HASTA EL FIN DE MIS DÍAS

Un empate y unas imágenes que han dado la vuelta al mundo. Esa podría ser la conclusión de un derbi que se fue calentando durante los días previos. Obviamente, la rivalidad es máxima pero nunca se deben cruzar los límites y lo digo en ambos sentidos.

El ambiente, el pasado domingo, en el Metropolitano era increíble. La asistencia marcó su récord y la afición tras recibir a los suyos quería ver uno de esos partidos que representan algo más que noventa minutos de juego. Es cierto, como bien decía el increíble tifo, “hasta el fin de mis días” seré colchonera y defenderé mis colores allá por donde vaya, pero también es cierto que cuando el ambiente está muy caldeado y la tensión se palpa en él hay que ser muy conscientes de lo que se hace y, por supuesto, de lo que se dice.

El Real Madrid siempre será el eterno rival. Decir los motivos para justificar eso me llevaría a escribir demasiadas páginas y no tengo ni espacio, ni tiempo, ni ganas para hacerlo porque los rojiblancos saben perfectamente de lo que hablo. Reconozco que el himno el domingo me puso la piel chinita, como dicen en México, y durante todo el día con mi camiseta puesta fui viendo a colchoneros y merengues por Madrid. Unos nos sonreíamos cómplices de los colores, porque la familia rojiblanca se entiende y con los otros una simple mirada. Una rivalidad sana de esas que sabes que existe pero que en el fondo es un partido de fútbol.

Precisamente, este partido de fútbol ya está marcado para la historia. Nunca justificaré la violencia, pero tampoco la provocación. Innecesarias las dos. Es más, el portero merengue por muy crecido que esté sabe a quién le debe ser quien es ahora mismo. Comparto estas palabras de Simeone en la rueda de prensa posterior al derbi, él dice mejor que nadie lo que hay que hacer: “La gente que ha cometido esos incidentes, el club tendrá que tomar una decisión como se tiene que tomar. No necesitamos a esa gente en la tribuna, necesitamos a la gente que nos impulsa, la gente que nos acompaña, la gente que nos apoya, la gente que piensa en el club y en el equipo. Necesitamos de esa gente.” Pero añadió esto: “Eso no justifica generar las situaciones que se generan, porque nosotros como protagonistas también podemos ayudar a que esas cosas no sucedan porque la gente no reacciona porque sí, reacciona por algo. Para mí sanción al que provoca. Así equilibramos.”

Todo esto es triste pero cierto. Y razón no le falta a Simeone. El primer gol merengue fue el principio de todo lo que vino después. Menos mal que el jarro de agua fría tenía que llegar en el tiempo de descuento con el gol de Ángel Correa. Un empate que sabe a mucho, porque las críticas a la mejor afición del mundo seguirán llenando titulares, pero por una oveja negra no se puede generalizar. La realidad es muy manipulable, pero las imágenes ahí están. Luego pedirán respeto, pero éste hay que ganárselo. Ha pasado el derbi y la vida, no lo olvidemos, continúa. Para unos seguirá siendo rojiblanca, para los otros me importa bien poco. Mi casa es la que me preocupa y se hará lo que se tenga que hacer, si los otros consienten determinadas actitudes, allá ellos, pero nunca serán ejemplo de nada por mucho que se crean que lo son.

El tiempo pone a cada uno en su sitio y la vida, para mí, seguirá cargada de ese coraje y corazón que nunca me falla. Es cierto que del Atleti seré “hasta el fin de mis días”.