EMERGENCIAS Y URGENCIAS 23

28 de enero de 2025

Sacerdote Daniel Valdez García

Queridos hermanos y hermanas,

Inicié una serie de reflexiones titulada “EMERGENCIAS Y URGENCIAS” desde el lunes 6 de enero hasta el martes, antes del miércoles de ceniza el próximo 6 de marzo. Estos pensamientos explorarán cómo Jesús manejaba tanto emergencias espirituales como urgencias humanas, cuidando el bienestar físico y espiritual de manera integral. Esta es la número 23 y buscaremos conectar narraciones bíblicas con conceptos clínicos utilizando analogías. Profundizaremos en cómo Jesús abordó la salud, reflejo de su misión mesiánica, y encontraremos paralelos sorprendentes entre situaciones clínicas y evangélicas.

Les animo a sumarse a nuestras lecturas dominicales del evangelio de San Lucas, el “amado médico” (Col 4, 14). Su habilidad para describir enfermedades y curaciones milagrosas con precisión une ciencia y fe de manera inigualable. En estos textos, Lucas nos reafirma que Jesús es verdaderamente Dios hecho Hombre.

Durante la semana, exploramos el evangelio de San Marcos, que nos presenta a un Jesús sanador capaz de curar cualquier enfermedad (4, 23), haciendo que todos los que lo tocaban recuperaran su salud (14, 36).

Hoy consideremos el mensaje del Evangelio según San Marcos 3, 31-35. Cuando María, su madre, y los parientes de Jesús llegaron a verlo, Él subrayó magistralmente que son aquellos que cumplen la voluntad de Dios quienes forman parte de su verdadera familia. Este potente mensaje nos muestra que la conexión espiritual trasciende los lazos de sangre, estableciendo una identidad espiritual universal en Cristo (cf. Gal 3, 28 y 4, 19).

La cercanía con Jesús se da de muchas maneras, unos piensan que son sus discípulos, otros porque asisten a la Iglesia y se sienten cerca de Jesús. Algunos tienen aprecio por pertencer al algún grupo parroquial o eclesial. Incluso en lo inicios de la Iglesia hubo quienes se jactaban de ser de Pedro, de Pablo, de Pablo, incluso de Cristo (1 Co 1, 12; 3, 4-9). Otras más tienen necesidad de reconocimiento y “presumen” lo que son en sus servicios. Todo eso para decir que hay un síndrome que se llama “marasmo”.

El “marasmo”, tiende a aparecer en los lactantes y los niños de edad temprana, pero también es una enfermedad que puede afectar a adultos y que se caracteriza por una grave deficiencia de proteínas y calorías. Es una forma de desnutrición calórico-proteica (DCP). Los síntomas del marasmo en adultos pueden incluir: Pérdida de peso, Pérdida de masa muscular, Huesos faciales prominentes y Deshidratación.

En la vida de la Iglesia, existe un “marasmo espiritual” cuando falta una conexión con Jesús sincera, humilde sin apariencias. No es suficiente participar superficialmente o buscar reconocimiento. Lo que realmente importa es el genuino servicio humilde, nutrido en la oración, la vida sacramental y la dirección espiritual. Jesús, aunque nacido y amantado por María (Lc 23, 29), encontró su fuerza esencial en el Padre (Lc 2, 49-51).

Termino con esta reflexión: Caminaba un padre cuando le preguntó a su hijo qué escuchaba además del canto de los pájaros., y respondió que oía el ruido de una carreta. Su padre le explicó que la carreta estaba vacía, pues cuanto más vacía va, mayor es el ruido que hace. Esta anécdota nos recuerda que, al igual que una carreta vacía, el alarde y la falta de sustancia espiritual suelen ser ruidosos.

Amén, amén, Santísima Trinidad.