Trump “reloaded”
- José Edgar Marín Pérez
- 18 febrero, 2021
- Columnas
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Generalmente cuando un mandatario norteamericano culminaba su gestión al frente de la Casa Blanca se retiraba de la vida pública y eventualmente se volvía a saber de él en alguna Convención Nacional de su partido con la finalidad de apoyar a algún candidato presidencial, o bien, al momento de la presentación de sus memorias, es decir, la narrativa de su gestión al frente del ejecutivo.
Pues bien, tal parece que esto no sucederá con Donald Trump quien el fin de semana pasado volvió a ser noticia después de que el Senado norteamericano absolvió al expresidente en su segundo Impeachment (juicio político), por los cargos de incitación a la toma del Capitolio el 06 de enero pasado. Bajo este entendido, después de un proceso iniciado en la Cámara de Representantes y que pasó al Senado para su desahogo (durando aproximadamente un mes), en el que fueron escuchados tanto los legisladores instructores de la causa como los abogados del expresidente en arduos debates, mismos que se centraron en la incitación a la violencia por parte de los primeros y sobre la libertad de expresión para los segundos.
De acuerdo a lo anterior, una vez que fueron contabilizados los votos para determinar la procedencia del Impeachment el resultado final fue de 57 votos en favor de condenarlo frente a 43 votos en favor de la exoneración, por lo que quedó plena y totalmente rechazada la moción del juzgarlo políticamente, aspiración final del grupo senatorial encabezado por los demócratas, particularmente de aquellos reunidos en torno a la principal promotora de los dos juicios políticos que le ha tocado enfrentar a Donald Trump, la Presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi.
En este entendido, una vez absuelto el expresidente no se hicieron esperar sus declaraciones triunfalistas con el estilo al que nos tiene acostumbrados. Sin embargo, más allá de la parafernalia mediática ¿Quién sale ganando con este resultado?. A manera de respuesta, se afirma que al único que le conviene es sin duda al propio Donald, primero porque lejos de conseguir inhabilitarlo para el ejercicio de algún cargo público en el futuro y con ello relegarlo a una vida de señalamientos completamente proscrito políticamente, le da la oportunidad para la construcción de una oposición efectiva en contra del gobierno de Joe Biden y del establishment público de Washington con el que seguramente habrá de tener constantes encontronazos, para muestra está que a partir de la resolución del pasado 13 de febrero ha continuado con las acusaciones del fraude electoral en medios televisivos.
Por otro lado, la absolución logra victimizar de facto al expresidente y dejar la sospecha del complot demócrata en su contra, lo que le da un segundo aire frente a su militancia de línea dura que se sintió traicionada después de que varios de los líderes que participaron en la toma del Capitolio han sido asegurados por las autoridades policiales norteamericanas como el FBI, una militancia que se apresta a ser una fiel acompañante de quien en su colectivo imaginario continúa siendo el presidente de la Unión Americana, despreciando no sólo a la administración Biden sino que seguramente hallará en las redes sociales “emergentes” como Gab y Parler; respectivamente, las herramientas suficientes para continuar en el escenario político con una vigencia nunca antes vista por otro expresidente.
Asimismo, esta victoria para Trump significa un redimensionamiento personal que habrá de hacer seguramente respecto a sus lealtades al interior del partido republicano, toda vez que hubo algunos legisladores de ésta extracción ideológica que votaron en su contra en el proceso de Impeachment, es decir, aglutinando con ello una serie de actores políticos que le han apoyado incluso en los momentos de mayor adversidad, lo que le permite contar con el suficiente anclaje presencial dentro del partido republicano, muy necesario en caso de aspirar a presentarse a una nueva contienda electoral por la presidencia norteamericana en el año 2024.
No obstante, la fuerza política del expresidente republicano se ve fortalecida con la absolución, dejando a Trump en una cómoda posición para presionar a propios y extraños, es decir, constituirse en una voz crítica, furibunda y de choque contra las políticas públicas de la actual administración Biden, pero también contra los republicanos como el líder al interior del Senado Mitch McConnell, siendo éste punto quizás el que más llama la atención en virtud de que podría ser la puerta para que en caso de que empiece a existir una fractura entre la cúpula republicana y Trump, entonces éste último lleve a su hueste electoral hacia la conformación de una nueva opción política, lejos de los dos partidos preponderantes en la Unión Americana, pero con una fuerza que muestre el verdadero rostro anglosajón que le acompaña incondicionalmente.
Twitter: @EdgarMaPe