EMERGENCIAS Y URGENCIAS 2
- Daniel Valdez García
- 7 enero, 2025
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7 de enero de 2025
Sacerdote Daniel Valdez García
Queridos hermanos y hermanas, Ayer comencé estas reflexiones tituladas “Emergencias y Urgencias”. Seré preciso y conciso, y no desistiré en mi propósito.
El objetivo es conectar narraciones bíblicas con conceptos clínicos a través de analogías. Vamos a profundizar en cómo Jesús aborda la salud, un reflejo de su misión mesiánica, encontrando paralelismos entre situaciones clínicas y evangélicas relacionadas con la sanación de dolencias y enfermedades.
Basados en el pasaje evangélico de San Mateo 4, 12-17. 23-25, vimos que Jesús nunca duda al atender emergencias espirituales y sanar urgencias físicas, ofreciendo soluciones inmediatas y duraderas en ambas áreas.
Hoy damos un paso más hacia la adecuada atención médica en casos de Urgencia y Emergencia. Un buen servicio médico comienza por reconocer la diferencia entre ambos. Una urgencia es una situación que no pone en riesgo inmediato la vida del paciente, pero si no se trata, podría convertirse en una emergencia. Por otro lado, una emergencia compromete la vida del paciente, requiriendo atención inmediata.
¿Cuándo llevar a un paciente a atención de emergencia? Los casos más frecuentes incluyen paro cardiorrespiratorio, dolor precordial, dolor abdominal intenso, quemaduras, convulsiones, traumatismos severos, y hemorragias. En los niños, síntomas como fiebre superior a 39 grados centígrados, vómitos y diarreas con frecuencia, dificultad respiratoria asociada con aleteo nasal y respiración abdominal; y en lactantes, una alimentación deficiente y somnolencia extrema. Reconocer estas diferencias asegura una adecuada atención.
A continuación, nos centramos en el pasaje del Evangelio según San Marcos 6, 34-44: Jesús, al desembarcar, vio a una multitud que lo esperaba. Compadeciéndose de ellos, porque eran como ovejas sin pastor, comenzó a enseñarles. Al atardecer, sus discípulos le sugirieron despedir a la gente para que compraran comida, pero Jesús les dijo: “Denles ustedes de comer”. Con solo cinco panes y dos pescados, Jesús alimentó a cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños (cf. Mt 14, 21). Al bendecir y repartir los alimentos, mostró su compasión y capacidad de atender tanto las necesidades físicas como espirituales.
Jesús se compadeció de ellos y corresponde al hambre de verdad de sus seguidores que habían ido hasta ese lugar solitario. Las multitudes se alimentan espiritualmente de las palabras de Jesús, y ahora reciben también el pan que no habían pedido. Jesús no solo sana espiritualmente, también atiende una urgencia física y material. Jesús no solo sanó espiritualmente, sino que entendió y atendió una urgencia material. Esto me hace pensar en quienes acuden a los hospitales, a menudo sufriendo hambre material mientras esperan atención médica. Enseñar es fundamental, pero no suficiente. Jesús enseñaba la Buena Nueva del Reino, llevando a la solidaridad fraterna.
Cada acción en situaciones de emergencia espiritual o urgencia física debe construir relaciones solidarias para asegurar una vida digna para todos. Solo cuando el pobre se siente amado desea mejorar su vida. De igual manera, solo cuando un paciente recibe trato digno, cambia sus hábitos y sigue el tratamiento para superar su vulnerabilidad.
Amén, amén, Santísima Trinidad.