El desabasto de medicamentos en el ISSEMyM

Por: Jesús Humberto López Aguilar

Hace aproximadamente medio año, las y los ciudadanos mexiquenses, presenciamos la primera alternancia en la historia de nuestro estado. La ola de la cuarta transformación por fin alcanzó las costas del último bastión del otrora todopoderoso PRI. Encabezada por Delfina Gómez, su gobierno inspiraba cierta incertidumbre por el gran cambio que representaba para el aparato estatal una renovación de tales magnitudes. La administración de la nueva gobernadora se enfrentaba, y aún se enfrenta, a graves problemas en los ámbitos de seguridad, gobernabilidad y corrupción, heredados de los gobiernos del partido tricolor.

En el sector salud parecía que todo iba viento en popa, más específicamente en el ISSEMyM, de dirección estatal. Aunque claro, estando presentes los problemas administrativos que llevan años arrastrándose, pero, en suma, sin ninguna problemática grave. El abasto de medicamentos alcanzaba cotas de, aproximadamente, 94 por ciento. Una cifra bastante tranquilizadora si tomamos en cuenta la seria crisis de desabasto que persiste a nivel federal. Sin embargo, las altas esferas de la nueva administración tomaron una decisión que, para cualquier persona racional, costaría bastante trabajo de entender.

A pesar de que fue el pasado primero de septiembre cuando estos últimos tomaron de manera oficial las riendas del gobierno, se determinó que, al menos en el ISSEMYM, se mantuviera al antiguo personal administrativo tres meses más, más concretamente, hasta el primero de diciembre de 2023. Hasta este punto, pudiera parecer una decisión bastante acertada, sobre todo si se buscaba procurar un correcto traspase de responsabilidades. La cuestión que genera confusión es la orden con la que esta decisión venía acompañada, la cual fue que no se comprara ningún medicamento en dicho periodo. Esto acarreó que no se hicieran las diligencias correspondientes para preparar las nuevas licitaciones de medicamentos de cara al año entrante. Esta terrible negligencia provocó, como era de esperar, que los niveles de abasto se desplomaran. Hasta hace 2 semanas, el nivel de abasto rozaba la fatídica cifra de 14 por ciento. Afortunadamente, y gracias a la respuesta del nuevo personal, se lanzaron las nuevas licitaciones, teniendo como consecuencia que los proveedores de medicamentos, que en su mayoría son los mismos que ya habían trabajado con el ISEEMYM anteriormente, comenzaran a surtir a las farmacias de este organismo público.

La cuestión que debería ser objeto de un detenido escrutinio público es por qué, si ya se contaba con un nivel bastante aceptable de abasto, y, además, que ya se había decidido extender el periodo de actividades del viejo personal, se giró la instrucción de que todos ellos se quedaran impávidos ante la avalancha que se avecinaba.

Esta falta cometida no resultó tan catastrófica, ni tan grande, como para que se hiciera notorio un malestar general por parte de los derechohabientes, pero, muy seguramente, hubo individuos afectados que en más de una ocasión no pudieron ver surtidas sus recetas para enfrentar a los males que los aquejan.

Dar cuerda a la imaginación para tratar de hallar una explicación coherente al origen de esta situación solo nos llevaría por el sendero de la desinformación. Lamentablemente, no veremos una rendición de cuentas por parte de los responsables, pero, si nos deja una lección de cara a la transparencia debería existir no solo en lo referente al manejo de los recursos públicos, sino en la toma de decisiones. Resulta contradictorio que, en un país democrático, nuestra responsabilidad como ciudadanos se limite a emitir un voto para elegir a aquellos que tomaran decisiones por nosotros, para que, ni siquiera, podamos tener conocimiento de esas decisiones, ni la capacidad de exigir explicaciones por ellas.

Las actividades de nuestro gobierno van mucho más allá de lo que normalmente tenemos presente, que cada uno de nosotros tenga una lupa sobre cada una de ellas no resultaría viable, pero sería posible a través de una ciudadanía organizada, no solo para marchar por las calles para exigir democracia sin más, sino para involucrarse y asegurarse de que el deber ser se cumpla. De esta forma, acciones arbitrarias, como la ya mencionada, pueden ser anticipadas.

¿A qué más democracia podemos anhelar?

Hagamos un intercambio de ideas, escríbame por correo a [email protected] o en Twitter a @Jesus_LAguilar.

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