Colombia, crónica de la muerte anunciada del neoliberalismo feudal

Desde hace dos semanas, una serie de manifestaciones sociales han cobrado fuerza en la hermana República de Colombia, un país que siempre había llamado la atención en América Latina por su aparente tranquilidad, por no decir pasividad, en lo referente al desarrollo de la función pública, hoy vive una serie de manifestaciones convocadas por los sindicatos, los estudiantes universitarios y organizaciones sociales que han puesto en jaque al gobierno del presidente Iván Duque, después de que su gobierno anunciará una reforma fiscal que pretendía aumentar el IVA a productos y ajustar la distribución tributaria de la población colombiana que paga ISR, una medida que se consideró impopular en virtud de la serie de beneficios tributarios que las clases sociales más privilegiadas obtienen del fisco.
Una medida por demás inverosímil por dos razones, la primera por darse en tiempos de la pandemia por COVID-19 que ha golpeado económicamente a todo el mundo, situación de la cual no se han visto exentas las clases más desprotegidas de Colombia, y por otro lado, por darse a tan sólo un año de que culmine el periodo del actual presidente, quien si bien es cierto, tiene la posibilidad de concurrir a la reelección en los próximos comicios presidenciales a celebrarse el próximo año, cuenta con una muy baja popularidad entre el electorado colombiano, la cual contrasta con la del senador de izquierda y excandidato presidencial, Gustavo Petro, quien sigue gozando de una buena aceptación por amplios sectores de la población.
Una vez expuesto lo anterior, vale la pena resaltar que una vez que estallaron las manifestaciones en contra de referida reforma fiscal, el gobierno se vio en la necesidad de anunciar el retiro de la propuesta ante el poder legislativo colombiano, además de anunciar la renuncia del ministro de Hacienda de dicho país. No obstante, y para sorpresa de muchos, las protestas y paros han continuado en el país sudamericano, las cuales se han extendido de la capital hacia las ciudades más importantes como Medellín, Cali, Barranquilla, Santa Marta, sólo por mencionar algunas, hecho que ha colmado la paciencia del gobierno colombiano, quien ha sacado a la policía antimotines a las calles para reprimir las protestas multitudinarias, aunado a la emisión de mensajes amenazantes por parte del presidente Iván Duque y del derechista expresidente Álvaro Uribe, quienes en infortunadas declaraciones a través de los medios y de las redes sociales han acusado de que existe un complot por desestabilizar al gobierno por parte de grupos como el ELN, las FARC, el narcotráfico, el gobierno de Venezuela o el propio Gustavo Petro, acusaciones que se convierten en una perorata sin sentido, sobre todo si se realiza un análisis geopolítico de la actual política colombiana.
En razón de lo anterior, surge una incógnita: ¿Qué es lo que realmente está sucediendo en Colombia?, a manera de respuesta podríamos resumirlo como el desgaste de la hegemonía del sistema neoliberal en el país andino y caribeño. Lo anterior, porque a la fecha Colombia es de los pocos países en Latinoamérica en los que jamás ha habido un gobierno emanado de la alguna fuerza de izquierda, habiendo tenido gobiernos vinculados fuertemente con expresiones liberales de derecha y pro católicas. Asimismo, resulta fundamental resaltar que desde los inicios de la década de los ochentas del pasado siglo XX, los nexos políticos entre Estados Unidos y Colombia han sido sumamente sólidos, llegando incluso a instalar bases militares norteamericanas en territorio colombiano para fortalecer la presencia de los intereses del país de las barras y las estrellas no sólo en Colombia, sino en la región sudamericana en general.
Bajo este tenor, una de las acusaciones que han salido a la luz en medio de esta crisis, es que el gobierno colombiano ha gastado miles de millones de dólares en armamento, tal es el caso de una compra muy onerosa de aviones cazas para combatir una posible escalada militar con Venezuela, recordando que la relación entre ambos países no es muy buena, ya que que los Estados Unidos se ha encargado de tensar esa relación en foros y organismos internacionales en razón de la vecindad geográfica entre ambas naciones. Además de los grandes costos que significa mantener a una burocracia colombiana que desde hace décadas ha sido denunciada por la ciudadanía como profundamente corrupta. Por lo que estos dos hechos, han gestado que como ha sucedido en países como México o Argentina, la exigencia popular sea el contar con un control del gasto público, establecer políticas de austeridad y terminar con las pensiones vitalicias de los expresidentes.
Finalmente, el drama que se vive en Colombia llama la atención por el hermanamiento de los sectores sociales que se sientes vulnerados, por nuevas manifestaciones en las formas de hacer valer el derecho de la libertad de expresión, pero también por un presidente Iván Duque que ha sido ampliamente manipulado por el expresidente Álvaro Uribe quien siguiendo la amplía tradición de muchos expresidentes latinoamericanos, continúa sintiéndose el señor feudal neoliberal que se resiste a salir de la escena política.
Twitter: @EdgarMaPe