13 días después…
- Elva María Maya Marquez
- 27 abril, 2022
- Columnas
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Una mujer sola en la calle no es sinónimo de provocación, las mujeres no somos producto de consumo como lamentablemente lo hacen ver cientos de campañas publicitarias donde entre más jóvenes más deseables. Aceptar una invitación a salir no significa dar paso a un encuentro sexual, las mujeres tenemos derecho a divertirnos o simplemente a salir a las calles. El consumir alcohol y salir de noche, no significa que tienen derecho a violarnos o abusar de nosotras, entiendan, lo único que pedimos es que nos dejen vivir.
Una vez más estamos aquí, hablando de esta tragedia de la cual somos víctima las mujeres; la desaparición y el asesinato de una más de nosotras ¿por qué? por la maldita impunidad que permite que los hombres se sientan con la tranquilidad de acosar, de violar y de arrebatarnos la vida, pero a los ojos de una parte de la sociedad y de fiscalías indolentes, incapaces de entender el fenómeno de la violencia hacia las mujeres, de prevenir este hecho que cada vez está cobrando la vida de las más jóvenes, resulta más cómodo criminalizar a las víctimas y el resultado; observar cómo es que México se convierte en una fosa común.
Ella se llamaba Debanhi Escobar, universitaria de apenas 18 años que radicaba en Nuevo León, de quien sabemos que salió de una fiesta y abordó un taxi del cual descendería a tan solo unos metros al sufrir acoso y tocamiento por parte del taxista. Debanhi se quedó ahí, en medio de la nada en la carretera Monterrey-Nuevo Laredo, que para los que no saben, es conocida como “la carretera de la muerte” debido a las múltiples desapariciones de choferes de tráiler, conductores de autos particulares y conductores de taxis de aplicación y ante lo cual las autoridades tampoco han hecho nada, pues ni siquiera tendría que ser conocida de esta manera ya que es normalizar lo que sucede.
Trece días después, Debanhi fue encontrada sin vida en un lugar donde anteriormente se había buscado no una, dos, o hasta tres veces, fueron cuatro ocasiones en las que se realizó la búsqueda y no se encontró nada, pero como nuestras autoridades son especialistas en el no esclarecimiento de los hechos y el ocultamiento de la verdad, argumentan que lo anterior se debió a una “falla masiva humana”, como se atreven a salir con una estupidez así, binomios caninos, despliegue de elementos forenses y pretenden que compremos su versión barata de una “falla masiva humana”. Lo único que hacen es reafirmarnos que el sistema de impartición de justicia con el que contamos está podrido, no sirven para nada, pues a lo que se dedican es a calentar los casos, armar de manera errónea las carpetas de investigación, perder y traspapelar expedientes, o bien, usar estas áreas para atender asuntos personales como recientemente sucedió con el Fiscal General de la Republica; Alejandro Gertz Manero.
Como si lo anterior no fuera suficiente, Samuel García, este jovencito que en lugar de gobernar un Estado como Nuevo León, piensa que gobierna “Nuevolandia”, y lo hace desde las redes sociales y con “videítos de tik-tok”, declaró que no tenía conocimiento del expediente del caso y esperaba que pronto se lo dieran a conocer. A ver, si este hombre que es el Gobernador desconocía la situación de un caso que cobró tanta fuerza al hacerse mediático, qué podemos esperar como ciudadanos. Por esta razón ha resultado desolador escuchar al padre de Debanhi ofrecer una disculpa a sus familiares por confiar en la fiscalía, como desolador resulta enterarse que en la aparente búsqueda, se encontraron cinco cuerpos de mujeres denunciadas como desaparecidas: Irlanda Ramírez, de 14 años; Ingrid Castillo, de 15 años; Brisa Porras de 16 años; Jenifer Almaguer, de 15 años, e Irma Hernández, de 19 años, quienes merecen la misma atención y consternación pero que prácticamente fueron encontradas por casualidad.
Nadie quiere asumir su responsabilidad y debemos preguntarnos si un personaje como Samuel García está a la altura de las necesidades de Nuevo León. Nuestros gobernantes a todos los niveles deberían ser los más capaces para desempeñar el cargo, pero también como ciudadanos no podemos ser tan irresponsables, no se trata de votar por el más ridículo, el más payaso (sin ofender a quienes ejercen este oficio) o “el más copetón”, porque ante un hecho así, lo mejor que pueden hacer es salir a lavarse las manos porque cuando conviene las fiscalías son autónomas, como si no supiéramos que la podredumbre con la que cargamos en la impartición de justicia radica en eso, en una falta de autonomía.
Estamos frente a una crisis nacional en el tema de las mujeres, las autoridades no hacen nada, estamos solas porque no hay quien nos cuide y en todos lados estamos en riesgo. El enojo parece mucho y generalizado, pero no pasemos por alto que en México la indignación y la solidaridad tiene fecha de caducidad. La versión presentada “no cuadra”, Debanhi no estaba de manera inicial en la cisterna donde fue encontrada sin vida el pasado jueves, y lo que más aterra es que esto seguirá sucediendo, mujeres a las que se les trunca la vida y al final se les responsabiliza de su muerte.
Lo que nos queda es llevar en todo momento la memoria de las que ya no están y nombrarlas, recordarlas como una deuda histórica que cada vez se hace más profunda y también dolorosa. Las violencias se recrudecen y lo único que nos puede salvar es la protesta social, asumir esto como una responsabilidad colectiva. Actualmente, las mujeres estamos sin protección y sin justicia, es decir; en total desamparo. Trece días bastaron para darnos cuenta donde estamos parados y saber que ser mujer se ha convertido en una sentencia de muerte, pues México, es un país feminicida.