SIN TON NI SON

Esta vez voy a comentar acerca de una novela escrita en 1948, pero que con los acontecimientos políticos que estamos atravesando, la he recordado y quiero transmitir aquí algunas de las sensaciones que esta novela ha producido en mí y, estoy seguro, en mucha gente que la ha leído.
La novela, que como ya dije fue escrita en 1948, pretende mostrar un mundo futuro y sólo invierte los dos últimos dígitos, por eso queda “1984” que es el nombre de la novela en cuestión. Esta obra es escrita por George Orwell, novelista británico nacido en la India a principios del siglo XX.
“1984”, es una claustrofóbica novela del totalitarismo que, leerla en nuestra actualidad, todavía produce gran impacto. Esto tal vez, porque roza nuestra realidad. Voy a mencionar aspectos que relata Orwell en un país absolutista, que controla a la población desde todos los aspectos que se puedan imaginar. Voy a señalar algunos y pido al lector que se imagine nuestra situación actual.
1. El doble pensamiento del mandatario en turno, mantener dos ideas contradictorias al mismo tiempo;
2. La Policía del Pensamiento, se tiene controlada a la población conociendo lo que dice, lo que escribe, lo que piensa;
3. El Ministerio del Amor, que se ocupa del dolor, la desesperación y aniquila a todo disidente;
4. El Ministerio de la Paz, que desata la guerra, contraponiendo a los propios ciudadanos;
5. Las máquinas dedicadas a escribir novelas, que producen pornografía con la que sobornar a las masas.
Orwell nos abrió los ojos a cómo funcionan los regímenes totalitarios. El libro, con su desconcertante comienzo, (“Era un luminoso y frío día de abril, y el reloj daba la una de la tarde”), define las características típicas de la tiranía moderna.
El protagonista de la novela lleva por nombre Winston Smith y trabaja como censor en el Ministerio de la Verdad, que revisa constantemente la historia y borra pasajes que va adecuando a las circunstancias y alianzas que le convienen al régimen cada día. Él y sus compañeros son controlados como parte de la masa por el omnisciente Gran Hermano. En “1984” la pantalla de la televisión te observa y todo el mundo espía a todo el mundo.
Un libro escrito en 1948, en un país golpeado por una guerra total, hambriento, agotado y gris, se siente ahora mucho más relevante que nunca, porque “1984” también nos arma. El libro define las características típicas de la tiranía moderna.
Luego está el icónico dictador de Orwell, el Gran Hermano, absurdo y aterrador en igual medida. Las raíces del relato de Orwell están en las luchas entre los gigantescos “ismos” que deformaron el siglo XX, como el nacionalismo y el populismo, que operan a través de la activación de la más peligrosa de las emociones, el resentimiento. Y allá donde se mire en el mundo contemporáneo, hombres autoritarios ocupan posiciones de poder. Comparten la necesidad de aplastar a la oposición, un fanático terror al disenso y el autobombo.
Pero el mayor horror en la distopía orwelliana es el sistemático despojo del significado del lenguaje. El régimen se propone erradicar muchas palabras y las ideas y sentimientos que significan. Su verdadero enemigo es la realidad.
Estimado lector: estos argumentos ¿le suenan a algo actual y que estamos viviendo?
¡Leamos 1984 y abramos los ojos!
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