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Por: Rocío Hernández Rogel
La fuerza, la determinación, el liderazgo, la capacidad de tener un orden y estructura en la vida, el sentido de responsabilidad, son algunos de los aspectos que papá dota en la vida de un hijo o hija. Esa energía masculina que debemos presenciar, sentir y vivir, aunque sabemos que no todas y todos corren con esa suerte, a veces porque la vida pidió el boleto de regreso anticipadamente, otras veces porque ha sido elección del padre no estar ahí, otras porque mamá y papá estuvieron de acuerdo y se vive una dinámica distinta, pero lo que no debe ser distinto es honrar y agradecer siempre, independientemente de las circunstancias y las decisiones porque de un padre nos viene la vida, la elección que ellos hayan hecho es suya y no nuestra como hijas o hijos.
El rol de ser papá también tiene retos, no todo radica en la cuestión económica, papá también está aprendiendo a demostrar amor, está lidiando con algo importante que es permitirse sentir, empezar a criar diferente sin que le digan cómo, desafortunadamente, no cuentan con una red de apoyo suficiente como la de las mujeres, quizá por seguir en la falsa creencia que el hombre no debe verse debilitado o vulnerable se cierran a esa posibilidad de pedir ayuda o mínimo desahogarse.
Tienen que crearse espacios donde papá se sienta acompañado en el camino, que también se validen sus temores, angustias y fallas, que no todo el tiempo podrá portar esa capa de “súper héroe”, que habrá momentos en donde solamente quiera tocar base y descansar por unos días. Papá también necesita conectar con sus emociones para que pueda comunicárselas a sus hijas, a sus hijos y ellos sepan que está bien sentir y que vivir tus emociones no dependen de tu género.
Vemos, escuchamos y leemos mucho sobre la paternidad que no está presente o el abandono, pero hoy, querido/a lector/a, quiero invitarte que dejemos de lado eso, podemos irlo removiendo -sin la mirada victimizante-, así como se ha ido removiendo el “reconocer o felicitar” en el día del padre a una mujer (mamá soltera sobre todo) por ser “madre y padre a la vez”, debemos entender, que eso solamente rompe con el sistema y la estructura, recordemos que papá existió para que existiera el hijo o la hija, entonces es importante otorgarle la mirada que le corresponde. Así pues, volviendo al punto inicial, estas siguientes líneas son dedicadas a las paternidades presentes, esos padres que han elegido hacerlo diferente y que son o han sido punto de referencia y ejemplo para futuras generaciones, que sí se puede ser un padre presente a pesar de una infancia triste, violenta, ausente o frustrante, o bien, a través una infancia con amor, respeto, paz se pueda replicar y multiplicar.
Así que papá no es una lucha el dar vida y sostenerla, es una fortuna, es una labor pesada, sí, pero que almacena momentos que la aligeran. Es un espacio de introspección en donde antes de preguntarte ¿por qué falló, por qué se equivocó mi hijo/a? te tienes que cuestionar ¿en qué estoy fallando yo como papá?, es un arte que muchas veces la paleta de colores no será suficiente y habrá que sacar los colores grises para mostrar que todo es posible si miras tu propio camino.
Es una labor agrícola que prepara la tierra y siembra la semilla que después tendrá que cuidar, regándola, abonándola con ejemplo y palabras de amor, con brazos que cubran de la lluvia y el sol para después verla germinar y escuchar a lo lejos pero muy cerquita del corazón un ¡Gracias papá!.
Te invito a escuchar el nuevo episodio de mi podcast que salió este viernes en Spotify y en YouTube a ver de “Sanando a Papá” con una especialista invitada.
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