SIN TON NI SON

Continuando con los horrores de las guerras y los oscuros intereses que están detrás de ellas, ahora me voy a referir a la serie de guerras conocidas como Las Cruzadas:
La Primera Cruzada (1095-1102) estableció un precedente para la perversa mezcla de política, religión y violencia que condujeron todas las campañas futuras. Las Cruzadas fueron una serie de campañas militares organizadas por los papas y las potencias cristianas occidentales para retomar Jerusalén y la Tierra Santa del control musulmán y después defender esas conquistas. Hubo ocho grandes cruzadas oficiales entre 1095 y 1270 y muchas más no oficiales, ninguna sería tan exitosa como la primera, y para el año 1291 los Estados Cruzados creados en el Medio Oriente fueron absorbidos en el Sultanato mameluco.
La idea de las cruzadas fue aplicada más exitosamente para los cristianos, en otras regiones, notablemente en el Báltico contra los paganos europeos y en la península ibérica contra los moros musulmanes. Involucrando emperadores, reyes y la nobleza europea, así como a miles de caballeros y guerreros más humildes, las guerras tendrían consecuencias tremendas para todos los involucrados. Los efectos, aparte de las obvias muertes, vidas arruinadas, recursos destruidos y gastados, variaron desde el colapso del Imperio bizantino hasta un agrietamiento de las relaciones e intolerancia entre las religiones y personas en el Este y Oeste que afecta a gobiernos y sociedades aún hoy en día.
Trayendo las guerras al ámbito local, en nuestro país tuvimos la Guerra Cristera, la cual duró tres años. Durante ese periodo se enfrentaron creyentes y militares del gobierno de Plutarco Elías Calles. Elías Calles había impuesto leyes que limitaban la libertad de culto y con ello la libertad de expresión. Sin embargo, no solo los cristeros sufrieron las consecuencias de una guerra que marcaría su vida para siempre, sino también militares, y civiles ajenos a la lucha. Las causas que provocaron esta guerra fueron, entre otras, El apoyo que brindó la Iglesia a Porfirio Díaz y su gobierno, según los revolucionarios, la expropiación de bienes a la Iglesia, la limitación a la libertad religiosa que se dio desde la promulgación de la Constitución de 1917. Esta limitación empeoró durante el mandato de Plutarco Elías Calles. Es necesario señalar que los cristeros no solo fueron víctimas sino también obraron de manera salvaje, pues al enfrentarse contra los militares no tenían piedad alguna. Lamentablemente, quienes se encontraban “ajenos” al movimiento, también sufrieron las consecuencias de esta violenta guerra pues sus hogares fueron saqueados, sus mujeres sufrieron abusos sexuales y miles de personas perdieron la vida.
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