
SANAR HERIDAS DURANTE LA CUARESMA 19
- Daniel Valdez García
- 23 marzo, 2025
- Columnas
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Domingo III de Cuaresma
Sacerdote Daniel Valdez García
Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
En este tercer domingo de Cuaresma, damos gracias a Dios por la recuperación del Papa Francisco mientras avanzamos juntos hacia la Pascua. Este tiempo nos ubica en un desierto espiritual, similar al que Moisés vivió, como se relata en el Éxodo (3, 1-8a. 13-15). San Pablo, en su primera carta a los corintios (10, 1-6. 10-12), también establece una analogía con la experiencia del desierto en la vida cristiana.
El Evangelio de San Lucas (13, 1-9), nos ofrece un mensaje de arrepentimiento a través de historias que subrayan la paciencia y el amor de Dios. Jesús rechaza la idea de que las tragedias son castigos divinos y en su lugar, nos invita a arrepentirnos, recordando que mientras no toda tragedia es consecuencia directa del pecado, el pecado puede llevar al sufrimiento.
Incluso ante las terribles noticias de los galileos asesinados por Pilato, Jesús sorprendentemente insta a sus oyentes a reconsiderar el significado del sufrimiento y el pecado. La lección es clara: todos estamos llamados al arrepentimiento, para llevar vidas plenas y estar preparados ante los imprevistos de la vida.
Las noticias en verdad son terribles. Los galileos vinieron al templo a hacer sus sacrificios, y los soldados de Pilatos los masacraron en ese santo lugar – profanaron el altar con sangre humana – y así mezclaron asesinato con sacrilegio, lo cual es acorde con la brutal naturaleza que a veces exhibía Pilatos.
Sin embargo,no sabemos por qué le cuentan a Jesús esta historia tan terrible. Lo más probable es que esperaban que Jesús le diera sentido a una situación absurda, y que les ayudara a ellos a entender por qué estos Galileos sufrieron algo tan terrible. Esperaban una respuesta empática de Jesús.
Seguramente que a los que tienden a separar prudentemente lo político les suene extraño que el pasaje del evangelio de hoy tenga tintes políticos. En cualquier cultura de victimización, historias como esta demandan una respuesta como “¿No es esto terrible?”, “¡Ya no podemos tolerar esto! Reacciones parecidas tenemos frente a los Los cruentos hallazgos realizados en el Rancho Izaguirre o los siete jóvenes asesinados en en Salamanca, Guanajuato, eran miembros de la Pastoral Juvenil de la Diócesis de Irapuato.
Jesús niega que los galileos sufrieran por causa de sus pecados. La clave para entender esto es el llamado de Jesús al arrepentimiento. Lo que les pasó a los galileos es historia, y nada se puede hacer sobre eso. Aunque no toda tragedia es el resultado del pecado, el pecado algunas veces lleva a la tragedia. Los oyentes de Jesús han pecado (como todos lo hemos hecho), y los llama a arrepentirse para que puedan escapar del desastre. Por cierto, es raro que nadie haya atacado a Jesús físicamente ahí mismo. La gente en una cultura de victimización es santurrona y se resiste a la crítica. Al llamar al arrepentimiento, Jesús parece no simpatizar con la causa nacional, que no le importan las atrocidades cometidas por los romanos. En Nazaret, la gente del pueblo trató de matar a Jesús cuando habló bien de los gentiles (4, 16-30).
Jesús cambia el debate sobre pecado/sufrimiento del contexto de sufrimiento a manos de los romanos y el sufrimiento a manos de Dios “O aquellos dieciocho, sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿piensan que ellos fueron más pecadores que todos los hombres que habitan en Jerusalén?”, es la misma respuesta que Jesús le dio a la primera historia. Jesús usa la oportunidad para llamar al arrepentimiento.
Necesitamos vivir vidas de arrepentimiento, porque nunca sabemos cuándo un tirano se levantará en contra de nosotros, o un muro caerá encima, o tendremos un accidente, o si tendremos un infarto. Ni los galileos que fueron asesinados por Pilato, ni los dieciocho sobre quienes cayó la torre tuvieron la oportunidad de arrepentirse. Su fin llegó rápidamente, sin advertencia. Así también puede ser para nosotros. El arrepentimiento nos ayuda en la vida y en la muerte: nos ayuda a vivir la vida como personas perdonadas, nos ayuda a enfrentar la muerte sin miedo.
Con la parábola de la higuera estéril, se enfatiza que la salvación requiere dedicación: se debe cultivar, abonar y sanar. Así como el viñador cuida de su árbol, estamos llamados a ayudar a otros a descubrir la misericordia de Dios.
Ahora nos centramos en la pintura “El retorno del hijo pródigo” de Rembrandt, vemos como la ropa del hijo que ha vuelto está desgastada, incluso de sus sandalias, la del pie izquierdo ya no puede estar en su lugar. Al padre misericordioso le importa el hijo y lo acoge con ternura y compasión. De la misma manera, Jesús, quien es realmente la Puerta Santa, nos invita a aproximarnos a los brazos del Padre. No debemos poner excusas basadas en el gobierno o en los problemas del mundo. Aunque el sufrimiento nos duela y nos enfurezca, nuestro enfoque debe ser trabajar porque la salvación sigue siendo posible, hagamos una diferencia positiva.
Amén, Señor Jesús.