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Por Rocío Hernández Rogel

Hablar de la muerte en México es sinónimo de color, aromas, sabores y luz. Es una festividad que nos permite recordar a los que ya no están y darles un espacio breve en nuestro tiempo, en nuestro mismo plano y recordarles que aquí siempre se quedarán, aunque ya no estén, si bien en cuerpo no los veremos más, los mantenemos vivos en los recuerdos y nuestros corazones.

El fin de semana leía una frase que decía: “hay algo más fuerte que la muerte, la presencia de los ausentes en la memoria de los vivos”, de  Jean d´Ormesson, escritor francés; dicha frase me hizo pensar en lo difícil que es vivir con los recuerdos en el corazón y en la mente, en creer que la vida también se acaba o que la luz también se les apaga cuando los seres queridos se adelantan en el camino y entonces la vida se torna vacía o con culpa por seguir viviendo, sabiendo que las otras personas no están y no volverán a estar.

Quizá estas fechas pueden significar demasiado y alimentar la creencia que es un momento en donde se pueden sentir cerquita, pero qué pasa después, dentro de un mes -aproximadamente- se verá la ausencia en la mesa, se sentirá el vacío de ese abrazo en la navidad, esas risas en el año nuevo; entonces todo ese folclor se convierte en el verdadero luto, en la sombra y en la tristeza. Cuántas veces nos detenemos a pensar en ello, en aquellas personas que te dicen que es mejor pasar esas fechas en soledad, que no está mal, pero también sería valioso detenernos y pensar que estos días son cruciales para comenzarnos a acercar, aunque sea con una llamada, un mensaje o la invitación a un café.

Poder hacer espacio para aquellas y aquellos que ocupan hablar, ser escuchados, expresar su añoranza y duelo que aún viven. Hacerles ver que su dolor lo miras, lo reconoces y le abres las puertas de tu corazón para que reciban la empatía, los oídos y los brazos que necesitan. Y ahí en ese espacio de verdadera intimidad hacerles ver que la vida sigue, que el dolor es parte de la historia de nuestros días, pero que sufrir es opcional, que se puede honrar los días compartidos con esas personas que han trascendido, viviendo, eligiendo ser feliz y continuando con lo que ya estaba planeado.

Se escucha fácil, pero es valioso reforzarlo en momentos de crisis, hacerles ver que mientras no suene el silbatazo final, el juego continúa. Saber que para algo su vida fue importante y dejó cosas maravillosas en este espacio, sabiendo que lo único seguro que tenemos es eso…morir. 

Y también hablemos de esas muertes no físicas, esas que son del día a día, las que murieron internamente, esa versión que ya no es, pero para ese momento te ayudó a ser y enfrentar desafíos de la vida. Por los hábitos que dejaste y no te ayudaban a crear la versión que querías de ti, que hoy honras y agradeces y darles la bienvenida a los que sí. Por esa renuncia que hiciste a algún espacio de ti y te costó demasiado o creías que no podrías lograrlo. Honra también esas muertes de ti que dieron paso a lo que eres hoy y te has permitido vivir.

Esas despedidas que a veces llamamos invisibles y las puedes escuchar en el episodio 184 de “Haz Que Suceda El Podcast” en spotify, apple podcast, podimo o ivoox, y profundices en el tema, invitándote a reflexionar sobre esos momentos que mueren y no les damos el duelo que merecen porque los hemos normalizado, pero que cuando logramos reconocer nos pueden ayudar a crecer en otros aspectos de nuestra vida o permitir que llegue lo nuevo.

Así que no olvidemos que cada despedida, cada muerte no es en vano, todo lo que se ha ido, nos hace ser eternas/os.

No olvides formar la frase con las letras más obscuras que están distribuidas en todo el texto.

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