EMERGENCIAS Y URGENCIAS 20
- Daniel Valdez García
- 25 enero, 2025
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25 de enero de 2025
Sacerdote Daniel Valdez García
Queridos hermanos y hermanas, Con el corazón lleno de gratitud, los invito a reflexionar sobre nuestra vigésima propuesta de reflexión enfocada en “Emergencias y Urgencias”. Comenzamos con un mensaje importante del Evangelio según San Marcos 16, 15-18, donde Jesús, resplandeciente en su amor eterno, se aparece a los Once y les confía una misión sagrada: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio a toda criatura. Quien crea y se bautice vivirá en salvación; quien no, se quedará en la oscuridad. Los creyentes serán testigos de milagros: expulsarán demonios, hablarán lenguas de amor y esperanza, y curarán a los enfermos, tocándolos con manos llenas de fe”. Hoy, honramos la fiesta de la vocación de San Pablo, esta fiesta instituida en las Galias en el siglo VI, con ocasión del traslado de algunas supuestas reliquias del Apóstol entró en el calendario romano sólo hacia el siglo IX; fue un hombre cuyo encuentro con Cristo en el camino a Damasco transformó un corazón endurecido en un faro de fe inquebrantable.
Este evento, narrado en los Hechos de los Apóstoles, nos recuerda que incluso el más férreo perseguidor se puede convertir en apasionado Apóstol de Jesucristo, abriendo las puertas del Evangelio a todas las naciones (cf. 9, 1-30; 22, 3-21; 26, 9-20), para ser el maestro de los gentiles. Por supuesto, aquí tienes una versión más persuasiva:”Ser médico es mucho más que una profesión; es una vocación dedicada al cuidado y compasión, que trasciende culturas y lenguas. En español, la palabra ‘médico’ significa cuidar, mientras que en latín ‘medri’, del verbo ‘medere’, y en griego ‘medomai’, comparten ese noble propósito. Históricamente, los hebreos referían a los médicos como רופאים ‘rof’im’, quienes ungían cuerpos para elevarlos hacia lo divino, siendo un reflejo del Mesías, el gran ungido por Dios. Jesús, el Mesías-Ungido, se presentó como el ‘médico de los médicos’, dispuesto a sanar nuestras heridas más profundas. El ángel Gabriel anunció a María que concebiría al UNGIDO (cf. Is 7,14), resaltando su papel como el supremo ‘médico de los médicos’.
Estos antecedentes subrayan la dignidad y la misión trascendental de aquellos que eligen esta noble tarea.Bien podemos decir que Dios preparó al médico de cuerpos y almas, desde el Génesis, donde se menciona a los médicos por primera vez en el embalsamamiento de Jacob (Gn 50,2), hasta las leyes del Pentateuco, el llamado a los médicos ha sido siempre valorado (cf. Lv 19, 17-21; Dt 24, 28). El libro de Eclesiástico 38 nos conmueve al afirmar: “Los médicos que tienen a Dios en sus corazones son instrumentos de esperanza, guiando a sus pacientes hacia la confianza en el Señor…”. El Catecismo de la Iglesia Católica, con amorosa sabiduría, dice en el numeral 1452: “Jesucristo, médico de nuestros cuerpos y almas, perpetuó su obra de amor y sanación a través de su Iglesia con los sacramentos”. Lucas 4 celebra estas palabras de nuestro Salvador: “El Espíritu del Señor está sobre mí porque me ha ungido para traer buenas nuevas a los pobres y sanar a los enfermos”. Estas no son solo promesas, son realidades cumplidas en Jesús (cf. Is 53,4).
Jesús sana física y espiritualmente por el poder de su palabra. Y así, a cada médico que cree en Cristo Jesús, se le confía una misión extraordinaria: sanar en nombre de su amor misericordioso, reflejando el amor que no conoce límites. Ojalá que cada médico tenga, como san Pablo, por compañero a San Lucas, “el médico amado” (cf. Col 4, 14). Que la Santísima Trinidad nos guíe y bendiga en este sagrado camino. Amén, amén.