A mitad de la semana

Redes sociales 

Por: Julián Chávez Trueba

Lo que antes fue una bendición, hoy es la comentocracia, la opinocracia. El régimen morenista se erigió a través de las benditas redes sociales que hoy son su principal adversario.

Recién empezaba como candidato, y ya Andrés Manuel López Obrador veía cómo la gente se volcaba a seguirlo, a defenderlo, a sentir que poseía el poder moral suficiente para despedazar —con expresiones de hartazgo— a cualquiera que se les pusiera enfrente. En aquellos ayeres, los panistas y priistas no tenían mucho que defender: un país militarizado, incapaz de detener la violencia, y un presidente de pose, no de fondo.

El escenario era idóneo para que aquellos resentidos, amordazados por una sociedad rendida ante el nuevo régimen, levantaran la voz con un grito de desesperación: que el gobierno actual, que la autoridad, que el orden mundial debía cambiar.

AMLO, como buen político, prometió de más. Hasta promesas irrisorias, como aquella de que la felicidad no se mediría en crecimiento económico ni en PIB, sino en felicidad. Y todos le creyeron, cegados por el fanatismo que produce un Mesías. Lo malo llega cuando el mesías se vuelve alcanzable, criticable y cercano, porque se le despoja poco a poco del manto de inviolabilidad, de esa aura divina que lo protegía de todo golpe o crítica.

Hoy, la presidenta se queda sin saliva que la defienda. El viejo manual de hacerse las víctimas es cada vez más evidente. La gente empieza a despertar y comprende que de nada sirve un dinerito extra si no hay calles pavimentadas, ni escuelas dignas, ni hospitales capaces, ni acceso a una vida mejor. Entiende que el dinero regalado no alcanza, porque se va en pagar servicios básicos como el agua o la luz.

Las redes sociales se alzan. Hoy existen múltiples blogueros que, con videos cortos o largos, critican duramente al gobierno de Morena. Algunos con objetividad, otros con rabia desbordada; pero ya hay voces que, ajenas al discurso oficial, emergen de forma orgánica contra el poder. Basta una búsqueda rápida sobre cualquier tema de agenda para comprobarlo.

Cada muerte que se evidencia es más dolorosa que la anterior, porque se acerca más a nosotros: a los amigos, a los líderes naturales, a los agentes políticos que nacen desde la sociedad. Colaboradores, subsecretarios, jefes, alcaldes, dirigentes

sociales… todos perecen ante un gobierno que, sin duda, no quiere hacer algo por su pueblo. Una autoridad que se ha convertido en comparsa de un crimen hegemónico.

Dura aquella frase que leí: “El gobierno que frente al crimen no hace nada, es parte del crimen.”