Lo que se esconde detrás de las cifras

Por: Elva María Maya Marquez

Escuchar sobre desapariciones, cuerpos no identificados y fosas clandestinas se ha vuelto algo cotidiano. El hecho de hablar de este tema parece algo tan sencillo como pensar en un número, en cifras estratosféricas que ni siquiera podemos dimensionar para hacer referencia a los mexicanos reportados en calidad de desaparecidos, que de acuerdo con cifras oficiales asciende a más de 40 mil, a la que se suman cerca de 26 mil cuerpos sin identificar y más de mil fosas clandestinas.

Las preguntas que vienen a mi mente son varias; ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué?. En qué momento nos volvimos seres humanos tan insensibles e indiferentes ante situaciones de esta naturaleza. Cada una de las personas desaparecidas forman parte de una interminable lista y de una situación lacerante que envuelve al país, un país que pareciera que por momentos se le olvida que al hacer referencia a personas no localizadas o no identificadas, representa una historia de la que se desconoce si alguien decidió poner un punto final o bien, estamos en una especie de puntos suspensivos.
El día de hoy, quiero aprovechar este espacio para hacer una reflexión y tratar de entender lo que se esconde detrás de esas cifras, de esos 40 mil desaparecidos y 26 mil cuerpos sin identificar; madre o padre de familia, estudiante, periodista, joven, comerciante, niña, miembro de algún grupo indígena, activista social, maestro, vecino, amiga, conocido etc., que independiente de su rol social, existe un común denominador, es un ser humano que de acuerdo al artículo 3° de la Declaración Nacional de Derechos Humanos, tiene o tenía derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona.
Solo un ser humano del que no se tenga razón de su paradero, representa un plan de vida truncado, sueños, anhelos, metas, retos que cumplir y objetivos que alcanzar. Cada uno con familiares y amigos que desde el día que no volvieron a saber nada de él o ella, su vida seguramente no ha vuelto a ser la misma, vivir o intentar hacerlo con una ausencia de este tipo y con la incertidumbre de no saber dónde buscar, pensarlos con vida o no, es algo que desgasta y cada día que pasa lo vuelve aún más difícil de afrontar.
El gobierno de la cuarta transformación ha prometido el combate a la corrupción y a la impunidad y este, parece un buen tema para intentarlo. No obstante, sería injusto pasar por alto el hecho de que esta crisis es una herencia que viene de muchos años atrás. Por lo anterior, el hallazgo de una persona y la resolución del caso, es motivo de esperanza en un presente que nos lastima y erosiona como sociedad.
El pasado fin de semana, se anunció la reinstalación del Sistema Nacional de búsqueda de personas, que de acuerdo con la declaración del presidente de la república, contará con un presupuesto de 400 millones de pesos para este 2019. México no puede ser un cementerio, no podemos seguir enterándonos de casos como el de Jalisco, donde los cuerpos de personas sin identificar transitan en un tráiler por las calles. El problema se ha desbordado y las cifras son solo una aproximación a nuestra realidad, existen entidades como Veracruz, Tamaulipas y Guerrero que concentran el mayor número de desaparecidos sin embargo, la problemática es nacional y no se puede esperar más para emprender acciones que generen resultados positivos.
Si todo se da conforme a lo planteado, en tres meses, en este mismo espacio, podremos conocer los avances en la materia.