Tres años del etiquetado frontal ¿En qué vamos?

La nostalgia de despedir a Chester Cheetos, al Tigre Toño y a Pancho Pantera, entre otros personajes que se encontraban presentes en los alimentos y bebidas que son consumidos regularmente por la población mexicana, en realidad tuvo que ser motivo de celebración, pues la mayor parte de los productos que utilizan empaques y envolturas con imágenes llamativas o con algún personaje que por generaciones había sido ubicado con cierto alimento, no contribuyen necesariamente a una alimentación sana y mucho menos balanceada, pero incrementan las probabilidades de desarrollar padecimientos de salud como obesidad y diabetes, enfermedades con alta prevalencia entre la población mexicana.

Según el informe preliminar de las Estadísticas de Defunciones Registradas (EDR) correspondientes a 2022, presentado por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), entre las cinco principales causas de muerte a nivel nacional destacan: enfermedades del corazón, diabetes mellitus y enfermedades del hígado. En lo que respecta a la obesidad, el panorama es peor, de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), la población mexicana tiene una de las tasas más altas. En nuestro país, el sobrepeso y la obesidad afectan a más del 75 % de las personas adultas, y al 35.6 % de la población infantil, cifras que ubican a México como el primer lugar a nivel mundial en obesidad infantil, y el segundo en adultos, superado solamente por los EE. UU., y como si esto no fuera suficiente, alrededor del 34% de las personas obesas padecen obesidad mórbida, el mayor grado de obesidad.

Lo anterior, ayuda a comprender por qué es necesario tratar de contralar a las industrias de comida chatarra con una medida como el etiquetado frontal, el cual, entro en vigor en octubre de 2020, derivado de la modificación a la Norma Oficial Mexicana 051-SCFI/SSA1- 2010 en materia de etiquetado, con el propósito de advertir al consumidor sobre los nutrimentos e ingredientes de alimentos y bebidas no alcohólicas preenvasados que representan un riesgo para su salud como los azúcares, las grasas saturadas, grasas trans, el sodio y las calorías.

De manera posterior, en abril de 2021, los empaques no debían tener ningún personaje infantil, animación, celebridad, imagen de algún deportista o mascota, así como elementos que inviten a realizar juegos interactivos o descargas digitales, ya que este tipo de publicidad se dirige particularmente hacia la niñez, los clientes preferidos por las marcas con quienes desde temprana edad se pueden generar comedores perfectos de productos que garanticen compradores de por vida.

¿Y por qué son tan dañinos este tipo de alimentos? Porque corresponden a la clasificación de “ultraprocesados”, lo que quiere decir que son productos cuyo estado natural ha sido alterado al añadirles sal, azúcar, grasas u otros aditivos —sustancias que se añaden a los alimentos para mantener o mejorar su sabor, su textura o su aspecto— como colorantes y saborizantes. Para identificar un producto ultraprocesado, basta con mirar la etiqueta, si contiene más de cinco ingredientes distintos y entre ellos hay azúcares, harinas refinadas, aceites vegetales refinados, aditivos o sal, se trataría de un producto ultraprocesado. De acuerdo con “La Alianza por la Salud Alimentaria”, México es el mayor consumidor de productos ultraprocesados en América Latina y el cuarto a nivel mundial; su consumo contribuye en gran medida a la epidemia nacional de obesidad y enfermedades crónicas.

Estos productos, normalmente se caracterizan por presentar colores vibrantes, texturas creadas en laboratorio, y con empaques que prometen vitaminas y minerales que no siempre se pueden comprobar, son alimentos que, desde sus fórmulas hasta el diseño de su envoltura, son creados para generar dependencia por parte de los consumidores, y no para “nutrir” o “cuidar la salud”.

El colocar sellos octagonales en color negro (que pueden ser hasta cinco bajo la denominación: calorías, azucares, grasas saturadas, grasas trans y sodio) a los alimentos que consumimos, no buscan hacernos sentir culpables por ingerirlos, se trata de que sirva como una señal de alerta para tomar conciencia de aquello que le damos a nuestro cuerpo y saber cuáles contienen exceso de algún ingrediente que puede provocar problemas de salud.

