LO ESENCIAL ES INVISIBLE A LOS OJOS

En un abrir y cerrar de ojos ya hemos superado el ecuador del mes de mayo. El tiempo pasa muy deprisa y con él nuestra propia vida. A veces, no somos conscientes de ello porque la rutina nos tiene absorbidos, pero la realidad nos la marca el calendario.

Un calendario que está marcado con nuestras fechas señaladas. En él buscamos a ese aliado para que no se nos olvide, por ejemplo, un cumpleaños, un aniversario, una cita importante. En definitiva, es la hoja de ruta en la que nos vamos basando. Nos sirve, también, para hacer la cuenta atrás ante aquello que nos ilusiona. Yo anhelo el verano y por mucho calor que haga siempre será mi estación favorita. La primavera está siendo fiel a su inestabilidad, pero como antesala de la estación estival no está nada mal. También, podría empezar la cuenta atrás para la Feria del Libro de Madrid. Los amantes de la lectura tenemos en ella la oportunidad de encontrarnos con nuestros escritores favoritos o, simplemente, ir a disfrutar de su ambiente y localizar aquellos libros que tenemos en nuestra lista de deseos. Siempre hay planes que anotar en ese calendario.

Si bien es cierto, no todas las fechas a recordar son buenas. No vivimos en el mundo de “Alicia en el país de las maravillas” y a veces, las noticias que nos rodean son difíciles de digerir. Además, cuesta encontrar en ellas algo bueno a lo que aferrarse. Quizás un buen recuerdo sea lo apropiado para esas jornadas más grises que soleadas. Afortunadamente, para esto las redes sociales juegan un papel de gran ayuda, porque si hemos compartido una foto o un texto, serán ellas las que nos lo vuelven a mostrar sin la necesidad de hacer memoria. ¡Ojo! A muchos esos recordatorios les han servido, también, para quedar. Por supuesto que son una doble vara de medir como todo lo que rodea a las redes sociales.

Unas redes sociales que hace unos días me llevaron a recordar mis vivencias por México y que destacaron, concretamente, la amistad que tengo con Pepe Nader desde hace diez años, que se dice pronto. Una amistad que no entiende de distancias porque sigue como el primer día. La amistad, si es verdadera, no se agota, es perenne en el tiempo. A la amistad no le importan los “likes”, le importa más la persona. Valora no solo una foto, sino todo lo que ella envuelve. Sabe, como se dice en “El Principito” que lo esencial es invisible a los ojos, por eso, “la verdadera amistad es como la fosforescencia, resplandece mejor cuando todo se ha oscurecido” tal y como afirmó Tagore.

Los amigos, que no los seguidores, se pueden contar porque “un amigo es uno que lo sabe todo de ti y a pesar de ello te quiere” como dijo el ensayista estadounidense Elbert Hubbard. Por eso, las amistades, como la que tengo con Pepe Nader, también se celebran. Los aniversarios están para eso y la vida está para vivirla. Estoy convencida que más pronto que tarde brindaremos por ella y por muchas cosas más. Hasta que llegue ese momento cuento con mis amigos para seguir marcando fechas en el calendario y llenarlo de recuerdos inolvidables. Eso es lo que te llevas en la vida. Dicen que quien tiene un amigo, tiene un tesoro. Es cierto que esos tesoros tienen nombres y apellidos, no los mencionaré porque ellos se van a dar por aludidos. La vida me ha premiado queriendo que esas personas formen parte de la red social que no se ve, esa que se lleva en el corazón. Se lo agradezco y mucho porque como dijo Cicerón: “¿Qué cosa más grande que tener a alguien con quien te atrevas a hablar como contigo mismo?” … Eso es amistad con mayúsculas.