
Pobres porque quieren
- Elva María Maya Marquez
- 14 octubre, 2025
- Columnas
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El mito de que las personas pobres lo son porque quieren, ignora claramente las condiciones estructurales que producen la pobreza. La verdad es que no se trata de un tema de voluntad, de falta de esfuerzo, de ganas de trabajar o de malas costumbres. Se trata, de una sociedad sumamente desigual, donde la riqueza y las oportunidades están acaparadas en pocas manos. Una sociedad donde la movilidad social es baja y donde básicamente la clase social en la que naces es la clase social en la que mueres. Una sociedad donde, independiente mente de muchos esfuerzos individuales, la estructura se asegura de que “origen es destino” (Jaramillo, 2024).
Lo anterior, nada tiene que ver con la mentalidad del empresario y evasor fiscal, Ricardo Salinas Pliego, quien recientemente realizó el lanzamiento de la serie: “La Revolución de la Libertad”, donde afirmó que “quienes perciben menos de 8 mil pesos mensuales, tienen esa situación debido a una mentalidad conformista y por no esforzarse lo suficiente para generar mayores ingresos”.
Esta declaración, además de frívola, está totalmente desconectada de la realidad. No solo ignora las condiciones estructurales que perpetúan la desigualdad, sino que refuerza una narrativa que culpa al individuo por su situación, mientras exime al sistema —y a quienes se benefician de él— de toda responsabilidad.
Lo irónico es que Salinas Pliego, paga sueldos inferiores a los 8 mil pesos en sus tiendas Elektra, donde los empleados cubren un horario de 9 de la mañana a 9 de la noche, los 365 días del año ¿Será que no se esfuerzan lo suficiente y por eso les paga esta cantidad? ¿Tal vez son unos conformistas? o bien, el dueño de la empresa es un explotador que se aprovecha de la necesidad de la gente y mientras el siga acrecentando su “fortuna”, no importa el salario de sus empleados.
De acuerdo con Indee, plataforma global que conecta a personas que buscan trabajo con empleadores que ofrecen vacantes y que muestra los salarios que pagan de acuerdo con reportes de los mismos empleados, los sueldos en Elektra se ubican en el rango que Salinas Pliego critica.
Vendedor/a de sucursal: 8 mil pesos mensuales. Vendedor/a de piso: 8 mil 582 pesos mensuales. Asesor/a bancario/a: 7 mil 938 pesos mensuales. Asesor/a de ventas: 7 mil 642 pesos mensuales. Asesor/a de crédito: 7 mil 124 pesos mensuales. Cajero/a: 6 mil 850 pesos mensuales. Promotor/a de telefonía: 5 mil 131 pesos mensuales. Los salarios referidos, pueden variar de acuerdo con la región del país, puede ser menos o puede ser más. Queda claro que Salinas Pliego no es precisamente el tipo de empresario preocupado por sus trabajadores, ya que si esto fuera así, ofrecería salarios más justos y proporcionales a la jornada laboral.
¿Cómo puede un empresario criticar a quienes ganan poco cuando sus propias prácticas laborales contribuyen a perpetuar esta dinámica? La declaración de este hombre es insensible y refleja una desconexión de la realidad de muchos mexicanos que luchan por salir adelante en un sistema totalmente adverso.
El argumento de que “el pobre es pobre porque quiere” no solo es falaz, sino que también es peligroso. Promueve una cultura de estigmatización hacia los más vulnerables y desvía la atención de las políticas necesarias para abordar la pobreza de manera efectiva. En lugar de responsabilizar a los individuos, se deben cuestionar las estructuras que reproducen la desigualdad para trabajar en soluciones que promuevan un desarrollo más equitativo.
En este contexto, es crucial desmantelar la narrativa de la meritocracia, la cual sostiene que el éxito es el resultado exclusivo del esfuerzo individual, ignorando factores fundamentales como la educación, el acceso a oportunidades y las condiciones socioeconómicas. La realidad es que muchas personas que ganan menos de 8 mil pesos mensuales lo hacen en un entorno donde el acceso a empleos bien remunerados es limitado.
Desmontar los mitos de la meritocracia implica reconocer la complejidad de las realidades sociales, ya que no es lo mismo nacer en una comunidad rural sin servicios básicos que en una colonia con todos los servicios y con la posibilidad de asistir a escuelas privadas. Diversos estudios han documentado cómo incluso los que más se esfuerzan, enfrentan barreras invisibles: falta de transporte, inseguridad, jornadas laborales extenuantes y empleos informales sin prestaciones.
El hecho de que Salinas Pliego sea de los hombres más ricos de este país no tiene nada que ver con que haya trabajado mucho, se levantara temprano y “le echara ganas”. Él, no tuvo que hacer absolutamente nada, la fortuna que posee es heredada.
Hoy, no se debería permitir que quienes tienen poder económico sigan promoviendo discursos que justifican la desigualdad y la pobreza. Porque si algo queda claro, es que el pobre no es pobre porque quiere. Es pobre porque el sistema lo permite.