“DESDE LA BARRERA”
- Sergio Garza Gutiérrez
- 3 noviembre, 2021
- Columnas
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CON LA MUERTE, SIGUE EXISTENTE Y PREVALECE LA VIDA, YA QUE MIENTRAS LOS RECORDEMOS NO MUEREN
Ayer se celebró en nuestra nación lo que desde las épocas precolombinas se conoce el día de muertos, que sigue bien metida hasta el tuétano de nuestra inmensa e inconmensurable cultura.
Y que mejor pretexto se nos presenta en esta ocasión de mejor comprar flores no para las tumbas, sino para las personas vivas que tenemos a nuestro lado.
Cabe señalar que la fiesta de día de muertos en la tradición mexicana es una celebración a la propia muerte como figura y la ofrenda es la manifestación de las ideas de los antiguos mexicanos sobre la permanencia de los lazos que se mantenían con los difuntos, y que es más que decir, es centenaria.
En estas fechas inmediatas pasadas ilustre lector, los días con los que comienza el mes de noviembre se convierten en un ritual de antecedentes prehispánicos en el que se levantan altares para honrar a los santos difuntos, o como se les debe de decir a nuestros muertos.
Trataré en breve líneas explicar dicha conformación, se ubica una mesa para recibir la presencia de quienes ocuparon un lugar en el mundo de los vivos y que ahora toman forma en esencias, alimentos, bálsamos y elementos que los traen de vuelta, y claro está que son totalmente bienvenidos.
La mesa puesta es la ofrenda, una práctica extendida desde que en el México prehispánico se rendía culto a los difuntos con rituales mortuorios destinados a encaminar su alma hacia el lugar de la muerte que les correspondía: Mictlán o Tlalocan, lo que podemos citar como el inframundo.
La ofrenda es la manifestación de las ideas de los antiguos mexicanos sobre la permanencia de los lazos que se mantenían con los difuntos, los que no abandonan del todo este plano y conviven con los vivos, para los antiguos pueblos indígenas de México, y hasta ahora, la muerte es vida y trascendencia que se traduce en rituales como las ofrendas de día de muertos, ya que la vida solo es un paso entre dos dimensiones.
La ofrenda de día de muertos comprende una práctica sagrada en la que las dádivas se representan a través del pan, la sal, la fruta, el agua, el vino y el alimento preferido del difunto y que además tienen características muy particulares entre cada región, por lo que la final de cuentas no es más que el reencuentro de lo ritual que convoca a la memoria para dialogar con el recuerdo de los muertos, de nuestros muertos.
La ofrenda de las tradiciones indígenas, y dentro de los elementos que no pueden faltar nunca se encuentran el agua que es representado como la fuente de vida que se les da para mitigar su sed y fortalecer su regreso.
Uno de los elementos alquímicos más importantes que existen de los cuatro que hay como lo es la sal, que se reconoce como un elemento purificador y que ayuda a que el cuerpo no se corrompa y se mantenga en condiciones para su viaje de vuelta y su próxima venida.
De la misma forma las luces, o llamadas coloquialmente la ubicación de velas, más que de veladoras, que representan la luz que guía a las ánimas en su visita y de vuelta a su morada así como la fe y la esperanza, y que antiguamente se utilizaban ramas de ocote para este fin.
Que es un elemento muy mexicano e indispensable es el Copal, ya que se cree, que se limpia el lugar de la ofrenda de los malos espíritus para que el alma pueda entrar sin ningún riesgo de seres de otras densidades, el cempasúchil que se usa como guía a nuestros muertos y su regreso de estos días de visita a los lugares que les corresponde, de la misma forma se utiliza y se ubica un petate, que se coloca para que las almas de los muertos descansen, otro elemento fundamental es el Pan que representa y es el símbolo máximo de la fraternidad que siempre debe de coexistir, y en varias de las ofrendas que se brindan en este nuestro hermosísimo país se encuentran las fotografías que gráficamente no son para ellos, sino para nosotros recordarlos de una forma más precisa, en muchos lugares de México se acostumbra levantar ofrendas de siete, tres o dos niveles, cada uno con un significado diferente, ya que cada uno representa situaciones diferentes, por citar cierto simbolismo se dice que el primero lleva elementos referentes a la tierra como frutos o un petate, mientras que en el último se coloca el retrato del difunto para simbolizar el lugar donde se encuentra: el cielo, y los demás las luces, la comida la esencia, la bienvenida, y el regreso de las dos dimensiones, en síntesis ilustre lector así de rica y de diversa es la cultura mexicana; HASTA AQUÍ MIS LINEAS…
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