SÓTANO UNO

· Mordazas legislativas

· Colofón. – Faraones nahuales y nahuales modernos

Raúl Mandujano Serrano. Periodista

Mordazas legislativas. – Hace un par de días -refiere el periodista mientras sorbe a su café americano sin azúcar-, pasó a comer unos tacos de bistec. El tema no son los tacos -explica-, más bien el que un comensal al lado, un hombre maduro, expresó, mientras daban a conocer en el noticiero nocturno de televisión, la noticia de que se aprobó la Ley del Sistema Nacional de Investigación e Inteligencia y se creó la Agencia de Transformación Digital y Telecomunicaciones, que los diputados eran unos ¡nahuales “chupasangre”!

El amanuense no escuchaba esa palabra desde que era un niño. Recuerda que en su infancia, su mamá, a sugerencia de sus tías, colocaba debajo de su almohada, unas tijeras en forma de cruz para alejar a los nahuales y evitar que le “nos chuparan” la sangre por la noche mientras dormía. “Eran relatos para obligar a que durmiéramos, pero funcionaban”. El emisario del Sótano recuerda como no podía cerrar los ojos del pánico que le causaban las sombras.

Un nahual es una figura mítica que se usaba para aterrorizar a niños y espantar a los adultos. Tiene la capacidad de transformarse en un animal, ya sea un burro, un perro, un lobo, un guajolote o en la especie predominante de cualquier región del mundo. De hecho, a partir de su mito, es que surgió la leyenda del “chupa cabras”, ese criptido proverbial que creían tenía la forma de un perro salvaje, sin pelo, con colmillos al frente del hocico que atacaba a gallinas y ovejas para “chuparles” la sangre, aunque en sí, nunca nadie lo vio.

Colofón. – Faraones nahuales y nahuales modernos

Mientras degusta de un plato de salmón asado con verduras alimonadas, el redactor refiere que existen algunos textos antiguos que se refieren al “Egipto Negro”, en los cuales se describen a los faraones de color como nahuales, cuya gobernanza era tiránica y asesina. Las tumbas o pirámides, construidas con rocas especiales traídas del místico oriente, así como su embalsamamiento, se hacía para impedir que nunca más salieran de sus sepulcros y destruyeran el mundo con su maldad. Además, les cubrían el rostro con máscaras sagradas con la imagen de su nahual. De ahí que los representaran en jeroglíficos con la forma de un perro o un coyote.

Ya más cerca, en el siglo XX y XXI, el actuar sanguinario de personajes como Stalin, Ceaucescu, Castro, Hitler, incluso Trump, Netanyahu, Putin, Kim Jong-un, Chávez o Maduro, Daniel Ortega y muchos dictadores más, podrían compararse con los gobiernos dictatoriales de los faraones. Incluso se cree que son los mismos faraones que buscan la destrucción del mundo. El argumento se concentra en que han promovido y promueven masacres para entregar masivamente almas al inframundo a cambio de poder. Argumentan esas lenguas viperinas, que mantienen su forma humana para cumplir su misión, pero esto, vamos, son meras especulaciones y leyendas urbanas.

Tampoco tendrían nada que ver estas fábulas con los actuales legisladores mexicanos que autorizan se ponga en operación una estrategia de vigilancia para todos, especialmente a los medios de comunicación y lo que escriben o hablan. Sería ingenuo pensar que su independencia y querencia por el pueblo, estuviera manchada por el interés de desangrar a los mexicanos con esas acciones y a través del espionaje estar creando una secta para obligarnos a rendir un culto mesiánico al régimen, no lo creo, pero es muy interesante la narrativa sobre los nahuales ¿no le parece? y de paso y no está demás, antes de dormir, pongan bajo su almohada unas tijeras en forma de cruz, por si “las moscas”. Hasta otro Sótano.  Mi X @raulmandujano