INSIDE OUT 2 (DEL REVÉS 2)

Su llegada a las salas de cines ha sido arrolladora. De hecho, se ha convertido en la película más taquillera hasta el momento. Quizás, seamos muchos los que estábamos esperando el estreno de Inside Out 2 para ver como la niña que nos presentó Pixar en la primera entrega se hace adolescente. También, es muy probable que más allá de lo que Riley vive nos guste ver en acción a las emociones que todos llevamos dentro. 

El “sentido de la identidad” lo forjamos nosotros mismos y en él no pueden faltar la alegría, la tristeza, el temor, la furia y el asco. Es cierto que esas emociones son creadoras de recuerdos. Y, posiblemente, como nos muestran en la película sean las primeras emociones que van forjando nuestro carácter y nuestra forma de ser. El tiempo pasa y nosotros vamos creciendo y madurando, pero los sentimientos siempre están ahí. Su engranaje no sabemos cómo es; lo que está claro es que algo se mueve dentro de nosotros para ser y actuar de la manera en la que nos identificamos.  

A las primeras emociones se unen en esta ocasión, ya que Riley es adolescente, la ansiedad, la vergüenza, la envidia, el aburrimiento y la nostalgia. Todas ellas no sólo están presentes en esa etapa de la vida. Seamos sinceros y asumamos que convivimos con todas ellas a diario. Podemos madurar con el paso del tiempo pero las emociones están ahí y no siempre es fácil gestionarlas. Seguramente, ahí está la esencia de cada uno de nosotros. Una joven adolescente apasionada del hockey es la lección que la película nos quiere trasladar. Es un ejemplo que tiene muchas connotaciones y que como espectadores es nuestra tarea asumir en qué momentos nos vemos reflejados en la gran pantalla.

No hay que olvidar que lo que nosotros nos susurramos a nosotros mismos tiene mucho más impacto y fuerza que lo que nos digan los demás. La mente tiene un poder incuestionable y aunque en la película es la alegría la que “lidera” las primeras emociones, ésta no debe de faltar nunca. La vida es sencilla, solo nos pide que la vivamos y la disfrutemos; lo verdaderamente complejo es nuestra mente, nuestras emociones. Podemos ser más o menos impulsivos y actuar de una manera o de otra; pero no sabemos si hemos acertado o no en la decisión tomada. La conciencia también juega un papel fundamental que va de la mano de nuestros valores. Estos son fundamentales y deberían ser incuestionables. Menos mal, que la nostalgia siempre nos llevará a aquello que necesitamos recordar. 

De los recuerdos siempre surgen emociones. Siempre son un repaso a nuestra propia historia. Una historia que se va labrando en un día a día que la rutina acelera, pero en realidad, esa historia se va cociendo lentamente con el paso de los años. Las emociones también se curten, también se fortalecen, y por supuesto, también necesitan salir al exterior. Cuando salen somos nosotros mismos, sin filtros y eso es la naturalidad, la esencia de la persona. 

Quizás, en estos tiempos que corren, con las redes sociales liderando nuestra presencia y éstas llenas de filtros, haya que reflexionar que no es lo mismo “ser” que “estar”. ¿Me equivoco?