Por ejemplo; el consumo excesivo de calorías se convierte en grasa corporal, lo que ocasiona sobrepeso y obesidad, que a su vez puede derivar en: problemas cardiovasculares, colesterol alto, diabetes tipo 2, hipertensión y apnea del sueño. El consumo en exceso de azúcar contribuye al desarrollo de: obesidad, diabetes tipo 2, enfermedades crónicas del corazón, incremento en el riesgo de padecer cáncer, caries dental. El consumo de sodio en exceso representa riesgos como: hipertensión, presión arterial alta, retención de líquidos, dificulta la función de los riñones, accidentes cerebrovasculares, enfermedades cardiovasculares y disminuye la cantidad de calcio.

Las grasas saturadas en exceso provocan: elevación de colesterol LDL (malo), enfermedad cardíaca, accidente cerebrovascular, aumento de peso. Las grasas trans no aportan ningún beneficio: aumentan el colesterol LDL (malo) y reducen el HDL (bueno), acumulan el colesterol en las arterias, aumentan el riesgo de padecer una enfermedad cardíaca, incrementan el riesgo de padecer un accidente cerebrovascular, elevan el riesgo de padecer diabetes y aumentan el peso.

En el tema de los edulcorantes y la cafeína, aparece un rectángulo negro con la leyenda de que alguno de estos ingredientes está presente y debe evitarse el consumo en niños y niñas. En el caso de los edulcorantes no nutritivos está vinculado a: cambios de apetito y preferencias del gusto, cambios en la microbiota intestinal, afectación de los niveles de azúcar en la sangre, generación de síndrome metabólico, resistencia a la insulina, diabetes, aumento de peso. El consumo excesivo de cafeína puede provocar en niños y niñas: dolor estomacal, dificultad para concentrarse, dificultad para dormir y aumento de su frecuencia cardiaca.

A tres años del etiquetado frontal, hace falta mayor socialización del tema y comunicarlo de manera sencilla para comprender que, entre más sellos tiene un producto, más riesgo representa para la salud. Se debe tener presente que cuando el empaque es pequeño, esta presentación “mini” que han generado las diferentes marcas para ingresar a uno de sus principales mercados —tiendas escolares —y con sus clientes favoritos —las y los niños— solo aparecerá un sello con un número: 1, 2, 3, 4 o 5, esto, para indicar la cantidad de sellos que debería de tener y que, por su tamaño, no es posible colocar.

De acuerdo con un artículo publicado en el portal “POP LAB” por el Sociólogo y director del Poder del Consumidor; Alejandro Calvillo, diversos estudios destacan que los niños expuestos a la publicidad pueden reconocer desde los tres años marcas como McDonald´s, Burger King y Coca-Cola. Un estudio publicado en Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine demuestra el efecto de la publicidad en las preferencias de los niños. Los investigadores dividieron una hamburguesa comprada en McDonald´s en dos porciones, envolvieron una porción en un papel que tenía la marca de la hamburguesa y pusieron la otra porción en un papel similar, pero sin el logo de la marca; posteriormente se les pidió a los niños probar las dos porciones y decir cuál tenía mejor sabor, el resultado fue que más niños eligieron la hamburguesa envuelta en el papel con el logo de McDonald´s, quedando demostrado el gran efecto que tiene la publicidad y las marcas para influir en las preferencias de los niños. 

Organismos internacionales han reconocido el gran avance de México en cuanto al etiquetado frontal, sin embargo, los consumidores tienen un papel fundamental, pues es necesario que se tomen unos minutos para revisar los ingredientes de los productos que consumen, ya que en la medida en que se interiorice la importancia de cuidar nuestra salud con la ingesta de más alimentos naturales y menos ultraprocesados, México puede aspirar a ser un país más sano.

Los conflictos de interés permitieron que por décadas las industrias hicieran lo que se les diera la gana con los consumidores, nos mintieron y ocultaron información sobre los ingredientes utilizados, e irónicamente el lema de más de una de estas grandes empresas es, “socialmente responsable”, de risa loca evidentemente. Cuidemos de nuestra salud, cuidemos de nuestra niñez y no permitamos que en México más personas pierdan la vida por una elección irresponsable de sus alimentos.