El agua y la vida.
- Francisco Javier Escamilla
- 29 julio, 2021
- Columnas
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Continuando con las características maravillosas del agua, esta vez me referiré al agua como fuente de vida. Cuando escuchamos que “el agua es vida” es algo más que una frase idílica, ya que fue en el agua donde se originó la vida, y allí nació esa larga evolución que une a las plantas y animales primitivos, que virtualmente no son más que agua, con el hombre, que es dos tercios de agua. Antes de nacer, el ser humano pasa más de treinta semanas en el agua del protector saco membranoso, dentro del claustro materno, y por su cuerpo fluye el agua hasta el día de su muerte. El ser humano puede soportar varios días sin comer: se dice que cierto faquir indio sobrevivió 81 días de ayuno; pero sin agua, lo más que el ser humano puede soportar son 10 días. Algunas bacterias florecen sin oxígeno, pero ni ellas ni forma alguna de vida puede desarrollarse sin agua, que se enfrenta con obstáculos diversos para penetrar en las células vivas de plantas y animales, y desafía la ley de la gravedad para ascender por los árboles más altos.
Como he explicado en anteriores entregas, el agua del planeta Tierra estaba ya presente cuando se formó éste. Llenaba los océanos antes de que fuera creada la actual atmósfera, y fue esa circunstancia la que llevó al desarrollo de la vida. Ahora, el oxígeno que hay en la atmósfera absorbe gran parte de los rayos ultravioleta emitidos por el Sol, pero allá, en los comienzos del mundo, esta porción energética del espectro solar llegaba ininterrumpidamente a los grandes mares primitivos. En aquellos tiempos, el agua contenía grandes cantidades de amoniaco, metano y bióxido de carbono; es decir, todos los elementos necesarios para formar las moléculas vivientes. Tal vez la poderosa radiación ultravioleta haya estimulado el acomodo y reacomodo de estos elementos, hasta que, finalmente, por mera casualidad, se formaron compuestos capaces de reproducirse. Si esta síntesis casual, estimulada por el Sol y sostenida por el agua, continuó en el curso de cientos de millones de años, es probable que de allí evolucionaran los organismos vivientes.
La importancia del agua en la iniciación de la vida puede verse aún en todas las funciones de los organismos vivos, tanto vegetales como animales. Los más sencillos organismos unicelulares medran en el agua, que los penetra; corre hacia adentro y hacia afuera de sus paredes, llevándoles alimento y limpiándolos de impurezas. Tratándose de formas superiores de vida, el proceso es el mismo, aunque más complicado. Con pocas excepciones, las plantas sintetizan sus alimentos extrayéndolos del agua y del aire. Para sobrevivir, tienen que proceder como tuberías extrayendo el agua del suelo, distribuyéndola por sus células y vaciando el excedente en el aire.
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