SANAR HERIDAS DURANTE LA CUARESMA

26 de marzo de 2025: Jueves después de Ceniza

Sacerdote Daniel Valdez García

Amados hermanos y hermanas en Cristo Jesús.

Ayer dimos inicio a nuestra escalada cuaresmal recibiendo la ceniza en la frente. Se nos invitó a la penitencia y a la conversión, recordando los cuarenta días que Jesús pasó en el desierto.

La Iglesia católica nos guía en este desierto espiritual al sugerir que nos abstengamos de comer carne los viernes de Cuaresma como signo de penitencia. También se nos invita a ayunar el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, además de practicar actos de piedad como dar limosna, realizar peregrinaciones, o practicar privaciones voluntarias para prepararnos para la Semana Santa.

En las lecturas de hoy el pasaje del libro del Deuteronomio (30, 15-20) nos anima a elegir el camino de Dios, que trae bendición. En pasaje del Evangelio de San Lucas (9, 22-25), Jesús decide iniciar su viaje hacia Jerusalén, donde sufrirá y será condenado a muerte antes de resucitar. Como discípulos de Cristo, debemos cargar con nuestra cruz diaria para prolongar su pasión y así salvar nuestra vida.

Como discípulos de Cristo no podemos pensar en seguir una ruta diferente.

Como bautizados, debemos llevar «nuestra cruz de cada día», prolongando en nosotros mismos la pasión del Señor. Sólo así, y a través de esta riesgosa elección, podremos «conservar nuestra vida» y salvarnos.

El sufrimiento no solo afecta a Jesús, sino también a sus familiares (Mateo 10, 3; 13, 55-56), también a su madre, la Virgen María, quien permaneció al pie hasta el final de la crucifixión (Juan 19, 25-27). Al respecto, Jesús nos enseña sobre el perdón en el Padre Nuestro (Mateo 6, 12-15), al responder y comentar a Pedro sobre el perdón (Mateo 18, 21-35), y sobre todo al perdonar desde la cruz (Mateo 27, 35; Marcos 15, 24; Lucas 23, 34; Juan 19, 24).

A propósito de heridas y sufrimientos en la familia , el Papa Francisco dedica su intención de oración de marzo a las familias en crisis, reconociendo la creciente tasa de separaciones y divorcios en comparación con los matrimonios. Nos invita a rezar para que el perdón pueda sanar heridas familiares, valorando las diferencias como riquezas. Él afirma que el perdón es la mejor medicina para las familias heridas, renovándolas y devolviendo la esperanza, incluso cuando no es posible restablecer la unidad familiar.

El Papa Francisco insiste en que la familia perfecta no existe. Portazos, gritos en casa delante de los niños, fuertes discusiones entre padres e hijos, enfrentamientos entre hermanos y hermanas. A menudo, los conflictos tienen su origen en las diferencias entre los mismos componentes de la familia. Por eso, hay que saber respetar y valorar a cada persona, con la convicción de que todos tienen algo que aportar a la unión familiar.

Ayer compartí que la Eucaristía representa el cielo en la tierra. Como sacerdote de Cristo, mi vida está centrada en la Eucaristía. Al igual que Santa Teresita, deseo dedicar mi “cielo” a hacer el bien en la tierra. Si puedo ayudar a las familias a sanar sus heridas, esa será una de mis mayores satisfacciones.

En este Año Santo 2025, recordemos que para recibir las indulgencias del Jubileo de la esperanza, debemos rezar por las intenciones del Papa. Al orar el Padre Nuestro, digamos sinceramente: “Perdónanos, como nosotros perdonamos a quienes nos ofenden”. Pidamos a la Virgen María, que sufrió junto a su Hijo y otorgó perdón, que interceda para sanar nuestras heridas familiares.

Amén, Señor Jesús.