CUIDAR LA SALUD DEL PASTOR Y DE LA COMUNIDAD:
- Daniel Valdez García
- 21 noviembre, 2025
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MARCADORES, CALIDAD Y RIESGO
Pbro. Dr. Daniel Valdez García
INTRODUCCION
Queridos hermanos,
Mediante este artículo, con duración de 20 minutos, pretendo compartir la importancia del cuidado de la salud personal y comunitaria, lo hago como un homenaje a San Lucas, el “médico amado” (Colosenses 4,14), que este año nos acompañado en el ciclo litúrgico C.
Quisiera comenzar con una idea muy sencilla, pero profunda: *cuidar la salud no es obsesionarse con “morir sanos”, sino vivir con más plenitud la misión que Dios nos confía*.
La vida que hemos recibido es un don, y nuestro cuerpo forma parte de esa vocación. No es un simple “vehículo” que usamos hasta que se desgaste, sino un componente esencial de nuestro servicio: con este cuerpo caminamos, celebramos, escuchamos, consolamos, estudiamos, discernimos.
El Magisterio reciente nos recuerda que el anuncio del Evangelio debe llegar a toda la vida de las personas, a sus necesidades concretas y a sus sufrimientos cotidianos (Francisco, 2013). En nuestro caso, como sacerdotes, el cuidado de la salud tiene una dimensión particular:
• No sólo somos responsables de nuestra propia salud,
• también tenemos una responsabilidad hacia la salud de la comunidad que se nos ha confiado (Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitarios, 2013).
A ejemplo de Jesús, el Buen Pastor, que se preocupa por la persona entera, cuerpo y alma, nosotros estamos llamados a un liderazgo que incluya también el cuidado de la vida y la salud de nuestro pueblo, sin reducir el Evangelio a “bienestar”, pero tampoco ignorando el sufrimiento evitable. La *pastoral de la salud* subraya, precisamente, que el cuidado del enfermo y la promoción de la salud son dimensiones constitutivas de la misión eclesial (Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitarios, 2013; Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios, 1995).
Es importante no caer en los extremos:
• Por un lado, la *obsesión* por la salud perfecta, creyendo que, si hacemos todo bien, nunca nos enfermaremos ni moriremos.
• Por otro lado, la *indiferencia*: “de algo me tengo que morir”, “yo estoy para trabajar, no para cuidarme”.
La propuesta es un camino *responsable y sereno*:
• Reconocer que somos limitados.
• Aceptar que podemos enfermarnos.
• Pero al mismo tiempo, hacer lo que está de nuestra parte para cuidar este don de Dios y acompañar mejor a nuestra gente.
Para eso, quiero presentarles tres herramientas muy sencillas:
1. Los *marcadores de salud*.
2. Los *indicadores de calidad* en la atención.
3. Los *marcadores de riesgo*.
2. MARCADORES DE SALUD: CONOCER “CÓMO ESTAMOS”
Primero, hablemos de los *marcadores de salud*.
De forma sencilla, podríamos decir: *son datos medibles que nos dicen cómo está nuestra salud*, tanto a nivel individual como comunitario (World Health Organization, 2022).
Ejemplos que todos conocemos:
• La presión arterial.
• La glucosa en sangre.
• El colesterol.
• El peso y la circunferencia de la cintura.
No son sólo números fríos. Detrás de cada cifra hay una historia, una persona, una oportunidad de prevenir. La evidencia internacional muestra que la identificación temprana de alteraciones en estos marcadores reduce complicaciones y mejora la calidad de vida (Arnett et al., 2019; Whelton et al., 2018).
Pongo un ejemplo muy concreto, que puede darse en cualquier parroquia: Un feligrés comenta: “Padre, yo me siento bien, nunca me reviso, no lo necesito”. Participa en una jornada de salud organizada en la comunidad: se le toma glucosa en ayunas y sale muy elevada.
Ese número, ese marcador de salud, le permite descubrir un problema a tiempo y evitar complicaciones graves.
Lo mismo vale para nosotros, sacerdotes. Les hago una pregunta, simplemente para reflexión personal:
• ¿Cuándo fue la última vez que se midieron la presión arterial?
• ¿Cuándo fue la última vez que se checaron la glucosa o el colesterol?
No es curiosidad médica; es una pregunta pastoral. Si nosotros nos descuidamos al grado de enfermarnos seriamente por falta de prevención, ¿qué pasará con la comunidad que necesita nuestro ministerio?
