EMERGENCIAS Y URGENCIAS 18
- Daniel Valdez García
- 23 enero, 2025
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23 de enero de 2025
Sacerdote Daniel Valdez García
Queridos hermanos y hermanas,
Nos encontramos en la recta final del primer mes del 2025, un momento propicio para agradecerles sinceramente la valiosa retroalimentación que he recibido sobre estas propuestas de reflexión centradas en el tema “Emergencias y Urgencias”.
Reflexionemos sobre un poderoso pasaje del Evangelio según San Marcos 3, 7-12. En este relato, Jesús se retira con sus discípulos hacia la orilla del mar, solo para ser seguido por una multitud sedienta de esperanza. Gente de diversas regiones, desde Judea hasta Tiro y Sidón, movida por el deseo de sanación y consuelo, se acerca a Él. La presión de la multitud lleva a Jesús a solicitar una barca, marcando un momento de humanidad y divinidad, donde el deseo de conexión y el poder curativo se entrelazan.
Este episodio revela la intensidad de la misión de Jesús: mostrar el rostro amoroso de Dios no solo con palabras, sino también con actos que tocan lo más profundo del alma humana. Nos vemos ante un Jesús que, a través de su compasión y misericordia, se convierte en un faro para los enfermos y atormentados. Su capacidad para atraer a todos los seres, incluidos los espíritus inmundos que reconocen en Él al Hijo de Dios, subraya su esencia divina y su papel transformador.
El Evangelio de Marcos nos lleva, a través de sus líneas, a cuestionarnos constantemente: ¿Quién es Jesús realmente? Desde los primeros momentos, incluso los espíritus inmundos tienen claridad sobre Su identidad. Las preguntas directas de Jesús a sus discípulos sobre quién creen ellos que es, nos invitan a reflexionar sobre nuestra propias creencias personales y la verdadera naturaleza de su influencia en nuestras vidas, hasta llegar al centurión que exclama al morir Jesús: “verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios” (1, 21-34; 2, 5-8; 15-16; 4, 35-38; 6, 1-3; 8, 27-30; 15, 39).
Jesús tiene poder absoluto sobre la enfermedad, desde el inicio del evangelio de Marcos escuchamos: “sanaba, toda clase de enfermedad y dolencia”. El mismo sentido encontramos en el capítulo 6, 56: “todos los que le tocaban quedaban sanos”.
La figura de Jesús como sanador nos lleva a considerar también la evolución de la medicina en nuestro tiempo. Cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador implementó cambios en los hospitales especializados, su afirmación “la medicina no es de eminencias” resonó con la esencia de la Medicina Basada en la Evidencia (MBE). Esta práctica nos recuerda que el foco debe estar en cada paciente como individuo, valorando sus creencias y experiencias personales.
Los pasos de la MBE son:
- Formular una pregunta
- Buscar la mejor evidencia disponible
- Evaluar la evidencia
- Aplicar la evidencia
- Evaluar la efectividad de los procesos
Esta práctica clínica nos deja claro lo siguiente: No existen enfermedades sino enfermos. Así la medicina tiene como referente la salud y no prioriza sobre la enfermedad como se hace comúnmente. Así es como el modelo clínico tradicional ha pasado al MBE. La experiencia clínica y el desarrollo del instinto clínico son cruciales y necesarios para ser un médico competente, pero no suficientes. El mensaje fundamental es que el médico debe ganar en destrezas y habilidades para realizar valoraciones independientes de la información científica circundante y por lo tanto poder evaluar la credibilidad de los contenidos.
La MBE persigue humanizar la ciencia médica, integrando investigación, experiencia clínica y la singularidad del paciente en cada decisión. Ciertamente, no es suficiente confiar únicamente en el instinto clínico; se necesita un enfoque balanceado que permita sopesar la evidencia con sabiduría y discernimiento.
Recordamos siempre el poder absoluto de Jesucristo sobre toda enfermedad, un consuelo en tiempos de incertidumbre y un recordatorio de que, en el cruce de la ciencia y la fe, se encuentra una fuente inagotable de esperanza y sanación.
Amén, Amén, Santísima Trinidad.