TRADICIONES

Aún con la “reseca” del cambio al horario de verano, la mente se llena de planes por hacer. Anhelar lo que está por venir siempre es agradable cuando esto nos desconecta del presente. Es cierto que no soy muy de hacer planes a largo plazo, pero lo que está claro es que por delante nos queda toda la primavera, cuando ésta nos dé una tregua con las lluvias, y por supuesto, todo el verano. A estas alturas, los que me conocéis bien sabéis que la estación estival es mi favorita. Echo de menos ver el sol en estos días tan grises. Era necesario que lloviese, pero lo que ha caído en los últimas jornadas ha repuesto nuestras reservas con creces.
Es cierto que el refranero dice: “Abril, aguas mil” y todavía no lo hemos estrenado, pero con esto del cambio climático nadie puede asegurar que la sabiduría popular se vaya a cumplir a raja tabla. De momento, en abril tenemos la primera “escapada que organizar” porque la Semana Santa está a la vuelta de la esquina. Tras las Fallas y la Magdalena, volver a recuperar las procesiones significaría volver a festejar las tradiciones perdidas por la pandemia. Los cofrades y los fieles sueñan con salir a las calles con sus pasos al son del retumbar de tambores. Ojalá el tiempo lo permita y no haya que estar mirando al cielo. Sería una pena que la lluvia cancelara “la normalidad” en los días santos.
Cumpliendo las tradiciones o no, lo importante es disfrutar. Habrá quien elija Sevilla, Málaga, Zamora, Valladolid… y habrá quien prefiera desconectar en la playa o en la montaña recuperando la tranquilidad dejando atrás la rutina. La libertad de ser felices depende únicamente de nosotros mismos, por eso, todos los planes son perfectos para quien los lleva a cabo. En definitiva, ser feliz es lo que cuenta, y tal y como están las cosas que nos rodean, abstraerse de ella siempre es bueno. La mente necesita desconectar y reiniciarse. Abril nos brinda ese punto de inflexión.
Un punto de inflexión que tiene en la gastronomía un punto en común porque las tradiciones culinarias siempre se cumplen. Las torrijas ya están disponibles en todas las pastelerías y panaderías. Además, se ofrecen como postre en los restaurantes. Es fácil caer en su tentación, aunque no hay que resistirse. Con la huelga de transportes, la leche se ha convertido en el oro líquido para las torrijas. Se ha agotado en muchos supermercados pero el acopio que se ha hecho de ella garantiza este dulce en muchos hogares. Y es que a los que nos gusta la leche no concebimos prescindir de ella. Nunca debatiré con quienes no comulgan con ella porque para gustos los colores, pero ¡ojo! Porque las torrijas son temporales, pero las croquetas son eternas. Este manjar también requiere de ese oro líquido. Puedo renunciar a una torrija pero no a una croqueta.
Sea como fuere, las tradiciones están para cumplirlas en la medida en que nos hagan felices. Somos conscientes de que poco a poco vamos recuperando la normalidad perdida y eso es un buen motivo que hay que celebrar comiendo torrijas, croquetas, paella o lo que se tercie. En España, gracias a nuestra rica gastronomía es fácil satisfacer nuestros gustos. Seguro que tras la pandemia, hemos aprendido a valorar el presente, por eso, llueva o truene, salga el sol o las nubes, estamos obligados a celebrar la vida.