Los marcadores de salud nos sirven para tres cosas principales:
1. *Prevenir*: ver riesgos antes de que haya enfermedad manifiesta.
2. *Monitorear*: si ya tenemos alguna enfermedad diagnosticada, saber cómo va.
3. *Dar testimonio*: un sacerdote que se revisa, que se cuida, puede invitar con mayor credibilidad a sus fieles a hacer lo mismo.
Desde la pastoral, podemos hacer mucho con cosas sencillas:
• Organizar, junto con personal de salud, *jornadas de toma de presión, glucosa y peso* en la parroquia.
• Explicar brevemente, después de misa o en una reunión, qué significan esos números y por qué es bueno revisarlos al menos una vez al año.
• Animar especialmente a quienes tienen más riesgo (personas mayores, con sobrepeso, con antecedentes familiares) a no dejar pasar el tiempo.
No se trata de convertirnos en médicos, sino en *pastores que ayudan a su gente a cuidar la vida* con responsabilidad (World Health Organization, 2021).
3. INDICADORES DE CALIDAD EN LA SALUD: LA DIGNIDAD EN LA ATENCIÓN
El segundo punto son los *indicadores de calidad en la atención de la salud*.
No basta con que haya un hospital o un consultorio. Importa mucho cómo se atiende a las personas:
• Con qué recursos.
• Con qué cuidado.
• Con qué resultados.
De manera clásica se distinguen tres tipos de indicadores (Donabedian, 1988):
1. *Estructura*: con qué cuenta el servicio de salud.
– ¿Hay suficientes médicos y enfermeras?
– ¿Hay camas, medicamentos, equipo básico?
2. *Proceso*: qué se hace durante la atención.
– ¿Se lavan las manos entre paciente y paciente?
– ¿Se aplican correctamente los medicamentos?
– ¿Se siguen protocolos para evitar caídas, infecciones, errores?
3. *Resultado*: qué pasa finalmente con el paciente.
– ¿Cuántas infecciones intrahospitalarias hay?
– ¿Cuántas personas vuelven a ingresar por la misma causa?
– ¿Cómo valoran los pacientes el trato recibido?
La Organización Mundial de la Salud y diversos sistemas de salud han desarrollado manuales e indicadores concretos para evaluar estos aspectos, porque la calidad de la atención impacta directamente en la seguridad y la vida de las personas (Secretaría de Salud, 2017; World Health Organization, 2021).
Quizá pensemos: “Eso es cosa de los médicos y directivos de hospitales”. Sin embargo, como sacerdotes que acompañamos enfermos, estas cosas nos tocan muy de cerca.
Cuando visitamos a un enfermo:
• Vemos si está limpio, si se respeta su intimidad, si lo tratan con respeto.
• Escuchamos a la familia, que nos cuenta cómo se sienten en ese lugar.
• Percibimos cuando algo no está bien, aunque no sepamos los detalles técnicos.
Nuestro rol no es mandar en el hospital, pero sí podemos:
• Ser voz respetuosa en favor del *trato digno*.
• Acompañar a la familia cuando enfrenta decisiones difíciles.
• Servir de puente entre el paciente y el personal de salud, favoreciendo el diálogo y la comprensión mutua.
En la parroquia podemos:
• Fortalecer o crear una *Pastoral de la Salud* que visite enfermos, escuche, acompañe, ore con ellos (Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitarios, 2013).
• Formar agentes que sepan respetar los tiempos y normas de los hospitales, pero que sean también defensores de la dignidad del enfermo.
• Colaborar con el personal de salud en campañas de información y prevención (World Council of Churches, 2005).
Al final, los indicadores de calidad son otra forma de hablar de algo muy evangélico: *la dignidad de la persona que sufre*. Cuidar la calidad en la atención es también cuidar al Cristo que se identifica con el enfermo (Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios, 1995).
4. MARCADORES DE RIESGO Y DETERMINANTES SOCIALES: FOCOS AMARILLOS QUE INVITAN A CAMBIAR
El tercer elemento son los *marcadores de riesgo, ligados muchas veces a los determinantes sociales de la salud*.
Los marcadores de riesgo son características o situaciones que *aumentan la probabilidad* de ciertas enfermedades. No significan que la persona va a enfermarse con seguridad, pero indican una mayor vulnerabilidad (World Health Organization, 2018).
Hay dos grandes grupos:
1. *Riesgos no modificables*:
– La edad: con los años, aumentan muchos riesgos.
