No te estoy diciendo que será fácil, te estoy diciendo que valdrá la pena.

Cuando haces las mejores cosas, pasan momentos correctos, buenos, precisos, bellos e inolvidables, aquellos que nutren y alimentan el alma, con fe y esperanza y que convergen en una cualidad única y hasta extrasensorial; a veces, ¡ocurre que lo único que necesitas hacer es tenerlos y listo! la magia aparece por sí sola y genera mayor atracción, corresponsabilidad, y una decente brazada de ida y vuelta sin temores, sin miedos, sin recelos, sin ataduras, sin contratos banales de por medio, sin límites, y mucho menos sin condiciones y con elevadas expectativas. Cuando esto se logra se sabe que la asertividad y la empatía hacen su trabajo de embellecer los más altos estándares de satisfacción en todos los niveles, aumenta la dopamina y los segundos parecen eternos, estalla uno en júbilo y atrapa por siempre y para la eternidad el simple y complejo hecho de ser ganador absoluto a pesar de haber aguantado vara, resistiendo los embates más severos del olvido, las garras temibles del auto destierro y por supuesto él o los desgarros de lo más profundo del ser; las entrañas que parecían desmoronarse, con el corazón arrugado y estrujado, muy a menudo con pensamientos negativos producto de las debilidades, con lágrimas de sangre que resbalan por todo el cuerpo, incansables horas de desvelo con imágenes paseándose como bailarinas en cualquier escenario, desgañitándose hasta el cansancio sin ser escuchado, lamentos por doquier, pasos lentos y con la mirada perdida, cabizbajo y sin sentido por lo perdido…pero nadie da garantía de que de verdad se pierde lo querido, lo anhelado, lo deseado, porque podrán días, semanas, años, meses y años, y la esencia permea toda situación. Los retos convertidos en el pasar del padre cronos, va empuñando una visión alentadora, capaz de hacer resurgir lo inimaginable. Esos son los momentos que pasan a ser vitales, porque te transforma (no en la última) para sonreír, para gozar, para deleitarte, para disfrutar. ¡La efervescente y al mismo tiempo fugaz capacidad de resarcir tus propios daños está en un tris, ¡claro! siempre y cuando lo quieras, lo busques, lo generes y lo efectúes. Pero también es real que no se puede solo, para que eso sucede por lo menos se necesita a esa otra parte de ti, esa que ves insistentemente en tus pasajes imaginarios y deseados, aquella que hace toda una maratón completa alrededor de tu cabeza y nunca jamás se cansa ni cansará, esa que, aunque no lo sepas, para bien o para mal, te genera odio y amor, delicadeza y rudeza, ironía y suavidad, hartazgo y necesidad, llanto y risas, abrazos y distancias, necesidad y desprecio, cansancio y muerte…
Pero muere lentamente quien no lo intenta, quien se queda con él qué habría pasado y con aquellas imágenes revolucionarias de tiempo pasado; la inercia de la más reciente ocasión de los intentos parece haber abollado el pecho, hecho trizas el cerebro, destripado el ser por completo y en el desconsuelo del llanto con el corazón sangrante aún palpitante en las manos, suave, lentamente con la agonía a cuestas y con una que otra gota combinada de llanto y sangre que parece detenerse finalmente, surge esa anhelada esperanza. Esa chance que te da la vida, el destino, el cosmos, Dios, lo que quiera que sea y creas, pero aferrarse a conseguirlo, a lograrlo, a conquistarlo, sin duda alguna es lo mejor de la vida misma. Podrás caer y deberás necesaria y obligadamente a levantarse mil veces si es preciso, más aún cuando se tienen conceptos claros de lucha y voluntad. Además, cuando se unen almas por un mismo fin, ocurren los milagros…Pero justamente ahí radica el éxito o el fracaso, si no se comulga ya con la misma idea no habrá camino en común, cada quien tomará el rumbo aun a sabiendas de que pudo hacerse un intento más. Las bases están ahí desde que comenzó el clásico apretón de manos, continuo con seguimiento específico de crecimiento a la par de los años, la unión era inevitable, es más, surcó los aires con tal grandeza que lo único que presagiaba era éxito a pesar de los daños colaterales, de los años pasados y de ese dolor inevitable pero que deja enseñanza. Fingir que no pasa nada, o las clásicas muestras de aparente no importancia como: ya ni modo, ya qué, pasan a ser sentencias a posteriori, por ello lo mejor de los casos es no claudicar y reunirse una vez más con mayor ahínco y vehemente decisión, así ganan los grandes, los auténticos guerreros que dejan a su paso una gran herencia de conocimiento, aptitudes, y ganas, muchas ganas de querer, pero sobre todas las cosas: ¡amor! Y es lo que mueve, lo que se necesita, lo que se genera, se construye y edifica con plataformas bien estructuradas y como límite el cielo. Por eso, quienes hoy han alcanzado el momento perfecto en el deporte, lo han conseguido con base en sufrimiento y el gozo es más elocuente, acá no hay de merecimientos sino de construcciones diarias, de ir por la victoria a sabiendas de que se puede perder, pero no dejar de luchar por lo que se quiere porque cuando se logra la conquista, lo es todo y solo reafirma que el paso del tiempo confirma que todo es un para qué en constante movimiento.
Hoy tocó el turno en el futbol, en la Copa América a la selección de Argentina con todo y Lionel Messi y por favor, basta ya de señalar que se lo merecía porque sólo con trabajo y dedicación y no bajar la guardia lo consiguió en compañía de otros, también fue el turno del resurgimiento de Italia que venció a sus propios miedos y se volvió a erguir como una serie potencia en pos de tomar su rol protagónico; veremos que sucede en la NBA, y quién es quién y pronto seremos testigos (ojalá) de una justa deportiva tan atípica que se funden hoy mis letras en fe y esperanza de que todo camino, esfuerzo, necesidad y necedad rinda los frutos al final de la historia: ser feliz!!!
Pásenla bien!!!