
Madres buscadoras, la normalización del horror
- Elva María Maya Marquez
- 18 marzo, 2025
- Columnas
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A nadie sorprende que en diferentes partes del mundo las mujeres con hijas e hijos desempeñen diferentes roles además de ser madres. De manera frecuente combinan sus labores del hogar con una carrera profesional o bien, con actividades de emprendimiento a diferentes escalas, sin embargo, en el caso de México existe otra actividad a la que se dedican las madres; a cavar la tierra para encontrar restos óseos de su hijo, hija, esposo o familiar desaparecido. Son las madres buscadoras.
Se conoce como madres buscadoras a mujeres que rascan la tierra, recorren pueblos, montañas, ríos y ciudades buscando a sus hijes y toda persona querida que fue víctima de desaparición y desaparición forzada (Presentes, 2024). Las madres buscadoras son mujeres que han creado sus propios métodos de búsqueda, que realizan investigaciones para dar con el paradero de sus seres queridos y que están dispuestas a arriesgar su vida al realizar búsquedas en lugares que muchas veces son controlados por el crimen organizado.
En este contexto, vale la pena recordar que el 16 de mayo de 2022, se alcanzó la cifra de 100 mil personas desaparecidas según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No localizadas (RNPDNO) y al 27 de enero de 2025 la cifra llegó a 121 mil 651. No obstante, la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB) de la Secretaría de Gobernación, informó que hasta el 11 de marzo de este 2025, hay 123 mil 808 personas desaparecidas y no localizadas. Las entidades en las que se registra el mayor número de desaparecidos son: Jalisco con 15 mil 13 casos; el Estado de México con 13 mil 643 y Tamaulipas con 13 mil 306 víctimas.
El número de personas desaparecidas en México no deja de crecer, pero tampoco se conoce con exactitud. De acuerdo con la organización Red Lupa (enero, 2025), entre las dificultades para un conteo real, es, la falta de trabajo colaborativo para generar cifras únicas entre todas las instituciones, por lo que se puede señalar que no existen números oficiales precisos, ni tampoco una base de datos sólida que concentre el registro de todas las personas que se encuentran desaparecidas en el país.
Después de que hace unos días nos enteramos de algo tan terrible como “un campo de exterminio y adiestramiento” en el Rancho Izaguirre en Jalisco, hay una sociedad conmocionada a nivel nacional e internacional. Pensar en cientos de pares de zapatos y que las y los dueños fueron reducidos a cenizas, puede dejar en “shock” a cualquiera que tenga un mínimo de sensibilidad y empatía. Es impresionante que se haya llegado a esta situación. La sociedad mexicana está tan acostumbrada a noticias desagradables todos los días, que algunos han perdido la capacidad de asombro, no se indignan y tampoco consideran necesario hacer algo como sociedad.
México es un cementerio y lo que nos llevó a esta situación es una serie de factores como la corrupción, la impunidad, la violencia, la inseguridad y la complicidad de servidores públicos con la delincuencia organizada, esta, es la única manera en que algo así puede ocurrir, en contubernio con el gobierno, y aunque hoy en día todos los partidos políticos se quieren lavar las manos, que no se les olvide que tanto PRI, PAN y MORENA, cada uno con sus respectivos aliados, han gobernado este país en el plano municipal, estatal y federal, y no han hecho nada por detener la masacre, por el contrario.
Los escasos resultados obtenidos por las instituciones de “procuración de (in) justicia”, tanto en la búsqueda y localización de las víctimas, es lo que ha llevado a estas mujeres a dar la batalla con sus propios recursos y con el corazón roto por su familiar desaparecido. Todos los días se levantan a seguir buscando y a librar los obstáculos de autoridades negligentes y omisas que muchas veces no alcanzan a ver más allá de números, sin sensibilizarse para dimensionar esta labor que no es normal. En México no deberían existir estos colectivos de mujeres (en algunos casos también hay hombres), ser “madre buscadora” no tendría que ser una más de las actividades que las mujeres realizan.
Estos colectivos son ejemplo de entrega, de lucha y de resiliencia. Mediante la labor que realizan buscan sanar su dolor haciendo un trabajo que nadie más hará por ellas; encontrar a las personas que nos faltan. Desalentador vivir en un país donde suceden estas cosas y como lo mencionó una madre buscadora; “si el Estado no busca es porque de hacerlo se encontraría así mismo”.