El SIDA en la comunidad maya peninsular, notas para entender los factores de una discriminación silenciosa, (Parte I)

Hace cuatro años cenaba en la terraza de un restaurante del Paseo Montejo de la ciudad de Mérida, Yucatán, entre música de jazz y brindis con vino tinto, alcancé a ver la lánguida figura de un hombre que se movía entre las sombras de los árboles de ceiba, sin más se acercó al barandal que separaba la terraza del lugar con el andador peatonal para ofrecerme la venta de unas pulseras, mientras eso sucedía alcancé a ver que detrás de él se encontraban una mujer de la misma edad y dos niños, todos con aspecto famélico y enfermizo, entonces le pregunté: ¿La mujer y los niños son tu familia?, asintiendo con la cabeza, percatándome que la mujer hablaba con sus menores en una lengua aparentemente indígena, por lo que le pregunté: ¿Ustedes son mayas?, respondiéndome: ¡Sí somos mayas y tenemos SIDA!, sin tratar de ser invasivo indagué si recibían algún tratamiento antirretroviral, exclamando que sí, que hacía unos meses que habían descubierto su padecimiento. Asimismo, me contó que eran miembros de una comunidad maya internada en la selva cercana a Chichén Itzá, por lo que al enterarse sus vecinos que tenían SIDA, es decir, la fase crónica del virus VIH, fueron expulsados, viéndose obligados a migrar a la ciudad de Mérida para recibir tratamiento por parte de las autoridades sanitarias, pero que vivían en la calle y precisamente hacían esas pulseras para subsistir ya que nadie los empleaba por su padecimiento.
Sirva esta anécdota para retratar una realidad en los estados de Quintana Roo, Yucatán y Campeche, que cuentan con población maya, ya que de acuerdo a los datos actualizados al segundo trimestre 2020, emitidos por la Dirección de Vigilancia Epidemiológica de Enfermedades Transmisibles, del Centro Nacional para la Prevención y Control del VIH y el SIDA, se observa que los casos de Sida según Estado de residencia y año de diagnóstico, 2014 – 2020, se ha mantenido un alto porcentaje de incidencia en dichas entidades federativas (CENSIDA, 2020, pág. 11), aclarando que se habla de casos de SIDA, no así de infecciones por VIH.
Bajo este orden de ideas, con los datos estadísticos publicados por el gobierno federal no se afirma que la totalidad de los casos reportados en estas entidades sean totalmente personas de extracción indígena y mucho menos exclusivamente pertenecientes a la etnia maya. Una vez hecha esta aclaración, el tema a analizar es la doble discriminación a la que son sujetos los miembros de este grupo étnico en particular, pero ¿Cómo entender la discriminación étnica?, a manera de respuesta: “La discriminación étnica revela las desigualdades entre los grupos étnicos de uno o varios países. Estos grupos se reconocen y son particularizados por identificaciones compartidas, tales como la lengua y la cultura, entre otras. En este sentido, la discriminación étnica es una de las varias manifestaciones de la desigualdad horizontal” (Puyana Mutis & Horbath, 2019, pág. 31).
Cabe aclarar que cualquier práctica discriminatoria en México, ya sea étnica, de género, sexual, de salud, por mencionar algunas, se encuentran proscritas en razón de lo establecido en el párrafo quinto del artículo 1° de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, aunque en la práctica continúan suscitándose, para muestra de lo anterior el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED), considera lo siguiente: “La población indígena es objeto de múltiples prejuicios y estigmas. Por citar un caso, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Discriminación (Enadis) 2017, un tercio de nuestro país cree que la pobreza de las personas indígenas se debe a su cultura (Conapred 2018)” (CONAPRED, 2018, pág. 1).
Bajo este tenor, la proliferación en la transmisión del VIH-SIDA obedece a múltiples factores, aunque “Entre las condiciones que delinean y configuran los escenarios de vulnerabilidad vinculados a la potencial adquisición de VIH/sida resalta de manera particular […] condiciones de vulnerabilidad que se han identificado, tales como la etnicidad, la educación y el acceso a los servicios de salud, entre otras” (Quintal López & Vera Gamboa, 2015, págs. 199-200), sirva esta afirmación para señalar que las investigaciones sociales determinan que el factor étnico es un elemento de proclividad en la transmisión del VIH-SIDA, no por ser una condicionante per se, sino en virtud de que en múltiples contextos como el de la cultura maya en los estados de Quintana Roo, Yucatán y Campeche, la etnicidad va aparejada a realidades de marginación social como el desempleo, la falta de oportunidades y desarrollo tanto individual como colectivo, bajo nivel educativo, acceso a la salud y una educación sexual llena de tabúes, que habremos de analizar en la próxima contribución sobre este tema en Trinchera Global.
To be continued…
Twitter: @EdgarMaPe
Referencias:
CENSIDA. (2020). Vigilancia Epidemiológica de casos de VIH/SIDA en México. Registro Nacional de Casos de VIH y Sida. México. https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/578479/Informe_Hist_rico_2020_DVEET_VIH-Sida_2do_Trimestre_ok.pdf
CONAPRED. (2018). Ficha temática Pueblos Indígenas. México: CONAPRED.
Puyana Mutis, A., & Horbath, J. E. (2019). Elementos de discriminación estructural y brechas de desigualdad laboral hacia los pueblos indígenas mexicanos. México: CONAPRED.
Quintal López, R., & Vera Gamboa, L. (diciembre 2015). Análisis de la vulnerabilidad social y de género en la díada migración y VIH/SIDA entre mujeres mayas de Yucatán. (UNAM, Ed.) Estudios de cultura maya, 46.