TODO LLEGA

Se nos llena la boca diciendo que hay que vivir el presente, pero, a veces, eso se nos olvida y vivimos un presente eclipsado por un futuro que sabemos que más pronto que tarde va a llegar. La Navidad está a menos de cuarenta días, pero su ambiente se llevaba palpando desde el pasado mes de septiembre. Ahora, el furor por estas fiestas es imparable. Las luces ya cuelgan de las calles, se están ultimando los montajes de los árboles de Navidad, ya se puede visitar algún Belén y poco nos queda para que los villancicos sean la banda sonora de todos los lugares. No hay que olvidar que el mítico “All I want for Christmas” de Mariah Carey comenzó a sonar en cuanto Halloween cedió su paso al mes de noviembre. Habrá tiempo para todo, pero ese tiempo es nuestra vida, es nuestro presente y tiene que vivirse de igual manera.

Hemos cruzado el ecuador de este mes. El año, si nos ponemos a pensar, ha volado porque el ritmo es frenético y no está demás pararse a reflexionar y darle un respiro a ese tiempo que va escribiendo nuestra historia particular. La vida es lo que nos queda por vivir, por eso, tenemos que valorar cada momento como único e irrepetible. El tiempo no es oro, el tiempo es vida.

Una vida que cada uno decide como quiere vivir. La búsqueda de la felicidad depende de uno mismo. Hay que mirarse en el espejo y ver ese reflejo con una sonrisa y pensar qué cosas nos llevan a obtener esa línea de expresión en la cara que lo cambia todo. Ser feliz es lo que cuenta, y por eso, nadie nos puede impedir buscar esa felicidad donde consideremos que está. Su receta no es fija porque los ingredientes varían en función de la persona. Aún estamos a tiempo de cumplir algún propósito que tengamos pendiente para este año, lograrlo, será una satisfacción. Ahí también radica la felicidad, la constancia… la oportunidad de ver como un sueño se hace realidad.

Los sueños son los que no nos dejan dormir. La vida nos da la oportunidad de luchar por ellos y eso siempre merece la pena. La Navidad, sin duda, es una época de sueños e ilusión, es un tiempo mágico por muchas razones, pero quizás sea bueno no adelantar todo lo que es material en el calendario porque lo bueno sería tener una Navidad de trescientos sesenta y cinco días al año… Quizás ese espíritu, esos valores, esos buenos deseos sean los que tengan que primar frente al egoísmo, la hipocresía y tantas cosas que eclipsan la calidad del ser humano.

En definitiva, vivamos sin ponerle peros a la vida porque ésta en un segundo puede cambiar, y el presente es hoy, no mañana.