Movilizaciones para exigir ¡Justicia en Guerrero!

Por: Laura Castillo García

Vocera del Movimiento Antorchista en el Estado de México

Pese a la buena voluntad que mediáticamente ha mostrado el secretario general de gobierno de Guerrero, Lwdvig Marcial Reynoso Núñez, quien invariablemente hace compromisos para investigar y atrapar a los asesinos de dos dirigentes antorchistas y de su pequeño hijo, el caso es que el gobierno que encabeza la morenista Evelyn Salgado Pineda, aún no  presenta ningún avance sobre la investigación que la Fiscalía General del Estado de Guerrero dice realizar para castigar a los salvajes y crueles asesinos de dos dirigentes antorchistas, Conrado Hernández Domínguez y Mercedes Martínez Martínez, miembros del Comité Estatal del Movimiento Antorchista de la entidad, y de su hijo, quien aún no cumplía seis años.

Entrevistas van y entrevistas vienen con el funcionario guerrerense, quien también hace compromisos de gestionar una audiencia con la gobernadora; pero en los hechos no se ve ningún resultado en ningún sentido: no ha entregado ninguna evidencia de avance de la investigación y tampoco de la audiencia con la morenista.

Clamores de justicia de los antorchistas han recorrido todo el país, pero la gobernadora de Guerrero no los ve ni los oye; sí, igual que en 1994 cuando el expresidente Carlos Salinas de Gortari acuñó la famosa frase de “ni los veo, ni los oigo” cuando los legisladores perredistas le gritaron desaforadamente ante la presentación de su último informe presidencial.

Resulta muy curioso ver cómo lo que tanto criticó la “oposición” en ese entonces, ahora sea la conducta de un gobierno emanado de las filas del partido Morena, el cual a cada momento dice que “no son iguales que los anteriores”, pero que en los hechos han resultado peores, no solo por engañar a millones de mexicanos con su discurso de ser “lo mejor y más puro” de la política mexicana para “beneficio de los pobres”, sino que en los hechos actúan en perjuicio de los mexicanos. Se piensa de un modo cuando se es oposición, y de otra cuando eres gobierno.

A lo largo del territorio nacional, miles de personas dicen que la gobernadora que llegó al poder luego que su padre (Félix Salgado Macedonio) fue destituido como candidato de Morena por las acusaciones de violación sexual en contra de varias mujeres, ahora no quiere hacerse responsable del cruel y brutal acontecimiento sucedido cerca de la capital guerrerense, Chilpancingo, porque se trata de una familia que militaba en el Movimiento Antorchista, organización a la que –al igual que el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador–, agrede y calumnia solo por el hecho de no comulgar con las ideas y accionar del presidente.

El Mandatario federal calumnia e injuria al antorchismo: dice que es mala, pero nunca ha presentado ninguna prueba que así lo demuestre, ni en sus mañaneras ni en ningún Ministerio Público de los miles que existen en el país, en consecuencia, la gobernadora Evelyn Salgado Pineda continúa “sin ver ni oír” a los antorchistas y, por lo tanto, no ha movido un dedo para esclarecer el asesinato de los antorchistas ocurrido el pasado 12 de abril.

El estado de Guerrero se ha caracterizado no solo por la proliferación de la delincuencia organizada que constantemente genera violencia, sino por la violenta y creciente pobreza en que viven sus habitantes y la discriminación en que los gobiernos de todos los niveles (federal, estatal y municipales) han mantenido a la población, a la que tampoco ven ni escuchan y, por tanto, no atienden sus necesidades básicas.

Una de las prácticas deleznables que se ha hecho cotidiana en Guerrero, es la eliminación de luchadores sociales “incómodos”, los cuales invariablemente han quedado impunes porque las autoridades gubernamentales no han realizado investigaciones serias para dar con los criminales. El resultado es que nunca ha quedado claro quién o quiénes son los asesinos, mismos que no reciben el castigo que se merecen.

La práctica de no investigar los asesinatos políticos, también la copia el actual gobierno de Guerrero y, de seguir así, también quedarán impunes, pues así nunca atraparán y encarcelarán a los los asesinos.

Para ayudar a combatir la pobreza de los sectores más vulnerables de Guerrero, el licenciado Conrado dejó su estado natal, Veracruz, y se trasladó a la capital, Chilpancingo, en donde durante 10 años gestionó obras, servicios y apoyos para que la gente en situación de pobreza mejorara sus condiciones de vida.

La vida de Conrado, al igual que la de su esposa Mercedes e hijo, era de lo más tranquila: trabajaba, estudiaba, gestionaba, visitaba comunidades vulnerables y resolvia los contratiempos que la lucha impone, como son los obstáculos que cotidianamente imponen los gobiernos de todos los niveles para negar solución a las necesidades de la gente.

OPINION ANTORCHA