CON CALOR O CON FRÍO

Una semana le queda al mes de julio, la palabra “vacaciones” resuena en la cabeza de más personas porque el verano está más que encauzado. Hemos superado varias olas de calor, unas elecciones generales con su correspondiente campaña electoral y ahora lo que toca es desconectar de la realidad. La mente necesita quedarse en blanco y resetearse para lo que está por venir. La rutina nos marca demasiado y sólo la palabra “vacaciones” a estas alturas del año consigue sacarnos una sonrisa sin ponerle ningún pero a nada.

Es complicado no quejarse del calor, de la humedad, de los mosquitos…pero todo eso merece la pena cuando sabes que por delante tienes unos días en los que todo el tiempo lo vas a invertir en ti y en los tuyos. Ser feliz no cuesta tanto cuando dispones de todas las horas del reloj y sabes, sin dudarlo, a qué dedicárselas. La estación estival tiene también sus detractores aunque siempre hay un chiringuito o un aire acondicionado al que aferrarse. El que no se consuela es porque no quiere ya que una gran virtud es buscar soluciones ante aquello que no nos gusta.

Precisamente, de lo que no nos gusta siempre hay que alejarse en la medida en la que se pueda. No siempre es fácil porque el día a día nos marca una pauta, pero mientras estamos ociosos hay que procurar desconectar de verdad. Algunos lo harán en la montaña y otros viendo la infinidad del mar. No importa el paisaje siempre que la calma y los buenos pensamientos nos acompañen. Además, el verano también es tiempo de construir sueños y pensar en ellos. Hay que dejarse llevar por los pensamientos y soñar despiertos. Es cierto que los castillos en la arena, como suele decirse, tienen una duración determinada porque caen en seguida, pero su base puede ser fuerte si el anhelo con el que lo construimos en nuestra mente es robusta. Si cuando comienza el año hacemos nuestros propósitos, algo parece le sucede al mes de septiembre. Durante la estación estival se van fraguando muchas ideas e ilusiones que quizás tengan su oportunidad en el último cuatrimestre del año y si no es así, siempre se escribirán esas inquietudes en la lista del año que viene.

Es de justicia reconocer que el verano da para todo, pero lo fundamental es saber extraerle todo el meollo porque, con calor o sin él, su duración es determinada pero sus recuerdos serán eternos. Y esos recuerdos serán nuestro oasis de calor cuando el frío y la rutina lo vuelvan a inundar todo. Está claro que el presente es lo que estamos viviendo, pero en un segundo se convierte en pasado y tenemos que ser conscientes de que volver al pasado para que éste nos saque una sonrisa, siempre será una buena medicina para afrontar no sólo la rutina sino el lado más amargo de la realidad. No siempre la vida nos muestra su lado más amable, pero nosotros siempre podremos decir “qué bonita la vida” como canta Dani Martín si sabemos valorar todo lo bueno que ésta tiene. Ser feliz está en nuestra mano. Somos los autores de nuestra propia historia haga calor o frío, estemos en verano o en invierno. En la vida, aunque nunca llueve a gusto de todos, hay algo en lo que todos tenemos que coincidir: Está para vivirla.