De botarga a candidata
- Elva María Maya Marquez
- 16 abril, 2024
- Columnas
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El debate del pasado 7 de abril dejó más “memes” que propuestas, ahí se resume el nivel de este ejercicio. Algunos de los reclamos que surgieron entre las candidatas fue el siguiente: “yo vivo en un departamento rentado; ella vive en una casa del cártel inmobiliario”, señaló Claudia Sheinbaum. La respuesta no fue inmediata, pero el jueves 11 de abril en un evento en Naucalpan, Estado de México, Xóchitl Gálvez respondió: “Me reclamó que yo vivo en una casa propia y que ella vive en un departamento rentado. Si a los 60 años no has podido hacer un patrimonio, eres bien güey, con todo respeto”.
Si algo falta en un comentario así, es precisamente respeto. Porque si bien, de manera posterior en Atizapán de Zaragoza, intentó hacer la aclaración especificando que “la referencia fue clara y contundente a la señora Sheinbaum”, el comentario es ofensivo para millones de personas que, en este país, a sus 60 años no cuentan con una vivienda propia.
Esta candidata presidencial confunde lo grosero con ser cercana al pueblo y no por decir que es una mujer “chingona”, “la pendejié” y “güey”, hará que las personas se identifiquen con ella, toda vez que este tipo de expresiones se convierten en una forma de ofender a la colectividad, pues aun cuando se utiliza un lenguaje popular, las personas hablan con respeto.
A veces olvida que no está en la esquina de su casa platicando con una amiga, tampoco en una reunión en un bar o una cantina, está aspirando a ser presidenta de México. Lo que ha hecho Xóchitl Gálvez a través de su lenguaje, es evidenciar la incapacidad analítica que tiene para concretar una idea y para expresar planteamientos coherentes, oraciones sencillas con sujeto, verbo y predicado. Lo que sabe hacer es, utilizar palabras altisonantes pensando que es gracioso y que la muestran como espontánea y arrebatada.
Este tipo de declaraciones —si a los 60 años no has podido hacer un patrimonio, eres bien güey— tan alejadas de la realidad, alimenta la idea de que “el pobre es pobre porque quiere” y Xóchitl Gálvez debe comprender que no todos pueden contar una historia de éxito como la de ella que de vender gelatinas llegó a ser empresaria, pues recordemos que a los 13 años ya era una máquina de hacer gelatinas, ya que declaró que hacía hasta 600 gelatinas diarias, todo el pueblo —Tepatepec, Hidalgo— inundado de gelatinas marca Xóchitl Gálvez, ella es un ejemplo vivo del “si se puede”, “échale ganas”, pues vivimos en un mundo lleno de oportunidades, pero si eres flojo o “huevon” para utilizar otra de sus expresiones, llegas a los 60 años sin un patrimonio propio.
Pero esto no termina aquí, las gelatinas solo fue el comienzo, pues amasó tal fortuna que tiene empresas que en su composición suman el 130%, para todos a excepción de la candidata presidencial, lo “normal” es que el total sea equivalente al 100%, pero ella es una empresaria tan fuera de serie que, en una entrevista con Luis Alberto Medina, director de “Proyecto Puente” (enero de 2024), explicó la composición accionaria de su empresa denominada Operación y Mantenimiento de Edificios Inteligentes S.A. de C.V. (OMEI). Su esposo cuenta con el 30% de la empresa, mientras que su hija tiene el 20% y ella, posee otro 80%. Sorprendente.
Xóchitl Gálvez es la muestra de que “trabajando duro”, con negocios prósperos como el de las gelatinas y un poco de suerte, todos pueden aspirar a una vivienda, y cuando hablo del factor “suerte”, lo menciono porque la casa en la que actualmente vive en una zona exclusiva de la delegación Miguel Hidalgo, precisamente ella, siendo la Delegada, otorgó la autorización para iniciar la construcción de un conjunto de casas de 276 metros cuadrados cada una. Qué casualidad.
La obra se construyó, pero legalmente no avanzó. Xóchitl entregó a los desarrolladores la manifestación de construcción en agosto de 2017 pero en 2020 se le negó a la obra el Uso y Ocupación, que se conoce como el acta de nacimiento de una propiedad, ya que avala que el inmueble es 100 por ciento habitable. Aun bajo esta condición y con base en la investigación de la periodista Daniela Barragán, sustentada en documentos obtenidos del portal de transparencia, el 18 de marzo de 2021, Gálvez adquirió uno de estos departamentos por 9.8 millones de pesos; pero dos años después esa propiedad se cotizaba en 14 millones 900 mil pesos, que descuentazo obtuvo no creen.
Con esta suerte que desde niña tuvo Xóchitl Gálvez para vender 600 gelatinas diarias, contar con una empresa cuya composición es de 130% y descuentos de alrededor de 5 millones de pesos para adquirir una casa en una zona exclusiva, por eso piensa que, quien a los 60 años no tiene un patrimonio, “es bien güey”.
Muchas de las personas que actualmente no tienen una vivienda, no es porque no quieran, pues los créditos para acceder a una casa no están hechos para todos. Por otra parte, el ser propietario no necesariamente te da una mejor calidad de vida, esto, al contar con asentamientos precarios del tamaño de una caja de zapatos, construidos con materiales de baja calidad, sin acceso al agua y luz eléctrica.
El Estado dejó de asumir el tema de la vivienda como parte de su responsabilidad, particularmente a partir del gobierno de Carlos Salinas donde el gobierno comenzó a hacerse a un lado con los temas de vivienda y ciudad, para asumir un papel de gestor al permitir que las ciudades se definieran de acuerdo con las necesidades del mercado.
Es injusto criminalizar a las personas por no tener un patrimonio propio y generar discursos en los cuales se plantea que las personas no trabajan lo suficiente, “no le echaron ganas” y por ello no pudieron construir una casa o acceder a una vivienda de interés social.
Xóchitl Gálvez produce errores casi con la misma rapidez que producía gelatinas, una tras otra. No terminaba de aclarar el querer hablar con los muertos en el primer debate presidencial o colocar la bandera al revés, y ahora estas declaraciones que son terribles en cualquier persona, pero en una candidata presidencial, es preocupante.
Esta mujer no se ayuda, pueden cambiarle todo el equipo de campaña, pero el problema es ella, seguirá tropezando con sus propios errores y al intentar recomponer uno, resbala con otro y lo peor es que aún le faltan más de 40 días de campaña. Los partidos que la abanderan también deben hacerse responsables, pues ellos consideraron que la mujer que llegó en 2022 al senado vestida con una botarga de dinosaurio podía ser una “buena” candidata presidencial.
Cabe señalar que, en ese momento, el llegar vestida con una botarga de dinosaurio, fue en señal de una aparente protesta en contra de la reforma electoral propuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador, donde calificó la iniciativa presidencial como un regreso “a la época de los dinosaurios priistas”, esos con los que hoy se ha unido.
Incongruente, sin sustancia y sin un proyecto político es como se percibe su campaña. Sin embargo, seguramente habrá quien piense que va a repuntar, pero también está la otra posibilidad, seguirse hundiendo y sin necesidad de que alguien le haga campaña sucia, pues para eso, Xóchitl tiene a Xóchitl.