GRILLANDO

Hace unas semanas, en el periódico El Valle se hizo un trabajo periodístico para resaltar la labor que hacen las madres buscadoras en nuestro país ante la ineficiencia de las autoridades y la desesperación de dar con lo más sagrado que tienen, que es la vida de sus hijos, una constante en un país como el nuestro que registra miles de desaparecidos.

Ayer por la mañana, tomó fuerza la nota de un presunto crematorio clandestino en la Ciudad de México, entre los límites de Tláhuac e Iztapalapa, que había sido ubicado por parte de integrantes de un colectivo de Madres Buscadoras, por lo que Cecilia Flores emitió declaraciones de lo que habían encontrado y lo que necesitaban para continuar la búsqueda.

Sin embargo, por la tarde las autoridades de la Ciudad de México informaron que este crematorio clandestino era una falsedad y que la noticia tenía tintes políticos, una declaración muy fuerte y que tendrá que ser comprobada, pues no podemos seguir en un país donde temas tan complejos y fuertes se tomen a la ligera, no en medio de la crisis que se vive por los desaparecidos desde hace tantos años.

Yo no quisiera imaginar que una madre buscadora se prestó para un tema político y tampoco quisiera imaginar que la autoridad de la capital del país manipule información para ocultar algo grave, sin embargo, hoy la disyuntiva en este tema existe y los ciudadanos merecemos saber cuál es la verdad al respecto, porque lo cierto es que desde hace muchos años en este país hay crematorios clandestinos y si no lo creen, que le pregunten al terrible SANTIAGO MEZA LÓPEZ, alias “El Pozolero”.

Como lo expresamos hace unas semanas en las páginas de El Valle, las madres buscadoras demandan de todo el apoyo de las autoridades para dar con el paradero de sus hijos, pues finalmente son víctimas del clima de inseguridad e impunidad que prevalece en un país donde no deberíamos tener madres buscadoras, sino madres apoyando a sus hijos para salir adelante.

LA GRÁFICA DE HOY

Es del verificentro ME-841 Ambiental Eco Metropolitano SA de CV, ubicado en la calle Atizapán 220, en el municipio de Metepec, que a pesar de que ya estuvo clausurado por la PROPAEM, siguen haciendo de las suyas, demostrando que uno de los grandes pendientes de la Secretaría de Medio Ambiente es poner orden en estos centros, que lejos de cuidar el medio ambiente, se han convertido en sinónimo de corrupción y transas.

De nada sirve afinar tu automóvil e ir con la seguridad de que los niveles están en orden, si al final, los sujetos de este verificentro hacen su santa voluntad y te rechazan, ya que autos que son unas chimeneas andantes pasan sin ningún problema gracias al “billete” extra que ofrecen.

Lo malo, es que no solo es este verificentro, sino muchos que hacen lo mismo, que no respetan las mediciones y que manipulan las pruebas para solo ser negocios llenos de corrupción, lo anterior, al amparo de la autoridad que debe poner orden, pues resulta un infierno llevar nuestros autos dos veces al año, y donde insisto, de nada sirve que uno afine sus autos, pues por sus pantalones solo pasan los que ellos quieren.

El tema de la verificación debe corregirse en el Estado de México, debe ser solo una vez al año y con exhaustivos controles de calidad para evitar la corrupción que actualmente impera, donde pasen los autos que realmente cumplan con las mediciones y se retiren aquellos que representan un grave problema para el ambiente, de lo contrario, solo seguirá siendo una simulación, que con el pretexto del medio ambiente, le saca una buena lana a la gente, que además de pagar un chingo de impuestos, tenemos que pagar este tipo de medidas que de nada están sirviendo.

Y VA DE CUENTO

Después de una buena fiesta, HUGO PLIEGO decide seguir la fiesta en su departamento de soltero con un par de amigos, después de haber pasado unas cuantas horas de estar bebiendo por la noche, uno de los amigos se le queda viendo a un objeto de la sala y le pregunta: ¿Para qué tienes ese gong?

A lo que HUGO responde: No es un gong. Es un reloj parlante.

El amigo le dice: ¿Un reloj parlante? ¡No jodas! ¿Y cómo funciona?

HUGO, tomó una maza y golpeó fuerte el gong que, lógicamente, emitió un tremendo sonido. Instintivamente, los tres amigos dieron un paso atrás, y se quedaron esperando.

Al cabo de unos segundos, desde el otro lado de la pared se oyó una voz que gritó: ¡Por el amor de Dios, imbécil, son las tres y diez de la mañana!

HASTA mañana con más GRILLANDO. Comentarios en Twitter en @pepenader y en [email protected]