La legitimidad: El proceso de selección de los presidenciables

Por: Jesús Humberto López Aguilar

La pugna que a diario vemos en los espectaculares, en los medios de comunicación y en las redes sociales, es una confrontación que está sacando lo peor de cada uno de los aspirantes a la presidencia de nuestro país. Los cinismos descarados de las terriblemente nombradas, corcholatas de Morena, al negar rotundamente su implicación en la enorme máquina propagandística que se está llevando a cabo en su nombre, la descalificación a cualquier medio que no comulgue y apoye a su causa, y, por otro lado, en el recién constituido Frente Amplio por México, vemos el uso de las mismas descalificaciones que sus aspirantes reciben por parte del oficialismo, la publicación de los ridículos spots de índole populista, en donde vemos a estos mismos candidatos, abrazar a personas en las calles, en el campo, o en cualquier otro sitio, en donde puedan demostrar que la gente (el pueblo) son ellos.

La realidad es que somos testigos de una lucha de fuego contra fuego, en donde, en vez de consensuar, se quema cualquier intención de construcción en aras de crear un proyecto de nación que sea para los ciudadanos.

En este espacio, hemos expuesto puntos críticos de nuestra cultura, de nuestra sociedad, y de nuestro sistema, a los que vale la pena mirar si realmente se quiere un cambio de fondo.

Hace falta resolver el problema de la corrupción, causa que ha enarbolado el oficialismo, pero que, tristemente, es su mayor defecto. Es necesario fortalecer y fomentar el crecimiento de la economía, como dice la oposición, pero la realidad es que, obtendríamos mejores resultados a corto plazo, si tuviéramos un mejor manejo de recursos, y si gran parte de ellos, no fueran sustraídos por los propios funcionarios para enriquecer sus patrimonios. Hace falta borrar del mapa hasta el más mínimo ápice de violencia, pero incrementando el número de patrullas o eliminando y creando nuevas corporaciones policiacas, no se logrará ese objetivo.

Ninguno de los aspirantes tiene la capacidad – ¿o interés? – en identificar la verdadera problemática.

La raíz de los peores problemas que azotan a nuestro país es de tipo organizacional. La moneda de cambio común en toda organización es la superposición de los intereses de una persona o una minoría y la falta de honestidad, valores y recursos.

Para ensombrecer aún más el panorama, somos testigos de cómo el presidente, sus corcholatas, así como las dirigencias de los partidos de oposición y sus aspirantes, pisotean una y otra vez la Constitución, al iniciar sus procesos de selección con meses de anticipación, llenando todo espacio público, tanto físicos como digitales, de sus promocionales.

La Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales estipula que el inicio de la fase de precampaña está previsto para la tercera semana del mes de noviembre anterior al año de la elección. Faltan más de 5 meses para que los procesos que hoy se están desarrollando puedan iniciar de forma legal (!).

La Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación rechazó por tres votos el proyecto de la magistrada Janine Otálora que buscaba anular los procesos para los presidenciables del Frente Amplio por México (PAN, PRI y PRD). Desde mi punto de vista, una resolución reprobable del TEPJF siendo más que evidente, la violación a la ley previamente mencionada. Los argumentos de los tres magistrados que votaron en contra de este proyecto dejan entrever intereses o una sumisión a una influencia externa. El silencio del ejecutivo y de los miembros de la fuerza política oficialista, muestran atisbos de conveniencia, al ser sus procesos de selección de presidenciables igualmente ilegales.

Ser fuente de soluciones, y no de ataques, es el primer paso para evitar ser parte del juego fraudulento que envuelve el gobernar de este país.

La legitimidad de una persona, o en este caso, de un proyecto de país, no debe de recaer en la popularidad, sino en la capacidad de respetar las reglas que lo rigen y en tener argumentos con los que poder defender lo único que prevalece, las ideas.

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