Cambio climático, menos pánico y más ciencia

Por: Jesús Humberto López Aguilar

Por millones de años, nuestro planeta ha sufrido una serie de cambios climáticos los cuales han afectado significativamente la vida en la Tierra. Estos han sido provocados por el movimiento de las placas tectónicas, la actividad volcánica, la caída de meteoritos, pero principalmente, por los movimientos de la Tierra y sus respectivas variaciones. La clase de ciencias naturales se quedó corta al enseñarnos los movimientos de nuestro planeta, sumados a los ya bien conocidos movimientos de rotación y translación, la Tierra presenta otros cuatro, interdependientes entre ellos.

El primero de ellos es el movimiento de precesión de los equinoccios. Este movimiento es el que hace el polo norte terrestre respecto al punto central de la elipse que describe la Tierra en el movimiento de traslación. Con el objetivo de generar un mayor entendimiento por parte del lector, se realizarán comparaciones analógicas. Imaginemos un trompo el cual gira sobre sí mismo ya muy debilitado, estando su ajuga en el centro de un transportador de 360 grados. Además, imaginemos una lámpara que lo alumbra desde uno de sus lados, ubicada a la misma altura que el trompo. La cantidad de luz que le llegará a cierta parte de su superficie dependerá del grado del transportador bajo la vertical del sombrero del trompo. Lo mismo sucede con nuestro planeta, variando la parte de su superficie en la que recibe más radiación solar, teniendo un efecto directo sobre la temperatura.

Después, tenemos el movimiento de nutación. Se produce por una suerte de vibración del eje polar terrestre, lo que provoca que, durante el movimiento de precesión de los equinoccios, los círculos que se describen no sean perfectos, sino irregulares. Regresemos al trompo. Ahora, por alguna razón, el trompo empieza a vibrar, quedando su sombrero más cerca del suelo por momentos, y más alejados de el por otros. En el caso de nuestro planeta, esto se debe por la fuerza gravitatoria de la luna, funcionando como un estabilizador y evitando que esta “vibración” sea muy elevada. Si los polos del planeta (el sombrero del trompo) estuvieran más inclinados (más cerca del suelo), recibirían una mayor radiación del sol, derritiéndolos, y en el caso contrario, que su inclinación fuera menor, daría paso a la expansión de los hielos de los polos.

En tercer lugar, está el Bamboleo de Chandler, este es un movimiento oscilatorio del eje de rotación de la Tierra, haciendo que la Tierra se desplace hasta un máximo de 9 metros de la posición esperada en un momento en particular. Aún no se encuentran las causas de este movimiento, sin embargo, estudios recientes han planteado que se debe a las presiones oceánicas del fondo marino y a cambios de la temperatura global. Para nuestro trompo esto representaría que su aguja se mueva algunos centímetros de posición, es decir, que su eje cambie.

Por último, está el movimiento de precesión del perihelio. Este movimiento está relacionado con la traslación, y es que, además de tener en cuenta el efecto de atracción del sol en este movimiento, debemos tener en cuenta el efecto gravitatorio de otros planetas. Ahora nuestro trompo está dando vueltas alrededor de la lámpara, formando una elipse, como lo hace nuestro planeta, pero ahora esta elipse cambia de orientación con respecto a un observador aparente, o nosotros, habiendo lanzado nuestro juguete. Si la excentricidad de la elipse fuera mayor (que por momentos el trompo se alejara más de la lámpara) daría paso a una glaciación, y viceversa, si la excentricidad de la elipse fuera menor (que el trompo se encontrara más cerca de la lámpara), daría paso a una edad con un calentamiento global generalizado.

La mano humana ha tenido un impacto negativo en la temperatura del planeta, es innegable, pero vale la pena recordar que la Tierra pasa por periodos de calentamiento y enfriamiento, encontrándonos actualmente en uno de calentamiento resultado de la combinación de variaciones orbitales en los movimientos de la Tierra recién descritos y sustentados en la teoría de ciclos de Milanković.

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