RESPETAR SIN SATANIZAR

2 de noviembre. Todos los fieles difuntos

Tiempo ordinario

Sacerdote Daniel Valdez García

Estimados todos hemos llegado a un gran día en que el corazón se ilumina de gratitud por todo lo bueno que recibimos de nuestros seres queridos que se nos han adelantado pero aún ocupan un lugar importante en nuestro corazón. 

De manera especial deseo ofrecer una reflexión en homenaje a todas aquellas personas que en el sector salud perdieron la vida en la batalla contra esta pandemia al estar en la primera línea, descansen en paz y gocen de la gloria de Dios, pero también me uno a la oración por las benditas ánimas del purgatorio así como de aquellas personas que nadie reza por ellas y quedaron no identificadas en las fosas comunes.

Para iniciar quiero compartir el testimonio de este niño que va al panteón con un ramo de flores con la intención  de mostrar a su mamá su boleta de calificaciones que ahí descansa. Lo podrán ver en el siguiente link: https://twitter.com/lalogonzalezm/status/1587255785926672384?s=46&t=lvmkYs09z-vd4_LxVbHoTg, no pretendo tocar sus sentimientos sino unir sus corazones y oración, por lo menos adoptemos en nuestra oración a este hermoso niño que muestra su amor a su madre ausente, pero en ese espacio sagrado presente.

Por otro lado, hace poco tiempo un joven dijo a su mamá: ¿Dónde dice la Biblia que debemos rezar por los difuntos?, pues la respuesta es muy amplia y está en las lectura de las 3 opciones de celebración Eucarística para este día, yo me he basado en el primer esquema. Y aunque no está en las lecturas de hoy quiero partir de un texto iluminador al respecto, se trata de un pasaje del segundo libro de los Macabeos, dice: Tras la batalla «hicieron una oración para pedir a Dios que perdonara por completo el pecado que habían cometido. El valiente Judas recomendó entonces a todos que se conservaran limpios de pecado, ya que habían visto con sus propios ojos lo sucedido a aquellos que habían caído a causa de su pecado. Después recogió unas dos mil monedas de plata y las envió a Jerusalén, para que se ofreciera un sacrificio por el pecado. Hizo una acción noble y justa, con miras a la resurrección. Si él no hubiera creído en la resurrección de los soldados muertos, hubiera sido innecesario e inútil orar por ellos» ( 12, 42-44). Por supuesto que para nosotros los católicos el sacrificio y oración mas grande es la Eucaristía, por eso hoy día de Todos los Fieles Difuntos, incluso aquellas personas por las que nadie hace oración la hacemos nosotros. 

El 25 de abril del año pasado tuve un accidente y presente fractura de Colles, durante la cirugía caí en paro. Yo estaba en un profundo diálogo con Dios cuando escuchaba a lo lejos una voz que me decía: “Amigo, amigo, despierta…”, era la anestesióloga que con el equipo médico me hacían volver a la vida. Mis amigos médicos me han preguntado ¿qué se siente entrar en paro?, yo he respondido lo que ya dije antes. Digo esto porque yo soy el primer testigo de que la oración de las personas es valiosa, es importante y le llega a “arrebatar a Dios el milagro de la vida”, sé que no soy el único que lo ha vivido y lo he compartido convencido de que es un parteaguas en la vida, que ya había iniciado con la lucha de esta pandemia aún activa. Aquí estoy para hacer la voluntad de Dios.

Entre el video del niño y mi sencillo testimonio quiero entrelazar la oración, la gratitud y profundo sentir ante el fallecimiento de aquellos que hicieron el juramento de Hipocrátes para preservar la vida sin saber que algún día estaría en peligro la suya y la de su familia. Son muchos hombres y mujeres que perdieron la vida en la lucha por salvar la de otras personas. Tres ideas son erróneas sobre el personal médico, enfermería y soporte técnico: NO SON ANGELES, no son santos ni adivinos. SI SON HEROES OLVIDADOS, y es larga la lista de profesionales sanitarios fallecidos durante esta pandemia. A todos les invito para que en nuestro corazón reconozcamos su labor altruista, su cansancio, su estrés, su sufrimiento y hasta su miedo ante la muerte que los avasallo con esta misma infección. Por supuesto que unidos a sus dolientes, les aseguramos que nunca se olvida al ser amado, se aprende a vivir con el cambio de presencia porque no es ausencia. Un corazón agradecido siempre tiene lugar para el ser querido que ha fallecido.

Los muertos desconocidos, los olvidados, lo que no tiene quién ore por ellos, nos tienen a nosotros. Repito, soy testigo viviente del obrar de Dios ante el poder que él mismo le dio a la oración. 

Que las Ofrendas o Altar de Muertos tengan su justo valor de HOMENAJE. Hay que respetar sin satanizar lo que no se comprende; y reeducar lo que se ha deformado, así seremos más hermanos cercanos de aquellos que bastante tienen con haber sufrido la perdida de sus seres queridos. Que descansen en paz y gocen de la gloria de Dios en la luz perpetua. 

 

Amén, amén, Santísima Trinidad.