– El sexo: hay enfermedades más frecuentes en hombres o en mujeres.
– La herencia familiar: si hay muchos casos de una enfermedad en la familia.
2. *Riesgos modificables*:
– Alimentación desordenada.
– Sedentarismo.
– Tabaquismo, consumo excesivo de alcohol, drogas.
– Estrés continuo, muy poco descanso.
– Falta de revisión periódica de parámetros básicos.
Pero además de estos factores individuales, hoy sabemos que la salud está profundamente condicionada por los *determinantes sociales*:
• La pobreza o la riqueza.
• El nivel educativo.
• Las condiciones de vivienda.
• El acceso o no a servicios de salud.
• La violencia, la discriminación, las oportunidades laborales.
La Comisión sobre Determinantes Sociales de la Salud de la OMS lo expresó con fuerza: “Las circunstancias en las que nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen las personas explican en gran medida las inequidades en salud” (Commission on Social Determinants of Health, 2008; Organización Mundial de la Salud, 2010).
Marmot (2015) ha mostrado cómo, incluso dentro de la misma ciudad, la esperanza de vida puede variar varios años entre barrios ricos y pobres.
Aquí conviene mirarnos con humildad. En la vida sacerdotal, ¿qué riesgos vemos con más frecuencia?
• Comidas a deshoras, muchas veces con prisas.
• Jornadas muy largas, con poco descanso real.
• Poca o nula actividad física.
• Acumulación de estrés por múltiples responsabilidades, sin espacios de recreación sana.
No se trata de sentir culpa, sino de *leer estos datos como llamadas de atención* de parte de Dios, a través de nuestra propia realidad humana.
Podemos preguntarnos, cada uno en su interior:
• ¿Qué dos aspectos de mi estilo de vida están afectando más mi salud?
• ¿Qué *pequeño paso concreto* podría dar en los próximos meses: caminar un poco cada día, dormir un poco mejor, ordenar un poco los horarios, pedir ayuda en alguna tarea?
A nivel comunitario, los marcadores de riesgo y los determinantes sociales también son muy importantes:
• Quizá en nuestra parroquia haya muchos casos de diabetes, hipertensión, adicciones, desnutrición, o alta violencia.
• Tal vez notamos que en ciertas colonias de la parroquia hay más hacinamiento, menos servicios básicos, más desempleo.
Todo eso influye en la salud (Commission on Social Determinants of Health, 2008; World Health Organization, 2021) y nos interpela pastoralmente. Como recuerda el magisterio reciente, el anuncio cristiano implica también un compromiso con la justicia y con condiciones de vida más dignas (Francisco, 2015; World Council of Churches, 2005).
Esos “focos amarillos” pueden orientar nuestras prioridades pastorales:
• Charlas sobre cuidado de la salud y estilos de vida más sanos.
• Acompañamiento a familias con problemas de alcoholismo o drogadicción.
• Actividades para personas mayores que están solas.
• Coordinación con centros de salud y autoridades locales para campañas específicas.
El mensaje de fondo es este: *los marcadores de riesgo y los determinantes sociales no son una condena, son una invitación a cambiar a tiempo y a trabajar por estructuras más justas*. Y la Iglesia, a través de sus pastores, puede acompañar ese cambio personal y comunitario (Francisco, 2013; Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitarios, 2013).
5. CONCLUSIÓN: ESPIRITUALIDAD DEL CUIDADO DE LA SALUD
Quisiera terminar con tres ideas muy breves:
1. *Nuestra espiritualidad incluye el cuerpo, el alma y la mente*. No sólo ofrecemos a Dios nuestras palabras y actividades, también le ofrecemos nuestro cansancio, nuestras fuerzas, nuestras enfermedades. Cuidar el cuerpo, dentro de lo razonable, es parte de ese culto espiritual y de la ecología integral a la que somos llamados (Francisco, 2015).
2. *Cuidarse no es egoísmo, es responsabilidad pastoral*. Un pastor que se cuida puede escuchar mejor, celebrar mejor, acompañar mejor. No somos imprescindibles, pero sí somos necesarios para muchas personas que Dios ha puesto en nuestro camino. La Iglesia ha insistido en que los agentes de pastoral de la salud, empezando por los pastores, necesitan también ser acompañados y cuidados (Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios, 1995).
