EL VALLE DEPORTIVO

Un corazón fortalecido, brinda calidad de vida. Una vida fortalecida, a través del estudio y deporte, le brinda a la sociedad, mejor calidad. PEFULO

Hay diversas maneras en que la ciudadanía puede valorar el desempeño de un deportista, atleta, entrenador, cuerpo técnico, directivos, dirigentes, equipos y conjuntos, así como a los mandamases en las diversas disciplinas del maravilloso valle deportivo. Una de ellas -sin duda- es verificar si los programas y las políticas públicas en la materia, se han logrado poner en marcha, y llegar a la sociedad en general donde también están, desde luego, los protagonistas verdaderos del deporte. Es importante señalar que el problema social -que más bien, siempre ha sido el económico- para las que fueron diseñadas y también identificar si no crearon más conflictos y dificultades, lo cual creo que todos coincidimos en este último reglón porque vaya manera de generar desatención, enfrentamientos y lo peor: el cinismo del no pasa nada o me vale madres. Quisiera, muy a menudo, a diario, casi siempre, tener la varita mágica para hacer un balance de las políticas públicas en el deporte y cultura física, sin embargo intervienen diversos aspectos: la esperanza que se tenía de un cambio positivo en la figura de alguien que fue deportista de alto rendimiento y que con su conocimiento de causa podría inclinar y favorecer mejores condiciones a los deportistas; la inclinación para ejercer, promover y actuar en consecuencia con algunos referentes normativos -Ley- de mejor ejercicio, reales, dinámicos, justos y equitativos; y finalmente lo prometido en el plan de desarrollo deportivo mexicano. Por supuesto que la discordancia entre las metas establecidas hace poco más de 5 años y los resultados -malos y evidentes- obtenidos, son una “campechana” pero efectiva fórmula para no dejar ni tener la menor duda sobre la capacidad real que poseen algunos en el deporte nacional. A ver, ¿han cumplido o nos han mentido?

Los parámetros para ejemplificar de lo que hemos sido testigos, lo vemos a diario, declaraciones sin ton ni son, azorados por una condición de la ley de la selva -así parecen- el apuntar con el dedo a alguien y señalar nombre y apellido como si se trata de una declaración de guerra que no conlleva a nada. Bueno sí, a la desorbitante decepción y desilusión de millones de mexicanos y a otros que han adoptado esta tierra como suya, al saber que las vestiduras emblemáticas de los ganadores y/o triunfadores, ahora tan solo son harapos que, aún con todo el sudor y sangre del deportista, se ve más manchado y atribulado por la confabulación de la que han y hemos sido presa de los intereses personales y colectivos de otros. Es claro, la misión era ponderar el deporte como una estrategia para elevar la calidad de vida del ser humano, otorgar estímulos y recompensas a cambio de su entrega en pro del ejemplo para niños y jóvenes del país, incluir una acción tripartita con el sector educativo y de salud, para atender y alejar vicios, corrección, intervención directa para erradicar o cambiar las enfermedades crónico-degenerativas, inyección directa para que a partir del tema educativo se combata de forma lineal la obesidad y dejar de ser “campeones” en ese rubro, y cientos de puntos estratégicos más, pero estamos sometidos, hemos sido sujeto a variables que afectan más NO que ayudan. Lo poco que hay para destacar lo apedrean e insultan, lo demeritan y hasta guacala de pollo le hacen y eso es no tener madre! porque para verificar si hubo avance deportivo debemos -todos- ver, analizar y concluir si alguna de las metas anuales se consiguió, y es ahí donde la observación clara y evidente no dará la realidad y por tanto, discrepa con lo que “algunos” dicen sobre que hay una mejora continua. O sea, de risa y de no creer lo que sucede en México, sin embargo, independientemente de cuál sea el dato correcto, hay un punto importante de resaltar aquí.

Si bien es cierto que, por ejemplo, en 2012, se declaró la obligatoriedad de la educación media superior, sumándose a los otros niveles educativos, y se suponía que para el ciclo escolar 2021-2022 la cobertura debía ser de 100%, entonces ¿qué pasó con esa generación que acudió a centros especializados en cultura física, deporte, educación física, entrenamiento deportivo, entre otras? Peor aún no saber qué camino optaron por tomar aquellos deportistas bateados por las autoridades, en el mejor de los casos, algunos siguen con sus estudios y otros más trabajando de lo que sea. ¿Y qué logramos? Pues una sacudida real e importante que no debe ni tiene que pasar desapercibida por quienes aspiran al resurgimiento del deporte nacional. Hasta hoy, es claro que no se ha cumplido.

De lo que suceda en los siguientes años debemos encargarnos todos los que estamos inmersos en este negocio, apostando por la renovación y aceptación del cambio generacional y otorgando confianza y espacios para la creación y consolidación de planes, basta ya de bla, bla, bla, de exceso de confianza y arrogancia, nuestra nación lo demanda, nuestra entidad lo necesita y el deporte es un derecho no un privilegio!

Pásenla bien!!!