El gobierno que merecemos
- Julián Chávez Trueba
- 22 noviembre, 2023
- Columnas
- 0 Comments
En la mayoría de los modelos ideales de la ejecución de la democracia, se sugiere que para que ese ideal exista se requieren 3 elementos: una excelente comunicación e información, para poder saber todas las acciones de los candidatos y su trayectoria; un interés genuino en las acciones que emprenda el candidato como autoridad; y el seguimiento de cada una de las acciones, con la finalidad de revisar de primera mano si el candidato cumplió o incumplió con sus compromisos.
Bajo este contexto nos podemos preguntar si cumplimos como ciudadanos con las tres sentencias anteriores. Con mucha facilidad podemos decir que escasamente podremos atender una de las tres máximas descritas, sin decir que aquella que señala la comunicación como principal elemento, depende tanto de los propios candidatos como de los medios de comunicación, así que esta en particular, menos que las anteriores.
Ahora, Acapulco como sujeto de estas lucubraciones, es un señalamiento que regresa como búmeran hacia nosotros mismos, pero puede ser un indicador. Es en esa ciudad donde tenían un personaje muy carismático, que incluso contaba en su haber con películas y muñecos de acción: Félix Salgado Macedonio. Él contaba con mucha aceptación y popularidad pero no pudo contender como gobernador en su Estado Guerrero, puesto que tenía numerosas acusaciones de índole sexual, algunas incluso ya prosperando en el proceso, debido a ello envía en su representación a su hija Evelyn Salgado y gana la gobernatura de Guerrero. Es decir, si bien Félix contaba con el carisma, no contaba con demostraciones suficientes respecto de su capacidad de estadista o de buen servidor público; su hija no contaba con ese carisma ni con demostraciones publicas de nada. Lo que quiere decir, que al tenerla a ella como gobernadora, no sería la mejor, por decir lo menos. Esto quedó demostrado con la nula respuesta que se tuvo previo, durante y después de la catástrofe del huracán OTIS, ya que no hubo un aviso oportuno, (ni de presidencia federal), no hubo una integración de ayuda y no se estableció un plan de acción, sólo se limitó el gobierno municipal, estatal y federal a decir que se estaba trabajando, mandando a la milicia a hacer todo lo que se podía.
Bueno, que más ejemplo de ello que el día de ayer que se reabrieron las escuelas primarias en el municipio, la Secretaría de Educación Estatal de Guerrero no sabía cuántas de ellas iban a abrir y es el momento en el que no se sabe la cantidad de escuelas dañadas o si están en posibilidades de atender el servicio educativo.
Pero tenemos el gobierno que merecemos, puesto que lo primero que se observó en los principales centros comerciales en Acapulco fue la rapiña, que aunque muchas personas dijeron que tuvieron que robar para comer, la verdad es que las imágenes hablan más que mil palabras, pues se observa que la gran mayoría de gente lleva electrodomésticos, pantallas y toda clase de insumos que no son comida. Pero concediendo que estaban en un estado de necesidad, también se presentaron casos de robos a casas y violencia en las calles, incluso a los 4 días que pasó el huracán, empezaron nuevamente los cobros de piso, y los atracos en la costera Miguel Alemán. Indicando que el robo no se trata de un estado de necesidad, sino de educación y valores humanos.
Hace poco chocó un tráiler con llantas, pues la gente de los caminos cercanos a Acapulco, se dedicó a robar las llantas que por cierto eran de rodadas de maquinaria pesada, no apta para automóviles particulares.
Esta situación, obviamente no se da únicamente en Acapulco, sino en toda la república. La gente roba, hace rapiña y olvida toda civilidad con la mínima provocación. Tal vez ellos no hayan votado por los gobierno actuales, igualmente no se puede aseverar si esa gente representa a la mayoría de los mexicanos, pero queda ahí la duda.
Como una conclusión tal vez precipitada, puesto que esta idea puede dar mucho más que estas breves líneas, puede decirse que no somos buenos ciudadanos, que no sabemos comportarnos, que respondemos a la menor provocación, que somos arrebatados y que con el pretexto de una desgracia inminente, justificamos acciones evidentemente ilegales. Igual que nuestros gobernantes, lo que significa que sí, nos merecemos a los gobiernos que elegimos, que son sin lugar a dudas, un reflejo de lo que somos como ciudadanos en sociedad y también de lo que somos como autoridad en la familia y el trabajo.
Entonces puede pensarse que la democracia no se trata de los elementos advertidos al principio de esta columna, sino más bien de educación, de educarnos bien usted y yo, de demostrar que somos mejores personas que nuestros gobernantes y que la construcción de nuestros Estado, empieza en nosotros y no en un voto o un candidato ideal.