3. *La comunidad necesita pastores que enseñen también a cuidar la vida*. No sólo con discursos, sino con gestos concretos y, en lo posible, con el propio ejemplo. Los marcadores de salud, los indicadores de calidad y los marcadores de riesgo —leídos a la luz de los determinantes sociales— son instrumentos al servicio del Evangelio de la vida (World Health Organization, 2006; Commission on Social Determinants of Health, 2008).
Les propongo un pequeño compromiso muy concreto:
• Que cada uno de nosotros, antes de que termine este año:
1) Se haga un chequeo básico (presión, glucosa, colesterol, peso).
2) Elija *un solo hábito de salud* que desee mejorar (sueño, alimentación, ejercicio, manejo del estrés).
3) Piense en *una acción sencilla *de pastoral de la salud que pueda impulsar en su comunidad: una jornada, una charla, un grupo, una visita organizada.
Pidamos al Señor que nos conceda la gracia de ser pastores que cuidan y se dejan cuidar, pastores que promueven la vida en todas sus dimensiones, siguiendo los pasos de Jesús, el Buen Pastor.
Muchas gracias.
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Referencias
Arnett, D. K., Blumenthal, R. S., Albert, M. A., Buroker, A. B., Goldberger, Z. D., Hahn, E. J., Himmelfarb, C. D., Khera, A., Lloyd-Jones, D. M., McEvoy, J. W., Michos, E. D., Miedema, M. D., Muñoz, D., Smith, S. C., Jr., Virani, S. S., Williams, K. A., Sr., Yeboah, J., & Ziaeian, B. (2019). 2019 ACC/AHA guideline on the primary prevention of cardiovascular disease. Journal of the American College of Cardiology, 74(10), e177–e232. https://doi.org/10.1016/j.jacc.2019.03.010
Commission on Social Determinants of Health. (2008). Closing the gap in a generation: Health equity through action on the social determinants of health. World Health Organization. https://www.who.int/publications/i/item/WHO-IER-CSDH-08.1
Donabedian, A. (1988). The quality of care: How can it be assessed? Journal of the American Medical Association, 260(12), 1743–1748. https://doi.org/10.1001/jama.260.12.1743
Francisco. (2013). Evangelii gaudium: Exhortación apostólica sobre el anuncio del Evangelio en el mundo actual. Libreria Editrice Vaticana.
Francisco. (2015). Laudato si’: Carta encíclica sobre el cuidado de la casa común. Libreria Editrice Vaticana.
Marmot, M. (2015). The health gap: The challenge of an unequal world. Bloomsbury.
Organización Mundial de la Salud. (2010). Marco para la acción sobre los determinantes sociales de la salud. OMS.
Organización Mundial de la Salud. (2018). Noncommunicable diseases country profiles 2018. World Health Organization. https://www.who.int/publications/i/item/9789241514620
Organización Mundial de la Salud. (2021). World health statistics 2021: Monitoring health for the SDGs, sustainable development goals. World Health Organization. https://www.who.int/publications/i/item/9789240027053
Pontificio Consejo para la Pastoral de los Agentes Sanitarios. (2013). La pastoral de la salud en la Iglesia. Manual para la formación. Libreria Editrice Vaticana.
Pontificio Consejo para los Agentes Sanitarios. (1995). Carta de los agentes sanitarios. Libreria Editrice Vaticana.
Secretaría de Salud. (2017). Manual para el desarrollo de indicadores. Gobierno de México. https://calidad.salud.gob.mx/site/editorial/docs/Mexico_manual_indicadores.pdf
Whelton, P. K., Carey, R. M., Aronow, W. S., Casey, D. E., Jr., Collins, K. J., Dennison Himmelfarb, C., DePalma, S. M., Gidding, S., Jamerson, K. A., Jones, D. W., MacLaughlin, E. J., Muntner, P., Ovbiagele, B., Smith, S. C., Jr., Spencer, C. C., Stafford, R. S., Taler, S. J., Thomas, R. J., Williams, K. A., Sr., … Wright, J. T., Jr. (2018). 2017 ACC/AHA/AAPA/ABC/ACPM/AGS/APhA/ASH/ASPC/NMA/PCNA guideline for the prevention, detection, evaluation, and management of high blood pressure in adults. Journal of the American College of Cardiology, 71(19), e127–e248. https://doi.org/10.1016/j.jacc.2017.11.006
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World Health Organization. (2006). Constitution of the World Health Organization (Basic Documents, 45th ed., Supplement). World Health Organization.
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