CORTINAS DE HUMO

Ahora sí y ahora no. Ese es el juego que hay con el uso de la mascarilla en exteriores. Parece increíble pero el criterio para tomar las decisiones es de chiste. A estas alturas de la pandemia, tenemos más que claro las diferentes incongruencias que hay en determinadas medidas de protección. Es curioso porque con el paso de los meses ya nos hemos acostumbrado a estos bandazos de repente. Algunos son una cortina de humo para encubrir otros acontecimientos. Hay que disimular y aparentar que se están haciendo cosas, no importa cuales con tal de inundar los titulares. Unos titulares que hay que coger con pinzas en determinados casos.
Hablando de casos, los de coronavirus parece que están descendiendo porque la sexta ola comienza a tener una curva a la baja. Esperemos que esto dure y nos permita seguir disfrutando de las sonrisas en las calles porque de una semana a otra está claro que todo puede cambiar. Ahora bien, su uso en los interiores todavía está vigente. Todavía no tenemos fecha para desprendernos de ella, pero alguno expertos ya apuntan a que el principio del verano puede ser una opción siempre y cuando no surja ninguna otra variante. Ojalá se cumplan sus pronósticos porque la saturación pandémica está en unos niveles más que elevados. Recuperar la normalidad es el anhelo de todos y poner fin a la pandemia también. Ahora bien, si miramos de reojo a Dinamarca, su criterio ha sido, como suele decirse, por las bravas. No sé yo cómo se tomará la decisión aquí, pero visto lo visto en la trayectoria de decisiones todo es posible. Esperemos que prime la salud…
Una salud que tenemos que cuidar en todos los sentidos. La semana pasada celebramos el día del Cáncer. Éste tiene muchos lazos con sus respectivos colores, pero hay algo común a todos ellos y es la fuerza que une a quienes luchan contra la enfermedad. Esa fuerza nace de las ganas de vivir y de los sueños por cumplir, al menos, esa fue mi mayor motivación. Ahora bien, quiero recordar que hay que apostar por la investigación para que los tratamientos vayan evolucionando y sean mejores ante esta dura enfermedad. Y aunque ahora hablo del cáncer, la investigación hay que extenderla a todos los campos. Además, dentro de la salud no se nos puede olvidar la salud mental. La Covid-19 está pasando factura aunque ésta puede verse perjudicada por diferentes motivos. Si nos preocupamos por lo que comemos también nos tenemos que preocupar por nuestros pensamientos. Lo que nos decimos a nosotros mismos es más importante que lo que escuchamos a nuestro alrededor. Los halagos siempre son agradables, pero las críticas pueden ser demoledoras si se nos taladran en la mente.
Una mente que tiene demasiada fuerza aunque muchos no lo crean. Reconozco, por ejemplo, que mi fuerza mental me ayudó desde el momento en el que escuché: “Tienes una leucemia”, pero ésta necesitó unirse a la fuerza de la vida para hacer el combo perfecto. Por eso, de las muchas enseñanzas que nos ha dejado la pandemia hay que quedarse con lo efímeros que somos, con que todo puede cambiar en un segundo y que la salud hay que valorarla siempre y no solo el 22 de diciembre. “Aquel que tiene un porqué para vivir se puede enfrentar a todos los “cómos” dijo Nietzsche. No tengo nada más que añadir…