LOS DESEOS SON ESPECIALES

Pbro. Dr. Daniel Valdez García

Comienzo por decir que mi llegada a la ciudad de Toluca fue algo grandioso, disfrutaba sus luces, sus tiendas, sus dulces, las tortas más típicas, sus cines y su gente.  Una ciudad que sin su gente no sería diferente, sino una ciudad más entre otras. Todos tenemos la gran responsabilidad de tener la ciudad que nos merecemos y para ellos todos trabajemos. 

Ir por la ciudad solo, con mi hermana o compañeros de la secundaria fue una gran sensación de libertad y del sentido de la responsabilidad. En las inmediaciones de los característicos portales de Toluca estaban las cafeterías Queny y la de Woolworth, los helados Danesa 33, los de “Adiós, tú presumidas” con su especial de flor de nata, y muchas otras delicias culinarias como el famoso chorizo. Las idas a los museos, a las bibliotecas, a las periferias de las zonas arqueológicas como Calixtlahuaca y Teotenango era como tener más cerca la majestuosidad de Teotihuacán. La ciudad se disfrutaba lo mismo a pie, en auto o en autobús. Y los recorridos por ese amplio y siempre verde Paseo Tollocan eran notables con la luz del día, de la luna o su iluminación de noche. Las calles se adornaban de edificios de la época del Porfiriato o de la Reforma con su estilo neoclásico o ligeramente afrancesado, de esa época bellas construcciones son la “Benemérita y centenaria normal de profesores”, “La gota de leche”, lo que se rescató del llamado museo Modelo, los edificios centrales del gobierno estatal y municipal. Iglesias como la Santa Veracruz, el Carmen, la Catedral, santa María de Guadalupe, la de la Merced o el Ranchito era de visita obligatoria; los barrios bravos de la Teresona y el Coporo eran testigos de la traza más antigua de una ciudad que nació bien pensada y con la modernidad fue deformada, una copia de ella fue el pueblo de Cacalomacan llamado “Toluquita”. 

“Las tardeadas” eran verdaderamente emocionantes al sabor de las botanas y los refrescos, aderezadas de juegos y la emergente “música disco”, dar de comer a los patos en la Alameda Central, así como ir hasta la cima del cerro de Coatepec y contemplar una ciudad que lo mismo despertaba tarde que se dormía temprano. Y por supuesto, que el señorial volcán Nevado de Toluca o Xinantécatl siempre era un desafío a la aventura y recorrido por sus lagunas del sol y de la luna. Pasábamos por las comunidades de Raíces o Loma alta y se veía a la gente siempre con una ligera sobra de tierra muy fina. A esta Toluca, más pronto que tarde, llegó el primer Vips que se convirtió en el cotidiano centro de reunión. 

Con este artículo no hago un bucólico recorrido de la Toluca de ayer, sino que quiero hacer conciencia de la Toluca de hoy ante los disturbios generados por los diversos actores sociales, todas las autoridades vigentes y todos aquellos que nacieron en esta noble ciudad de “buen gente” y de aquellos que llegamos aquí y hoy somos los que somos en mucho gracias a Toluca ciudad capital y episcopal tenemos una gran responsabilidad. 

Continuo, notables también emergen cual testigos, el bien pensado zoológico de Zacango, “las joyas de la corona” del virreinato con los exconventos de Zinacantepec y Metepec. Así como el tradicional mercado Juárez de los viernes que era objeto de visita de turistas y aledaños donde el color y el cálido trato de los comerciantes era un deleita al cuerpo y al alma de quienes le frecuentábamos. 

La ciudad de Toluca, sin ti, sin tu responsabilidad, no será una ciudad con dignidad acorde a la dignidad de sus habitantes oriundos o allegados por diversas causas. En teoría esta ciudad de Toluca de San José avanza hacia los 500 años de su fundación en 1523, poco tiempo después del sometimiento de la gran Tenochtitlán en 1521. El pasado siempre será una lección, el presente un desafío de “aquí y ahora”, y el futuro sin esperanza solo deja una ciudad vieja que ya casi no tiene jóvenes y pocos niños, porque las nuevas generaciones migra a los asentamientos de la zona metropolitana huyendo de todo tipo de riesgos. Toluca creció desordenadamente, no se desarrolló planeada y proba para cuidar de su vocación hundiendo sus raíces en el pasado, quedó en muchos peligros como los árboles de Eucalipto que no tienen recias raíces y los fuertes vientos los arrancan. Toluca ha sido vista con aristas sin cuidar sus facetas para ser el hermoso diamante que pulido ofrece orgullosamente su linaje mexiquense. Un diamante sin pulir es áspero y agreste, y así luce hoy por hoy Toluca la bella. 

Doy gracias a Dios por traerme a esta noble ciudad por la que lucharé para devolverle un poco de lo mucho que me ha dado; doy gracias a mi familia nacida en esta ciudad, por su cordial acogida; y doy gracias a mis amigos, profesores y colegas nacidos en estas frías tierras, pero de gran corazón, que me han tratado como a un hermano. Y muy en especial, agradezco e invito a todos los responsables de la construcción de la sociedad a pensar y a trabajar por la Toluca que queremos y merecemos, pues nadie nos lo va a venir a hacer. Que el milagro de la Navidad avive los deseos especiales de tener la convicción de que “en el detalle está la diferencia que nos lleva a la excelencia”. 

Felicidades a Toluca y felicitaciones a su gente, a su linaje y a su historia. Hagamos juntos una nueva historia de amor por esta gran ciudad superando las ideas solo de un centro histórico, pensando y actuando con las prospectivas de una gran metrópoli. Sumemos esfuerzos y voluntades, hagamos un frente común generando líderes y liderazgos ejemplares que vayan más allá de slogans y dejen de procastinar la incansable tarea del bien común. La solidaridad siempre será una buen comienzo de dignidad de toda comunidad, y nadie olvide que cuanto más importante es la autoridad más grande es la responsabilidad.  

Gracias por leerme y hacer conciencia de la importancia de ser testigos de una ciudad que avanza y no solo es esperanza. Compromete y comparte, hagamos un frente común desde todas las trincheras para tener la ciudad que todos merecemos.