EL GUSTO POR LA PROVOCACIÓN

Con la Liga, la Champions y la Copa del Rey en juego, el otro día me dijeron: “Oye, tu Atleti ¿qué?” Y mi respuesta fue: “Bien, gracias”. A continuación se hizo el silencio. A las personas, a veces, se las ve venir y en otras ocasiones para evitar el conflicto es mejor callarse. Dice el refrán que dos no discuten si uno no quiere y, precisamente eso es lo que me pasó puesto que la primera pregunta era, sin duda, una pregunta muy envenenada. No merece la pena dedicar tu tiempo a quien no lo valora porque el tiempo es oro y el tiempo es vida.
En mi vida he discutido muchas veces de fútbol porque siempre defenderé a mis colores, pero también critico a los míos cuando las cosas no se hacen como se deberían hacer. Ahora bien, de ahí a una banal provocación hay un trecho porque ni el momento ni el lugar eran los adecuados. Si hay algo que puede al ser humano es la sensación de ser el centro de atención, una actitud cuestionable porque muchos secundarios son más relevantes que el propio protagonista.
El protagonismo, si de futbol hablamos, para mí siempre será rojiblanco. Desde niña tengo ese sentimiento tan especial que muchos no pueden entender y, por eso, rabian más de lo que piensan. Con orgullo digo: “Soy del Atleti”, pero con ese mismo orgullo, por ejemplo, aprendí a ser humilde, a saber pelear, a estar en las buenas y en las malas. Ser del Atleti es algo inexplicable, de ahí que no acepte lecciones de quienes siempre se creen superiores. Seguro que más de uno se ha dado por aludido pero yo no he citado a nadie. ¡Qué fácil es provocar sin argumentos!
Y sin argumentos, ellos mismos responden. El fútbol es una afición, el Atleti me ha dado grandes momentos en la vida. Tengo recuerdos en rojiblanco, pero la vida es mucho más que tu equipo gane o pierda. Obviamente, la vida va más allá del fútbol.
Precisamente, hay quienes no pueden dejar al margen al deporte rey y también hay personas que viven en una provocación continua. Les da igual el tema, la cuestión es provocar. Eso sí, tienen que entender que no todos estamos dispuestos a entrar en conflicto porque lo de debatir no suele ir con ellos. Sinceramente, nunca me gustó tener la sensación de estar perdiendo el tiempo. Cada minuto que pasa, no vuelve y, después de lo que estamos viviendo, mi prioridad está en disfrutar y en ser feliz. Por eso, aquello que me borra la sonrisa prefiero evitarlo. Lógicamente, habrá cosas que no pueda porque estén escritas en el destino, pero las que dependan exclusivamente de mí saldrán de mi vida sin pena ni gloria.
Y sin pena ni gloria, el provocador se dio media vuelta y se marchó con sus ansias de superioridad por donde había venido. “Manejar el silencio es más difícil que manejar la palabra” como dijo el político francés Georges Clemenceau, pero si sabes gestionar el silencio en el momento oportuno éste es más provocador que cualquier palabra. A los hechos me remito. No es fácil hacerlo, pero en esta vida todo se puede aprender. Es cuestión, también de prioridades y las mías las tengo muy claras.