreciente gracias a la dedicación, el respeto a sí mismos y la profunda empatía hacia colegas, pacientes y sus familias..
Las relaciones entre profesionales de la salud y sus pacientes son cuidadosamente estudiadas, y con razón. Establecen un modelo a seguir por otras profesiones. Con empatía y comunicación efectiva, los pacientes se sienten comprendidos y motivados para mejorar sus hábitos, lo que lleva a mejores resultados. Este mismo impacto se refleja en la relación que profesores y sacerdotes tenemos con aquellos a quienes guiamos.
En el caso de los médicos, renovar estas relaciones es crucial, pues los pacientes merecen sentirse parte integral de su proceso de curación. Entender esto nos lleva a reconocer que, al igual que en la educación y la religión, el verdadero éxito proviene de la conexión humana y el respeto mutuo.
Cada vocación, sin importar su naturaleza, requiere las mismas cualidades esenciales de dedicación, respeto y empatía. Los profesionales de la medicina son un ejemplo inspirador para todos.
Que estos valores guíen nuestro camino.
Amén, amén, Santísima Trinidad.