Desapareciendo a los desaparecidos
- Elva María Maya Marquez
- 15 marzo, 2023
- Columnas
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No es uno, tampoco son dos, o tal vez tres, se calcula que por lo menos 40 personas desaparecen al día. En promedio, mil 197 al mes, una persona cada 36 minutos, esto, con base en el Registro Nacional de Datos de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED) de la Secretaría de Gobernación al corte del 24 de diciembre de 2022, donde señala que, de acuerdo con cifras “oficiales”, existen 109 mil 375 personas desaparecidas o no localizadas en nuestro país, de las cuales, —14 mil 375 desaparecieron en 2022— el 13.1% del total. Sin embargo, los familiares están convencidos que la cifra real de desaparecidos es mayor a la reportada, pues no todas las personas denuncian.
Es difícil imaginar cómo es que las personas “desaparecen”. La incertidumbre de saber qué pasó con él o con ella, representa la muerte en vida de miles de familias que se destruyen, pues su paz y su tranquilidad jamás volverá hasta encontrar a su familiar desaparecido.
Las desapariciones forzadas se atribuyen a distintas causas; algunas por secuestros, asesinatos, pero también se habla de trata de personas con fines de explotación y reclutamiento por parte del crimen organizado. La búsqueda realizada por parte de las autoridades a todas luces es insuficiente, ante esto, hay mujeres —madres de familia principalmente— que, desde el sexenio de Calderón, después con Peña Nieto y ahora con López Obrador, realizan el trabajo que las fiscalías no hacen por omisión, indiferencia o por complicidad con los grupos criminales.
Contar con una “Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas” y “Comisiones Estatales de búsqueda” de poco ha servido, pues, aunque tuvieran la voluntad de buscar a las víctimas de desaparición, la realidad es que no cuentan con el presupuesto ni la capacitación para hacerlo, y mientras los colectivos de “rastreadoras” o “buscadoras” como se hacen llamar, se organizan para salir a buscar a sus desaparecidos en fosas clandestinas, las autoridades parecen más preocupadas en maquillar cifras, ya que, el aparato estatal está saturado con todas las carpetas de investigación que siguen esperando una respuesta.
A pesar de que el trabajo de los colectivos ha sido fundamental para la localización de desaparecidos, las autoridades no registran la totalidad de sus hallazgos, es decir, desaparecen a los desaparecidos, pues también pierden carpetas de investigación.
Como si la crisis de desaparecidos no fuera suficiente, también se tiene una crisis forense. Las morgues de México están rebasadas, reciben más cadáveres de los que pueden guardar y muchos más de los que pueden identificar. Los colectivos hacen más de lo que deberían, se han armado de valor para ser ellas mismas quienes emprendan la búsqueda con palas y picos absorbiendo todos los gastos que implican los traslados de un lugar a otro, incluso arriesgando su propia vida, esto, porque en algunos Estados los colectivos han recibido amenazas de muerte o intimidaciones de presuntos miembros del crimen organizado y sí, algunas han sido asesinadas por su labor.
El trabajo que llevan a cabo es heroico, pues al saber que las fiscalías no van a actuar, algunas han tomado cursos patrocinados por organizaciones no gubernamentales en materia de antropología forense, medicina forense y hasta criminalística. Al punto de saber diferenciar en las excavaciones el hallazgo de un hueso humano del hueso de un animal, también cuentan con conocimientos en topografía para identificar si la tierra pudo ser removida para enterrar algún objeto o alguna persona, o bien, si el lugar donde hay hallazgo de restos humanos ha permanecido intacto.
El peligro es mucho, es continuo, pero la esperanza es lo que mueve a quienes participan en las búsquedas, quienes dejaron de ser madres, esposas y profesionistas para dedicarse de tiempo completo a una búsqueda que parece no tener fin.
En cuanto a los Estados con mayor número de desaparecidos, Jalisco lidera la lista nacional con 15 mil 038 registros; le sigue Tamaulipas con 12 mil 464; Estado de México con 11 mil 872 y Veracruz con 7 mil 437. Ahora, intenten traducir estos números en la angustia de los familiares que no quieren irse de este mundo sin tener noticias de la persona que buscan.
Lo que hace falta es menos discurso y más acción. Estrategias con metodologías claras que en la ejecución se reflejen en un menor número de desaparecidos y más cuerpos identificados. No debemos permitir que la cifra siga en aumento y que las miradas del mundo estén puestas en México por ser el país de los más de 100 mil desaparecidos.
No han trascurrido ni siquiera tres meses de este 2023 y la confluencia de hechos desafortunados en diferentes ámbitos nos está abrumando. Ante una crisis de desaparecidos y una crisis forense, pareciera que los ciudadanos de a pie no podemos hacer nada, pero no es así, pues ignorar el tema es otra manera de desaparecerlos. Un primer paso es comenzar a pensar a los desaparecidos en plural y como un tema que nos atañe a todos, no esperemos a ser parte de esas estadísticas, pues la indignación, el coraje y el reclamo debe ser por aquella persona a la que desaparecen cada 36 minutos, pues recordemos que nadie, nadie desaparece solo.