Nada debe regresar a la normalidad…la normalidad NO estaba funcionando.

Y vamos de nuevo. Ciento de veces hemos escuchado y nos han taladrado hasta el cansancio que todo tiene que volver a la normalidad, cuando ésta en realidad pasa por escenarios, momentos, situaciones sumamente complejas que hacen no desear, en principio, ni repetirla y, en segundo término, mejor repeler para recomponer el rumbo y la mira bien puesta en nuevos horizontes, evitando a toda costa repetir lo que está mal y causa estragos en cualquier arista de la vida misma. Además, evolucionar es una obligación no alguna opción, por tanto, cambios generan grandes avances, creación y consolidación de proyectos personales y colectivos, apertura a incorporaciones estratégicas que impacten de forma positiva en la familia de cada quien y en la sociedad. Dejar y soltar aquello que hostigó, fastidió y jodió todo por nada, o peor aún, por intereses desproporcionados a costa de quién y de lo que fuera, como si se tratara de un pasaje seguro al paraíso y ¡oh sorpresa! La realidad es definitivamente diferente y proporcionalmente a lo habituado en el caos. Por supuesto que no todo es así, pero reina más  -infortunadamente- lo negro que el blanco, por ello es que se debe aceptar el reto y asumir el o los compromisos para enterrar lo que estuvo y está mal, para darle paso a la diferencia, a los actos con bonanza, humildad, generosidad, compartiendo, dando y recibiendo, creando y no destruyendo, asegurando que mañana, sin duda alguna será mejor que hoy, para tales situaciones y en estricto orden de jerarquías, se necesitan 2 seres que comulguen para la construcción de tejidos nuevos, que conjunten a los mejores para que el armado de grupos vayan siendo cada vez más y mejores, con altas capacidades de mejora, eficacia en la toma de decisiones, entrega absoluta sin dañar ni afectar a nadie, creación de grupos fidedignos sin caretas, con probada solvencia socio-laboral y dentro de todo, la renovadora idea de erigir nuevos modelos, planes, proyectos y trabajos para todos, dejando en el olvido, aquello que la “normalidad” dice que es para todos…

Sin entrar en otros tópicos, el deporte es en estos instantes el claro ejemplo que lo que hoy se tiene, debe obligadamente deshacerse de lo que se considera normal para muchos y que no ven o reconocen en lo caótico en que han tenido al sistema deportivo mexicano. La muestra saltó a la vista de todos con los JJOO. Decía en televisión que la mejor conclusión la tienen ustedes, sin embargo, me voy a subir al barco porque a lo mejor coincidimos que más allá de que hemos padecido de la peor etapa administrativa del deporte, también ha sido que ha salido a flote todo lo que está podrido y que no se puede esconder. El resultado, en general, hoy obtenido, es sencillamente el reflejo de divisionismo técnico-administrativo del deporte de pseudo autoridades con atletas y deportistas en general, plagado de diferencias insostenibles, castigos o sanciones hasta porque aleteo mal la mosca, recortes de presupuestos con destino quién sabe a dónde -bueno, si se sabe- teniendo un stock de consentido-a-s a merced de lo que digan, proteccionismo personales al más puro estilo de Eliot Ness, desconocimiento en un grado elevado de la Ley de Cultura Física y Deporte, así como su reglamento, o bien, usándolo como papel sanitario. Ser asiduos invitados de honor a los tribunales para acatar disposiciones en materia, pero terminando de vociferar que no es lo correcto…

La lucha de ideales está permitida, lo que no, son las ofensas, traiciones y deshonra que se produjo en el sector, la burla constante y hasta el cinismo aspiracionista por alcanzar un número de metales en lugar de haber asegurado, secundado y consolidado un buen grupo de seleccionados. Todo eso -insisto- lamentablemente es la normalidad y tiene fecha de caducidad, y a partir de entonces se desatará una cacería de brujas o tapones de salidas de información, ejercicios regulados de lana, destinatarios y otros. Lo que toca ahora no es la confrontación, porque seguramente -espero- serán los responsables de las áreas correspondientes ejercer sus dictámenes, situación que nos privilegia para NO regresar pero ni tantito a dicha realidad.

Miren ustedes, si aplicamos la acepción del humanismo al deporte, tenemos que desvelar la conciencia de la realidad del ser humano, la conciencia de las cosas que interactúan en el deporte y la que corresponde a las relaciones de las personas con otras. Es por ello que, el deporte como proyecto de vida, que es parte fundamental, ve por las dimensiones humanas de la actividad deportiva indistintamente, ya que cubre las diversas necesidades vitales del ser humano, abarca las dimensiones humanas y, de esta manera, se trata de lograr alcanzar el equilibrio como persona, es decir, consigue el equilibrio vital, en sus niveles: físico, mental o intelectual, emocional y hasta espiritual. Esto significa que el deporte se convierte en un proyecto de lo cultural, de lo humano, de la vida misma del ser humano. En la condición lúdica del deporte se esconden los factores humanizadores que necesita la sociedad en general, factores capaces de hacer una mejor sociedad.

Así que, seamos -en conjunto- capaces de dejar la dichosa “normalidad” de hoy y hacer que el deporte y su sistema y desarrollo en México, esté al servicio de las personas, deportistas y atletas, del desarrollo personal como ser individual y del desarrollo personal como ser social, con esta premisa me queda claro que la meta, pues, del deporte sería alcanzar el proyecto de vida o proyecto cultural en cuanto a las dimensiones del ser humano y, al mismo tiempo,  potenciarán los valores que están en las bases de las relaciones humanas, valores morales, éticos, sociales: valores culturales y humanos. Ésta tendría que ser: ¡LA OTRA NORMALIDAD, LA NUESTRA!!!

Pásenla bien!!!