Por una Alianza Ciudadana por México.

Dip. Carlos Madrazo Limón

 

El futuro de México está en riesgo: la creciente violencia e inseguridad; el crecimiento desbordado de los precios de la canasta básica; la falta de empleos dignos y formales; la falta de estrategia en el diseño de una estrategia sostenible en infraestructura y energía; así como el daño al medio ambiente y la falta de cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible son clara muestra de los ataques a las instituciones democráticas y autónomas que los últimos 30 años la sociedad mexicana ha venido construyendo mediante un lento pero continuo dialogo que genera acuerdos. 

 

El actual presidente encabeza un claro proyecto autocrático y centralista: vertical en la toma de decisiones, centralizador del poder en una persona y enfocado a la promoción de políticas clientelares que ni eliminan la pobreza ni mejoran la calidad de vida de las y los mexicanos. Este proyecto es un proyecto ya ensayado con anterioridad, el país de un solo hombre que antes intentaron Antonio López de Santa Ana, Porfirio Díaz y Plutarco Elías Calles.  Este caudillismo político siempre genera eventos catastróficos que como a finales de los ochenta provocan pobreza, desigualdad y atraso económico. 

 

Se está construyendo un proyecto transexenal en el que como en los casos de Santa Ana, Díaz y Calles, el poder se concentra en una persona y no en las instituciones democráticas. Nada más antidemocrático que el caudillismo mexicano. Los daños no son futuros, son ya reales: cientos de miles de mexicanas y mexicanos han fallecido los últimos cuatro años por la desastrosa gestión de la pandemia del COVID-19 y la creciente violencia; hay decenas de miles de desaparecidos y abundan los abrazos en los velorios; el sistema de salud carece de capacidad de provisión de medicamentos y la deserción escolar en educación básica ha alcanzado niveles nunca antes vistos. Estas fallas se repiten en todas y cada uno de los ámbitos de injerencia del poder ejecutivo: en cualquier indicador de política pública estamos peor con ya saben quién. 

 

Afortunadamente, la democracia sigue siendo la alternativa de salvación de nuestro país. La democracia que significa la competencia electoral con posibilidad real de alternancia, la división de poderes y la construcción de instituciones republicanas independientes al poder político.  Ante la polarización y el enfrentamiento del discurso del caudillo, sólo el diálogo y los acuerdos plurales son alternativa de buen gobierno y construcción de un mejor futuro. 

 

La democracia ha sido una excepcionalidad en la historia del México independiente, siempre en riesgo del control político de quien ocupa la Presidencia.  El gran activo democrático que a partir de 1988 le quitó al presidente la capacidad de reformar la constitución y que de 1997 a 2018 obligo a la construcción de acuerdos legislativos ante mayorías opositoras, así como el lento proceso de pluralidad y alternancias en los estados y municipios han creado una serie de instituciones democráticas que nos dan una posibilidad real de un futuro de seguridad, pluralidad y prosperidad. Instituciones como el INE, el INAI, el Banco de México, o incluso la autonomía universitaria conseguida por Gómez Morin han sido resultado del diálogo y la pluralidad. 

 

Por supuesto que en los últimos treinta años ha faltado resolver grandes problemas sociales como la desigualdad, la corrupción pública y la debilidad de las policías estatales y municipales. Por eso es claro que, así como las respuestas no están en una sola persona, tampoco lo están en una sola fuerza política. El futuro de México debe ser dialogado y no impuesto; viable y posible y no un capricho de la voluntad personal: el futuro de México requiere de la voluntad democrática de un amplio número de fuerzas políticas y sociales. El dominio clientelar de los padrones de programas públicos pone en riesgo nuestra democracia. 

 

Así, como en los grandes momentos estelares de nuestra historia en que México ha logrado construir un proyecto plural, incluyente y democrático. Por eso una alianza amplia, plural y democrática que permita un gobierno plural es la mejor alternativa posible. Es tiempo de redoblar los esfuerzos de construcción de un gobierno horizontal y de instituciones plurales y democráticas, autónomas al poder político e incluyentes en la diversidad, honestas y que rindan cuentas; un gobierno distinto al actual que sepa que el diálogo y no la confrontación es el mecanismo democrático para generar prosperidad, empleo y sacar a millones de mexicanos de las condiciones de pobreza. México puede y debe ser un país de clase media mayoritaria, con seguridad y certeza jurídica y en paz. Por eso, una alianza de varios partidos como el PAN, PRI, PRD, MC y sobre todo, con la sociedad civil son el camino de seguridad, prosperidad y democracia que México puede y debe buscar construir en los próximos años. 

 

La Alianza Democrática por el futuro de México es mucho más que una alianza partidista o electoral: deberá ser una alianza democrática a favor de una democracia inclusiva, que mejore la calidad de vida de todas y todos en México, que elimine privilegios y castigue delitos, pero, sobre todo, que anteponga el valor del buen gobierno por encima de intereses políticos. No apoyar una alianza plural es darle la espalda a México. 

 

La construcción de esta alianza no será fácil. Va a requerir de acuerdos claros y de la construcción de gobiernos plurales de coalición, de alianzas legislativas y de acuerdos políticos plurales y de frente a la sociedad. Habrá que también lograr triunfos electorales que den viabilidad y credibilidad a los gobiernos de coalición. Habrá pues que ganar el Estado de México en una alianza amplia de partidos y sociedad civil para ganar el futuro de México para una alternativa plural y democrática.