El papa León XIV canoniza a José Gregorio Hernández

Ciudad del Vaticano.- En una ceremonia multitudinaria celebrada este domingo en la plaza de San Pedro, el papa León XIV canonizó al venerado médico venezolano José Gregorio Hernández, conocido como el “doctor de los pobres”, convirtiéndolo en el primer santo de Venezuela. El acto, que reunió a unas 70 mil personas, fue descrito por el pontífice como una “gran celebración de santidad” y coincidió con un momento de fuerte carga simbólica para la nación sudamericana, que atraviesa una prolongada crisis económica y tensiones políticas con Estados Unidos.

Durante la misa, León XIV también declaró santa a la madre Carmen Rendiles Martínez, fundadora de una orden religiosa venezolana, y a otras cinco figuras de distintas partes del mundo, entre ellas Peter To Rot, el primer santo de Papúa Nueva Guinea, asesinado en 1945 por defender el matrimonio monógamo.

Miles de venezolanos ondearon banderas tricolores en la explanada vaticana, llenando el lugar de los colores rojo, azul y amarillo que se mezclaban con los uniformes de los guardias suizos. En Caracas, miles más se congregaron frente a la iglesia Nuestra Señora de La Candelaria, donde una estatua de ocho metros de Hernández preside el lugar, para seguir la ceremonia en una transmisión en vivo desde Roma.

El Vaticano recordó que la canonización de Hernández fue aprobada directamente por el papa Francisco el pasado 24 de febrero, desde su habitación de hospital, sin requerir el proceso habitual de verificación de milagros, en reconocimiento a la “veneración generalizada del ‘doctor-santo’ entre los fieles”.

El presidente venezolano Nicolás Maduro agradeció a Francisco por su intervención y pidió “una oración por el nuevo santo y por el papa”, al tiempo que destacó la figura de Hernández como un símbolo de esperanza para el pueblo venezolano.

José Gregorio Hernández (1864–1919) fue un médico, científico y filántropo que se ganó el cariño popular por atender gratuitamente a los más necesitados y, en muchas ocasiones, pagar él mismo los medicamentos de sus pacientes pobres. Murió atropellado en Caracas cuando regresaba de comprar medicinas para una anciana.

Desde su muerte, Hernández se convirtió en una figura profundamente arraigada en la religiosidad venezolana. Su imagen aparece en murales, hospitales y altares domésticos en todo el país. En 1996, durante la visita del papa Juan Pablo II a Venezuela, se entregó una petición firmada por cinco millones de personas solicitando su canonización.

“Para los venezolanos, este es un evento nacional de la más alta categoría”, aseguró Silvia Correale, quien encabezó el proceso para su santificación. “La canonización de José Gregorio ha sido esperada por generaciones”.

La noticia llega pocas semanas después de que la líder opositora María Corina Machado recibiera el Premio Nobel de la Paz, en un contexto de crecientes tensiones entre Caracas y Washington. El presidente estadounidense Donald Trump confirmó recientemente que autorizó operaciones encubiertas de la CIA en Venezuela, lo que ha aumentado la tensión diplomática entre ambos países.

Venezuela atraviesa una de las peores crisis económicas de su historia, marcada por una década de recesión, sanciones internacionales y un éxodo de millones de ciudadanos.

En su homilía, el papa León XIV destacó a los nuevos santos como “modelos de fe y servicio” para los católicos del mundo.

 “Que su intercesión nos asista en las pruebas y su ejemplo nos inspire en la común vocación a la santidad”, dijo el pontífice.

Además de Hernández y Rendiles, también fueron canonizados Ignazio Choukrallah Maloyan, mártir armenio del genocidio otomano; Vincenza Maria Poloni, fundadora italiana de una orden religiosa; Maria Troncatti, misionera en Ecuador, y Bartolo Longo, otro fiel declarado santo por su devoción popular más que por un milagro confirmado.

La canonización de José Gregorio Hernández representa un hito espiritual e histórico para Venezuela, un país que, en medio de la adversidad, encuentra en la figura del “médico de los pobres” un símbolo de fe, solidaridad y esperanza.