LA GRANDEZA MEXICANA
Por: Daniel Valdez García
El jueves santo del 21 de abril de 1519, 11 embarcaciones con 508 soldados, alrededor de 100 marineros, 200 nativos y negros, y 16 caballos y yeguas, portando como bandera un lienzo blanco y azul con una cruz colorada y un letrero en latín que se traducía como: “Hermanos y compañeros: sigamos la señal de la Santa Cruz con fe verdadera, que con ella venceremos”, lo cual parece ser tomado del relato sobre el rey Pelayo de Extremadura y vencedor de los moros, con un arribo, lento y agobiador, llegaron a la pequeña isla, conocida por expediciones anteriores como San Juan de Ulúa porque algunos marineros habían escuchado la palabra culúa. La tripulación de las naves desembarcó hasta al día siguiente, Viernes Santo, de ahí que se le llame al lugar “la Villa Rica de la Vera Cruz”, paraje convertido en 1600 en el puerto de “VERACRUZ”. Los recién llegados eran dirigidos por un hombre de unos 34 años, resuelto y audaz, con fama de “bullicioso, altivo, travieso”, diestro con las armas y con debilidad por los amoríos, cuyo nombre era Hernán (o Fernando o Hernando, según los documentos de la época) Cortés, cuyo biógrafo y confesor, fue Francisco López de Gómar. A pesar de sus defectos, la fe de Cortés en la Providencia Divina y su devoción a la Virgen María eran sinceras.
Es de notar que en el continente americano se inició la ENFERMERIA con las mujeres que llegaron en las expediciones de Hernán Cortés y Pánfilo Narváez. A Veracruz, con Hernán Cortés arribaron nueve mujeres incluyendo a Mallinali, Doña Marina o la Malinche, como refiere el cronista Dorantes Carranza. Isabel Rodríguez, célebre entre ellas, citada por Cervantes de Salazar, por Herrera, Bernal Díaz del Castillo, Orozco y Berra, Clavigero, Prescott y otros; También es mencionada Alcocer Beatriz Palacios, Mulata mujer de Antonio. Fue la primera en llegar a tierra firme con la expedición de Grijalva; tomó parte en la conquista, según relato Cervantes de Salazar. Así como María Estrada, además de sus tareas de enfermera, ayudó a conquistar los riscos de Hueyapam, casada con Alonso Martín, le fue otorgada una encomienda en el pueblo de Ocotulco. Entre otras, también Juana Martín, cuidó de los heridos durante la guerra de Conquista.
Traigo a colación lo dicho por Bernal Diaz del Castillo sobre Tenochtitlán, vista desde Ixtapalapa: “Nos quedamos admirados, y decíamos que parecía a las casas de encantamiento que cuenta en el libro de Amadís (de Gaula)…”