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PROPÓSITOS

Parece que fue ayer cuando dimos la bienvenida a este nuevo año y ya han pasado casi quince días en los que le hemos tomado el pulso al 2025. Los propósitos están recién estrenados y por delante hay muchas jornadas para llevarlos a cabo. Como suele suceder unos tendrán el ‘check’ de cumplidos y otros encabezarán futuras listas si no asumimos la realidad de que no estamos dispuestos a afrontarlos. Al final la actitud es lo que cuenta y, por eso, hay que ser realista y saber, sin engañarnos, lo que realmente estamos dispuestos a hacer o a cambiar. Al final, lo que debe de primar es nuestra felicidad, los propósitos son intenciones y pueden ir variando en función de nuestros deseos y, por supuesto, de nuestro presente.

Un presente que escribimos día a día y que no contempla visiones de futuro. El hoy se nos escapa sin darnos cuenta, porque cada día que pasa es un día que no vuelve. No sé lo que me deparará este año, pero lo que sí sé es la intención con la que afronto todas las aventuras que el 2025 me quiera brindar. Siempre se aprende con la experiencia y no dudo que este año me dejará todo tipo de recuerdos, pero, sin duda, todo lo que esté en mi mano irá acompañado de esa felicidad que es el mejor motor que uno mismo puede tener. En el fondo, ser feliz es lo que cuenta y quedan muchos capítulos por escribir de este año. Enero acaba de empezar, pero en un suspiro ha volado la primera quincena y esto me confirma que el tiempo no es oro porque el tiempo es vida.

Una vida que me ha enseñado a vivirla sin ponerle ningún ‘pero’, aunque a veces cueste. No es un camino de rosas, pero hay que reconocer que las espinas también enseñan y sus cicatrices muestran nuestra propia fortaleza. Ésta, aunque la desconozcamos, está en nuestro interior y en la fuerza de nuestra mente, porque lo que nos susurramos a nosotros mismos tiene más poder que cualquier “discurso” que venga de fuera. Creer en uno mismo es fundamental y ser consciente de lo que uno vale es vital para comenzar a quererse. El qué dirán son palabras, palabras y más palabras que no deben cuajar en alguien que ha forjado su personalidad con el paso de los años y con las lecciones que la vida le ha enseñado.

Unas lecciones que llegan cuando menos te lo esperas. Reconozco que en enero de hace unos años comenzó para mí la enseñanza más dura. Lógicamente, sí que marcó un antes y un después. Aprendí que en un segundo todo puede cambiar, pero comprendí que la vida es lo que nos queda por vivir y, por eso, no me voy a distraer de ese propósito. Un propósito que, año tras año, está en la lista y no porque no lo haya cumplido, sino porque es primordial para mí no olvidar que la vida sólo se vive una vez y cuando ésta da una segunda oportunidad es por algo. Vivamos.